Estaba intentando controlar mi mente, manteniéndola a raya para no imaginar que era yo quien la sostenía de aquella manera.
Fallé.
── May, si Lucas despierta…
── Estaré aquí, tranquilo. ──Le responde con una sonrisa algo triste, también está preocupada.
── Si nos necesitas, toca la puerta. ──Termina de decir, entonces me observa── Gracias, Mario.
── Yo de verdad…
── Nada es tu culpa, hombre. ──Dijo con una sonrisa── Gracias por cuidarla.
Sí bueno, cuidarla, déjame dudarlo. Rebeca está completamente adolorida.
Se la lleva a la habitación sin decir más.
── ¿Eso fue controlarse? ──Me pregunta May con algo de dureza.
La veo mal.
── Estoy muy bien, gracias por preguntar. ──Digo algo sarcástico.
── No te hagas el ofendido conmigo, estabas algo cerca de ella.
── Pero no estaba encima de ella o haciendo algo indebido. ──Contraataco.
── ¿Qué harías si tú descubres a Cristian así de cerca con tu esposa? ──Se cruza de brazos mientras se acerca── Sabiendo que tiene emociones ocultas.
Enloquecería.
La respuesta llego de forma automática y me sentí terrible, porque May tiene razón. Me estoy aprovechando de la confianza que me tiene López con todo esto, lo uso a mi favor para acercarme más a su esposa y eso está terriblemente mal.
Recuerdo mi comportamiento en el centro comercial y sentí vergüenza de nuevo de mí mismo, por cómo tomé su rostro como si fuera mía.
Ella no es mía.
Su corazón era de alguien más, y yo estaba aferrándome patéticamente a lo mínimo que podía de ella.
── Lo lamento, May. ──Digo con sinceridad── Pero no iba a hacer nada, te lo aseguro. Estaba y estoy bastante preocupado por haberla hecho caminar tanto.
Ella suspira, calmándose un poco al escucharme.
── No fuiste tú. ──Aseguró, sentándose a mi lado── Ella es bastante terca con querer demostrar que puede sola, puedo decir con seguridad que ella fue la que te insistió a ir por las escaleras.
Y sí, sí fue ella.
── Aun así…
── Ella es terca, lo digo en serio. ──Insiste── Cristian debe batallar cada día para que se lo tome con calma. No te culpes por lo de hoy.
Ella me toma de la mano y yo la veo, alzando las cejas.
── ¿Qué haces? ──Cuestiono algo incomodo.
── Te brindo mi consuelo. ──Responde como si fuera obvio.
── No quiero tu consuelo. ──Retiro mi mano de su agarre, ella entrecierra los ojos al verme hacer aquello.
── No tenías por qué ser tan grosero.
── Para darme consuelo no tienes que estarme tocando.
── Ah, ¿O sea que si Rebeca te toma de la mano también la apartarías? ──Me mira con clara burla.
── No te pases.
── Tú empezaste. ──Ríe bajito── Te lo ganas por ser un maleducado conmigo, solo he querido ayudarte.
Aquello me recuerda…
── Hablando de ayuda, que terrible consejo me diste la otra noche. ──Le recrimino de mala gana.
Ella hace un gesto lleno de diversión.
En definitiva, una pequeña demonio.
── ¿Qué consejo te di tan terrible?
── Que desviara mis sentimientos como si fuera un ataque de Anime o algo así.
── ¿Algo como el Kamehameha o el Rasengan?
Alzo las cejas, admito que eso me ha sorprendido, pero no pienso dejar que me distraiga con eso.
── Eso da igual. ──Le digo── Me metí con una mujer por tu culpa.
Entonces me mira con dureza.
── Espero que esa mujer no sea Rebeca.
── ¿Qué? ¡No!
Tapo mi boca, pero es demasiado tarde, Lucas se despierta y comienza a quejarse por su sueño interrumpido.
── Bien hecho, padrino. ──Espeta y se levanta, tomando a Lucas en brazos.
── Es tu culpa por las locuras que dices. ──Espeto de igual manera.
── No me has respondido.
── Claro que no haría nada con Rebeca, por mucho que te cueste creerlo, por encima de todo, la respeto y a mi amigo también.
── Me cuesta creerte luego de ver como la veías.
── ¿Por qué te importa tanto?
── Defiendo a mi mejor amiga y a mi primo. ──Gruñe── Tal vez no te hagas una idea de lo obvio que eres, tienes suerte de que Rebeca y Cristian sean inocentes.
Me muerdo el labio.
── Bueno, eres mi salvadora, ¿contenta?
── No. ──Escupe── No eres el único que se está jugando el cuello aquí, ¿sabes lo que me haría Cristian si se entera que yo lo sé?