Al día siguiente, estoy en mi apartamento arreglándome para salir con todos los chicos. Iríamos todos a un restaurante para celebrar el embarazo de Rebeca, por su estado no podríamos ir a un bar, lo cual era mejor.
Era mejor evitar esas sustancias, ya que parecen volverme un peligro despechado andante.
Llego al restaurante y los veo fácilmente, algo que siempre me ha funcionado con López es, si se me pierde, solo basta buscar entre cabezas. Su color de cabello destaca demasiado.
── Debimos pensarlo mejor. ──Dice Frank, riéndose de la cara de López, que estaba pálido── Cristian vomitará en cualquier momento.
── No es mi culpa que los que están al lado de nosotros hayan pedido mariscos. ──Se queja el pelirrojo.
Aun así, las náuseas se fueron y pudo relajarse.
Ordenamos y charlamos mientras esperamos, mi mirada de vez en cuando se perdía y aterrizaba en Rebeca.
── Te está creciendo el cabello. ──Me acerco y toco las puntas.
── Sí, planeo cortármelo mañana. ──Dice ella.
── ¿Por qué no dejas que crezca?
── No me gusta el cabello largo. ──Arruga la nariz── Me estorba, me da calor y nunca sé cómo arreglarlo.
Apenas jugueteo con el cabello entre mis dedos, siento unas uñas clavarse en mi muslo. Mis ojos arden ante el dolor que eso provocó.
Me enderezo y volteo, May.
Sonrío con todo el disimulo que puedo para que no se note mi sufrimiento.
── ¿Estás loca? ──Cuestiono, finalizando con una sonrisa de boca cerrada.
── Sí. ¿No te habías dado cuenta? ──Pregunta de forma inocente.
── No, tenía la esperanza que hubiera un poco de cordura en tu cabeza.
── Oh, créeme que la hay. ──Dice mientras toma un sorbo de agua── Es otro que no la tiene.
Aprieto los labios mientras la veo, ella entrecierra los ojos.
── ¿Se van a dar un beso o algo así? ──Pregunta Frank con diversión, causando que May y yo nos tensemos.
── Cierra la boca. ──Le gruño.
── Frank, no digas eso. ──Se queja López.
Estaba a punto de decir otra cosa cuando escucho una voz familiar que no me gusta nada.
── ¡Oh! ¿Cristian? Tanto tiempo sin verte. ──Rafael.
De verdad, de todos los sitios, de todas las horas, de cualquier momento ¿Teníamos que coincidir ahora?
López le dedica una sonrisa de boca cerrada mientras pasaba un brazo por encima de los hombros a Rebeca, atrayéndola a él.
── Hola, Rafael, cuanto tiempo. ──Dice amablemente── ¿Recuerdas a Rebeca? Es mi esposa. Ballerina, tal vez lo recuerdes de mi clase en la Universidad.
Rebeca parpadea en su dirección.
── Es difícil olvidarme, ¿verdad? ──Le pregunta Rafael a Rebeca.
── La verdad es que al único que recuerdo de la clase de Cristian es a Mario, lo lamento. ──Musita apenada.
Me muerdo el labio para contener la sonrisa.
Rafael me observa y luego observa a May, que está a mi lado. En un instinto protector parecido al de López, paso un brazo sobre los hombros de ella para atraerla a mí.
── Cristian, creo recordar que nos prohibiste acercarte a tu prima.
── Mario es mi mejor amigo, le confiaría a mi Ballerina ciegamente.
Ay, santo padre.
No soy capaz de verlo ante sus palabras, siento que me delataré.
── Mmm… ──Mira a Rebeca con cierta malicia, y tanto López como yo nos tensamos── No deberías, parece gustarle las mujeres casadas.
No tengo tiempo de reaccionar, porque May sale en mi defensa.
── Y a ti las inalcanzables. ──Ataca May.
Rafael la mira con total enojo. Parece querer decirle algo, por lo que intervengo.
── No hagas esto incómodo, ¿quieres? ──Le pido.
Me mira con cierta malicia.
── Entonces, ¿no es cierto que estás enamorado?
Me está provocando, pero no cederé tan fácil.
── Por supuesto… del desayuno. Lo nuestro es real y jamás me va a traicionar. ──Digo con sarcasmo.
Siento a May temblar de la risa, al verla, ella se acurruca más a mí para ocultar su diversión.
── Bueno, en fin. ¿Qué celebramos? ──Cuestiona, tomando asiento con nosotros── Me encantaría ponerme al día con ustedes.
── La verdad es que celebramos el segundo embarazo de mi esposa. ──Dice López con una sonrisa de lo más amable.
Parece que mientras más es el enojo, mayor es la sonrisa. Y eso me da miedo.
Frank intenta guiar la conversación y lo agradezco profundamente, que Rafael nos observe con tanta inocencia fingida me pone de lo más tenso. Cuando llega nuestra orden él sonríe con cierta pena.
── Mmm, parece que llegué tarde para tomar la orden.