Era una tarde soleada en el campus, el tipo de tarde que te hace desear sentarte bajo un árbol con un buen libro. Sofía, fiel a su rutina, había encontrado su lugar favorito en los espacios de recreo de la universidad, lista para perderse en las páginas de su novela favorita. Sumida en su lectura, el mundo exterior parecía desaparecer, y Sofía, como siempre, se sentía en paz en su burbuja personal.
Pero aquella tarde iba a ser diferente. Sin previo aviso, un líquido frío salpicó sobre las páginas de su libro, rompiendo su concentración. Molesta, levantó la vista para identificar al culpable. Allí, frente a ella, estaba Diego, un joven que irradiaba energía y confianza, y cuyo rostro le resultaba vagamente familiar.
Diego, con su sonrisa traviesa, levantó las manos en señal de disculpa. "Lo siento mucho, fue un accidente", dijo con un tono amable que transmitía sinceridad. Pero algo en aquellos ojos, en esa manera despreocupada de ser, le recordó a Sofía un encuentro pasado. Era el chico que había visto en aquella ocasión en la cafetería, el mismo que siempre estaba rodeado de amigos, aparentemente ajeno a su presencia.
"Está bien", respondió Sofía, algo cortante, mientras sacudía el libro en un intento de minimizar el daño. No era la primera vez que alguien interrumpía su paz, pero había algo en Diego que la intrigaba, a pesar de su aparente indiferencia.
Diego, percibiendo el interés oculto de Sofía, no se dio por vencido. "Déjame compensarte. ¿Qué tal si te invito un café? Prometo no derramarlo esta vez", dijo con una sonrisa que parecía capaz de desarmar cualquier barrera.
Sofía dudó por un momento, considerando su respuesta. Había algo en la espontaneidad de Diego que la sacaba de su zona de confort, pero también despertaba una curiosidad inusual. "Está bien", accedió finalmente, con un atisbo de sonrisa que asomaba en la comisura de sus labios.
#5751 en Novela romántica
#2248 en Otros
#565 en Relatos cortos
me gustas, dolor desesperacion tristeza y alegria, romantica amor
Editado: 29.10.2024