Medialuna:

Capitulo 11- Algo anda mal

Capitulo 11 algo anda mal

EN ALGUNA PARTE

 La mujer de cabellos negros se agacho dejando la pequeña cesta de mimbre a un lado de su cuerpo. Observo las bonitas flores que se erguían frente a ella de varios colores notando como algunas resaltaban más que otras.

Hoy debía llevar un nuevo ramillete para enterrar y encontrando unas que le encanto.

“Combinaran correctamente con ella”. Pensó

-permiso chicas- hablo para las flores y enterró sus manos en la tierra –no las cortare simplemente las llevare a otro lindo lugar- y la tierra se abrió bajo sus manos -gracias- sonrió- con cuidado retiro la planta, la envolvió en paños de mojados para luego depositarla en la cesta de mimbre con mucho cuidado.

Busco entre sus ropas una pequeña bolsa de tela de color amarilla, su color favorito, tiro de las pequeñas tiras volcando su contenido sobre su palma izquierda. Pequeñas figuras semi ovaladas cayeron sobre su piel.

-aquí pueden crecer- dijo en voz alta dándole un poco de su aliento a aquellas figuras. Con el puño cerrado lo llevo al pequeño agujero donde estaban las antiguas flores.  Giro su mano y la abrió con la palma hacia debajo de la cual cayeron las semillas. –Tardaran un poco- comento mientras tapara el agujero –la tierra necesita recuperarse pero puedo darles un poco de ayuda- palmo el montoncito de tierra.

Se levantó sacudió sus manos en el aire y camino hasta la gran fuente que se encontraba en el medio del invernadero.

Era una especie de pequeña isla, un árbol de sauce enorme se levantaba imponente en el centro,  rodeado de hojas trepándole y algunos ramilletes de flores rojas, amarillas y azules se expandían por su alrededor. No importaba cuantos años pasaran ella seguiría admirando ese pequeño paraíso dentro de aquel hermoso invernadero. Al ser el centro del lugar también significaba que ahí se encontraba la fuente, que dicho sea de paso, esa isla era la fuente. Toda esa vegetación se encontraba cercada por una construcción de piedra de la cual fluía agua. Cuando era pequeña le habían dicho que toda esa isla estaba sobre un manantial natural pero con el paso de los años comprendió de que era lo contrario el manantial había cambian con el paso del tiempo llegando a rodear aquella porción de isla, lo que la piedra rodeaba era el mismo manantial.

Se coloco junto a la piedra, tomo el pequeño cuenco de plata, lo sumergió  en el agua esperando a que se llenara. Lo retiro de ahí se giro  y con paso lento  volvió a su lugar inicial, se puso de cuclillas y deposito el contenido del cuenco de plata sobre el montículo de tierra.

-ahora crece  pero tomate tu tiempo- acaricio la tierra. Se levanto tomo la cesta para colgarla en su brazo.

-señora- escucho detrás de ella y se giro encontrándose con su viejo amigo.

-Noa- sonrió -¿Cómo estuvo la reunión en el concejo?-

-ajetreado- suspiro con cansancio –peor que cualquier otra reunión- contesto aunque por dentro pensaba que había sido el peor dolor de cabeza que había tenido en años.

-¿como se encuentra aquella panda de locos vejestorios?-  pregunto sonriente

-le recuerdo señora que usted ronda por la misma edad que esos vejestorios- Noa llevo su mano a su frente esperando alguna respuesta con furia por parte de la mujer. El siempre se defendía cuando Esther, su amiga de casi toda una vida humana, se enojaba cuando le decía vieja.

-bueno tu tampoco te quedas atrás- la mujer se coloco a su lado –lo que pasa es que habito este lugar y las reglas del tiempo aquí no se ajustan como en el mundo exterior-

-eso es cierto- Noa inclino hacia un lado su cabeza.

-y bien ¿a qué debo tu visita?- lo tomo del brazo y comenzaron a caminar alejándose del invernadero –además de darme el informe total sobre lo que se discutió en la reunión del concejo, que dicho sea de paso ya me estoy imaginando que fue muy aburrido-

-fue algo- noa hizo una mueca -diferente-

-¿enserio?- s pregunto sorprendida ella.

-señora-

-Karen, Noa ¿Cuántas veces debo decírtelo?-

-hay algo que debe de saber- Noa dejo pasar lo anterior –se trata de Alanís- Todo el cuerpo de Karen se tensó, ella detuvo el paso y casi se le aflojan los brazos y por un instante Noa se imagino como la cesta terminaría en el suelo.

-¿ella está bien? ¿No le ocurrió nada? ¿Qué sucedió Noa? – Karen comenzaba a entrar en la histeria.

-Karen debes tranquilizarte, déjame contarte lo que sucedió-

-pero ¿ella está bien no?- preguntó aferrándose a los hombros de Noa –dime que nada le ha pasado-

-ella está bien, pero algo paso debo advertirte que ahora está bajo la protección de la princesa Selene, fue bendecida por la princesa pero es probable que todo en su vida se vuelva un caos-

-¿Qué, que hizo la princesa?- pregunto Karen.

-necesito que te calmes y me dejes explicarte todo lo ocurrido-

-déjame ir a verla Noa- rogo Karen –tengo que verla, ella, ella me necesita ella- los ojos de Karen se empañaron –necesita saber-

-lo sabrá, luego de que cuente todo lo que ha pasado estoy casi seguro que iras por ella pero debes esperar necesitas recuperarte, tener fuerzas-

-yo estoy bien-

-no- negó Noa con la cabeza –debes recuperar la fuerza que perdiste en los últimos enfrentamientos debes estar tranquila-

-haz lo que te pide madre- se escucho una voz lejana –aparte Alanís en este momento se encuentra descansando de su desmayo-

-¡POR LA TIERRA!- exclamo Karen –SE DESMAYO POR QUE NO ME DICEN QUE HA SUCEDIDO-

-príncipe- dijo molesto Noa. –no la altere más de lo que esta-

-traeré un té para calmarla-el joven dio un paso hacia atrás- lo dejo en tus manos Noa- dijo antes de retirarse.

Noa murmuró algo parecido a “siempre lo dejan en mis manos.”

ALANIS

-Al fin te encontré-

-¿he?-

-¿Qué haces con mi chica?-



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En el texto hay: luna, mates, hombrelobo

Editado: 30.06.2020

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