Capitulo 14 sabor amargo con algo dulce.
ALANIS
Estúpida.
Eso era. Era una estúpida si Salomé me viera solo diría “te lo dije”.
Había amanecido, lo sé porque la luz del sol me daba de lleno en la cara, algo normal ya que mi ventana tiene acceso completo al sol cuando amanece pero no esperaba que algo colgando sobre mi estomago. Exacto un brazo
Me moví muy lentamente para no despertar a mi acompañante de cama, descubriendo una habitación algo vacía. Las paredes de color azul claro, no era un celeste pero tampoco era algo oscuro. Un plasma pantalla plana colgaba de la pared frente a la cama y por debajo de esta un mueble con un montón de cajas y algunos libro a medio ordenar.
Tentada a salir de la prisión rápidamente sin verle la cara a mi acompañante pero imagino no es muy bonito el susto que te puedes dar despertarte de golpe.
Me di vuelta lentamente para verlo y descubrir que a mi lado un castaño descansaba con la otra mano bajo su mejilla, un castaño conocido que se encontraba sin remera.
-mierda- murmuré mientras. Trate de sacarme su mano de estomago, descubriendo que estaba vestida, bien, eso era bueno no había signos de acción pero mi alegría se esfumó cuando recordé que lo que llevaba puesto era un vestido –doblemente mierda-. El castaño se movió acercándose más.
Me desespere, necesitaba salir de allí. Mire a todos lados descubriendo del otro lado de la cama, detrás de el una mesa de luz con un reloj marcando las seis de la mañana. –La put- casi grite pero el se despertó.
-buenos días- medio sonrió con los ojos cerrados. – ¿Cómo amaneciste?-
-bien- mentí era claro que mi amanecer que fue muy lindo. –Pero debería irme.- trate de sacarme su brazo de encima.
-quédate un rato mas- se removió –si me das tiempo para recuperarme podremos terminar lo que comenzamos ayer-
-ja- mala mía lo reconozco pero cuando estoy nerviosa o en una situación incómoda como ahora la risa nerviosa se hace presente. –lo siento pero debo… tengo cosas que hacer-
-vamos Nis- abrió los ojos paralizándome con la mirada. Si antes me sentía aprisionada ahora estaba claro que estaba sufriendo una especia de claustrofobia -quédate- hábilmente movió sus brazo haciendo que me tumbe otra vez a su lado, se levanto un poco dejando su rostro muy cerca del mío. –querías quedarte ¿recuerdas?- apoyo su frente contra la mía y los recuerdos, algo borrosos aparecieron en mi cabeza –el baile, tus brazos alrededor de mi cuello- suspiro y mi corazón se disparó, ¿A dónde? no se pero estoy segura que salto por la ventana y ahora se encontraba corriendo una maratón de cincuenta y dos kilómetros. –lo mas excitante ¿sabes que fue?-
-no- se me escapo con gemido, era una estúpida. El sonrió.
-tus besos- bajo sus labios hasta dejarlos a la altura de los míos pero muy cerca –cuando tomaste aquel fernet y luego me besaste me volviste loco con ese sabor amargo de la bebida pero tan dulce por tus labios- se acerco y no pude mas, lo reconozco esperaba que me besara. –Mi cabeza me está matando- se quejo cayendo a mi lado y ahí estaba yo esperando algo que era claro que no llegaría en ese momento.
Me libero de su prisión, llevando su brazo sobre cabeza tapándose los ojos, era mi oportunidad para irme pero no pude levantarme, estaba paralizada, el se quejó y de milagro pude levantarme apenas un poco pude apreciar su cuerpo. No, mejor dicho su torso, muy marcado y gracias a Dios el cubrecama aparecía estratégicamente a milímetros debajo de su ombligo porque juro por la memoria de mi abuela que nos soy tan fuerte.
-no hagas eso-
-¿hmn?-
-no te muerdas el labio- suspiro –hace que me acuerde de todo los besos que disfrute- su voz se fue apagando dándome a entender que se quedo dormido. Volví a ver el reloj y solo habían pasado diez minutos
-dame un respiro- murmuré, debía correr. Me despedí del cubrecama, odiando esa idea por el frio que percibí, la idea de quedarme en la cama con el cubrecama a la altura de mis orejas era tentadora pero no iba a poder resistir la cercanía de cierto castaño que estaba más bueno que comer mermelada de manzana con cuchara. Salí de la cama recibiendo la hermosa textura de la alfombra de color crema.
Tanteé mi cuerpo encontrándome con las medias puestas y la ropa interior en su lugar, si no hubo acción y festeje por eso haciendo un pequeño bailes con un suspiro de alivio. Luego recordé que no podía haber ningún tipo de acción y comprendí por que no había pasado nada, por lo que espero que el sigua con los pantalones puestos. Rodeé la cama encontrándome con mis botas y la campera en el suelo, me calsé mientras pasaba el brazo derecho por el interior de la manga derecha mire por la ventana, el cuarto se encontraba en la planta baja de la casa por lo que podría salir perfectamente por ahí.
¿Por qué no salir por la puerta como la gente normal?
Simple, era probable que tuviera puesta la llave. Poco probable ya que ambos estábamos un poco tomados. Segundo como explico que hago en aquella casa con estas pintas a estas horas de la madrugada si me encuentro con alguien de la manada o conocido del pueblo, era una clara sentencia de muerte. Y tercero y lo mejor, era que la ventana de la habitación se encontraba estratégicamente al patio el cual estaba cerca de un gran grupo de arboles que si no me equivocaba, y cosa muy improbable, si lo atravesaba llegaría muy rápido a casa.
Era obvio no lo dude abrí la ventana y el quejido detrás de mi llamó mi atención -Alanís- me llamo pero estaba dormido, se me estrujo el corazón, se lo veía muy tierno así pero mi cabeza tendría precio si no aparecía en casa y debía correr.
Cruce mi cuerpo y eche a correr, no me fije en cerrar la ventana no tenía ese tiempo. Solo tenía que correr y con las botas con tacos eso era casi suicida.
-NIS- grito Amón dándome un susto logrando que me diera un golpe en la nuca con un estante.
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Editado: 30.06.2020