Me gusta un No badboy

Capítulo 1*

𝑪𝒂𝒊𝒕𝒍𝒊́𝒏 𝑺𝒕𝒐𝒏𝒆

Último día, antes de que comience mi primer último año de instituto. Hoy quede con mis mejores amigos para ir a dar una vuelta y cometer las últimas locuras del verano. Estaba emocionada porque comience este año, sería mi última oportunidad de marcar recuerdos buenos y memorables con mis compañeros; el hecho de perder casi tres años en una relación que no valió la pena, aquella que solo me había dejado secuelas.

Mis enfoques este año, son terminar con honores y poder entrar a una universidad por mis notas. Lo segundo, ignorar mi corazón por un tiempo, aunque estuviera en una relación, siempre terminaba mirándolo a él. Crush de todas, novio de ninguna, uno de los más populares del instituto, pero más era la fama del ganador de todos los torneos en los que se inscribía el instituto.

Él jamás me notó, era raro verlo acompañado de cualquier chica; ya que siempre se la pasaba con sus dos amigos. Tampoco voy a decir que era de esas acosadoras que se sabían todo su día a día, me parecían escalofriantes que supieran todo de él sin dirigirle una palabra; aparte de que perdían su esencia buscando la aceptación de alguien más.

¿Cómo se volvió el boom de Hampstead High? Al principio solo era de intercambio, cuando sus notas sobresalieron y sus medallas empezaron a hacerle renombre, el director decidió proponerle que se quedara. Desde eso lleva cuatro años en el instituto. Lo que llamo la atención de todas fue su increíble físico y lo que ya había comentado, el chico que no le daba atención a ninguna.

Excepto de Caroline, que parecía una sanguijuela pegada a él todo el tiempo. Jamás noté que la alejara, pero tampoco que se viera que establecieran una conversación. Raro diría, pero conociendo a la abeja reina de aquí, al final de raro no tenía nada.

Siempre pensé que viviría uno de esos clichés, donde el popular se enamoraba de la chica invisible. En este caso yo no entro en ese estereotipo, si bien no soy tan popular como la abeja reina, pero tampoco soy invisible como aquellos chicos introvertidos de las clases; cuyos solo se limitaban a lo escolar. No los critico, ojalá yo hubiera tenido esa mentalidad antes de cometer el mayor error de mi vida, enamorarme a ciegas de un patán.

¿Estaba enamorada de Elián Jones? No, eso lo tenía bien claro. Una cosa era que me pareciera superinteresante y atractivo, otra muy diferente era estar botando la baba por un chico con el cual jamás he establecido una conversación y al que solo veía por los pasillos. Y ¿Por qué digo era en todo? Pues al igual que todo, quedo en mi pasado. Un chico que de lejos se notaba que en su vida iba a importarle una chica que solo lo miraba y tuviese un ligero interés.

Pero, vieron como solo hablo de él. 

En fin, dejando a un lado todo lo anterior. Termino de arreglarme para encontrarme con mis amigos, a uno de ellos lo conozco desde pequeños y a los otros los fuimos conociendo a medida que íbamos creciendo. Nos volvimos un grupo de amigos sólido, éramos como los cinco mosqueteros de Hampstead.

— Enana, si llegabas más tarde te quedabas sin helado —Logan me lleva consigo a la fila de la tienda donde están los demás esperando.

— No fue para tanto, apenas cinco minutos de retraso —le aclaro mirando la hora. A veces es un pesado con la puntualidad.

— La impuntualidad es una de las cosas que la mayoría de la gente detesta y por lo que muchas personas se quedan sin trabajo, así que no exagero, solo me aseguro de que aprendas a ser puntual —dice mientras seguimos esperando nuestro turno.

— Deja a la enana en paz apenas y pudo llegar con sus pequeños pies, imagínate si corre es como dos pasos tuyos —Logan es como un poste de luz y yo como un pitufo, así que Andrea nunca me va a dejar en paz con lo de enana desde que me disfrace de pitufina hace ya cuatro años.

— Al menos prefiero ser enana y no torpe —la miré con cierta burla, ya que todo el mundo sabía que Andrea no podía dar al menos cinco pasos porque se tropezaba con el piso plano.

— ¡Oye!, yo no tengo la culpa que hagan tan mal las aceras —su cara de indignación es mi premio por meterse siempre con mi estatura.

— Bueno, menos pelea y más helado, la señora lleva preguntándonos hace cinco minutos que sabores queremos — Irónico, solo faltaría conmemorar este día como ''El día de los cinco minutos''.

— Los mismos de siempre, dos de chocolate, uno de mandarina, otro de fresa y por último uno de menta.

— Sigo sin creer que a la gente le guste el de menta, para mí que son para los que no se lavan los dientes y tratan de enmascarar el olor —Max y su siempre charla por las cosas que según él son raras. Cada vez que venimos y Sara pide ese, la molesta hasta tal punto que terminan peleados buscando de nosotros tomemos bandos.

En camino, ya con los helados y listo para la diversión, nos adentramos en la feria en donde cada uno quiere ir primero a su atracción favorita.

—Primero a la montaña rusa y el que llegue de último paga las bebidas — luego de eso Logan y los chicos salen disparados por todo el parque hacia la enorme fila de esta. Mientras ellos se suben a esa, voy dando vueltas por los juegos de suerte.

Mi favorito desde siempre, el puesto de puntería. Sí derribaba todos los conos en un solo tiro, ganaría uno de los premios grandes. En todo el tiempo que llevo jugándolo, jamás he conseguido uno de los grandes, siempre lograba tumbar dos o tres por mucho; dejándome así con pequeños peluches coleccionados encima de mi armario.




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