El comienzo
-un poco mas- dice la chica dándole aliento a una mujer de cabellos de color miel y ojos celestes, una rareza pero donde ella ponía un pie todos la admiraban por su belleza.
-ya no puedo mas- le contesta mientras los cabellos se le pegaban en la frente por el sudor, su pulso estaba disparado y su respiración era superficial
-vamos tu bebe está por venir un último esfuerzo- le ruega la chica de cabellos negros y ojos marrones quien se encontraba frente a la mujer esperando a que el nuevo ser coronara.
-no le espera nada aquí- dice llorando
-vamos Daphne necesita vivir- le ruega con desesperación en el rostro. Un dolor púnzate cruzo por el cuerpo a Dafne ella grito por ello, su compañera la tomo de las manos y espero a que se calmara –Daphne es hora dale una oportunidad-
Daphne la miro y la pelinegra asintió con una sonrisa de confianza, otra vez el dolor la golpeo haciendo que se incline hacia adelante conteniendo la respiración soltando un quejido.
-vamos un poco- la alienta –ya está aquí, ya está la cabeza- le dijo sonriente. Daphne hizo un poco más de fuerza pero esta vez dejando salir todo el dolor que contenía dentro.
Su cuerpo le decía basta, y estaba cerca de su hora, sabía que su bebe nunca la vería, pero ella se encargaría desde lejos cuidarla, estar a su lado.
En ese momento su cerebro se planteo toda su vida, nunca conoció a sus padres, lo único que sabía era que la habían abandonado de pequeña frente a las puerta de una iglesia. De ese dia solo recordaba tener un vestido blanco con pequeñas flores esparcidas sobre la tela unos zapatitos de charol y el cabello suelto, el cual le llegaba por los hombros con una trenza cruzando su cabeza de un extremo hacia el otro formando una diadema.
Y ahí estaba sentada en las escalinatas con un pequeño bolso a un costado de su cuerpo, no fue hasta ya entrada la tarde cuando el padre de la iglesia la encontró luego de que volvía de algunas compras para los niños que iban a cenar al comedor comunitario. Así fue como comenzó su vida, vivió en el orfanato hasta que ya superaba la edad, el padre que la acogido había fallecido hace un par de años pero por razones legales ella ya no podía seguir allí.
Al comenzar su vida adulta encontró el amor, un joven que la deslumbró, el lleno de cariño y amor. Ambos tenían apenas veinte años cuando decidieron casarse. La familia del muchacho estaba en contra a esa unión y le dio a elegir al chico, lo cual el joven la eligió a ella por sobre todas las cosas. Ambos estaban solos desde ese momento.
Un seis años y medio, eso fue lo que duro la felicidad, era un matrimonio prospero, lleno de alegría, de diversión. Ambos eran trabajadores y habían conseguido una pequeña casa la cual poco a poco la iban reparando, era su hogar. Todo iba bien, las cosas mejoraron cuando en esa familia de dos llego la noticia de que iban a ser tres, ahora todo era perfecto pero en la vida de Daphne llega un punto que todo comenzaba a salir mal.
Fue una mañana de octubre, mas precisamente el treinta y uno de Octubre cuando ella recibió un llamado, uno que nunca pensó recibir, su amado, su amigo, su esposo había muerto en un robo fallido, eso la quebró con solo cinco meses se había quedado sola.
Luego fue una batalla con la familia de su esposo, el cual la despresiaron desde que la volvieron a encontrar y ahora mas sabiendo que llevaba una vida creciendo en su vientre. No, las cosas no estaban saliendo muy bien. pero todo fue empeorando.
Perdió la pequeña casa, el hogar donde el matrimonio se amaba tanto de dia como de noche, ese hogar donde su pequeño iba a crecer. Poco a poco fue perdiendo todo, hasta lo último que le quedaba de sus posesiones materiales solo quedándose con una cadena con el anillo de su marido junto con la pequeña medalla que tenia desde niña, desde antes de entrar al orfanato.
Pero ahí estaba, en un parto natural, en medio de la nada, escondida en un bosque por la tarde. Su espalda contra un tronco de árbol caído, sentada en el pasto con las piernas separadas junto a una chica que había salido de la nada y ahora la ayudaba a traer a su bebe al mundo. Un mundo en el que Daphne había perdido todo, ya ni fe le quedaba.
-un empujón más Daphne- le dice la chica. Daphne solo espero a que el dolor la invadiera para hacer fuerza dejando escapar todo su sufrimiento con el grito que tenía atragantado en su garganta.
-KEILA- se escucho a lo lejos pero fue interrumpido por un potente sonido, un llanto, el llanto de un recién nacido.
-aquí esta- dice la pelinegra quien entre sus brazos sostenía a un bebe completamente bañando en sangre pero lloraba fuertemente, tenia pulmones. –Es una niña- dice sonriente mirando a Daphne quien se terminaba acomodar sobre el tronco, estaba exhausta.
-por los cielos- alguien exclamo revelando a un hombre un poco mayor
-NOA- grito la chica.
-Keila, que te hemos dicho de no encontrarte con humanos- le recrimina el hombre.
-mi bebe- dice sin fuerzas la nueva madre
-necesitaba ayuda- dice desesperada –estaba sola aquí necesitaba que alguien estuviera aquí-
-¿lo viste?- pregunta el hombre a lo que Keila asiente.
-ella es especial-
-mi bebe- dice con dificultada
-aquí tienes Daphne- le dice entregando al bebe, que en cuanto esta en brazos de su madre su llanto cesa sorprendiendo a los dos testigos
-mi bebe- dice con una sonrisa cansada –perdóname por haberte dejado nacer en este mundo-
-no digas esos- la interrumpe Keila.
-mi Alanís- dice Dafne tomando una de las manitos de la beba y la besa –es el nombre que elegimos para ti con tu padre-
-ella- dice el hombre
-Daphne- dice Keila acercándose a un lado del cuerpo de la humana -escucha se que estas cansada, te ayudare a ir a la civilización- mira al hombre –Noa me ayudara solo resiste-
-estoy cansada Keila- dice tirando la cabeza hacia atrás depositándola contra el tronco –ya no tengo nada-
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Editado: 30.06.2020