Melodía Disonante (colección: Caleidoscopio de Emociones #2)

Capítulo XV

Muevo mi pie derecho al ritmo de la música, totalmente concentrado en mi trabajo.

Desde que toqué esa maldita guitarra aquel día, ciertas viejas costumbres habían vuelto a salir a flote. No podía escuchar ni una melodía sin querer acompañarla, no podía no hacerlo. Era algo que simplemente hacía de forma automática.

Había olvidado que, hacer esto, ayudaba a concentrarme con mayor facilidad. Estaba escuchando música en el trabajo y simplemente me perdí.

Son solo estos momentos donde me olvido por completo de mi alrededor y mis preocupaciones, solo así dejo de pensar que me encuentro en la empresa y en su lugar, siento que estoy en mi propio mundo. Puedo estar así todo el día y no notarlo.

Había pasado un mes donde tuve que volver a tomar distancia con los López y May, no queriendo causar más problemas o incomodidades. Por lo que todo marchaba muy bien para mí, era agradable cuando los sentimientos estaban a raya, si sigo así con algo de suerte la habré superado para final del mes.

Había llevado a Rose a conocer a mamá, como una amiga, claro. Ella se puso de lo más contenta al recibir a alguien en casa. Al final del día mi propia madre me ignoró por completo mientras pasaba tiempo con Rose, invitándola a ir cuando quisiese.

Tomo mi celular de forma distraída al recibir un mensaje, arrugo la frente al ver un numero desconocido.

Numero desconocido: ¡Hola, Mario!

¿Eh?

Yo: ¿Quién es?

Recuerdo perfectamente que guardé el contacto de Rose, dudo que haya cambiado de número tan rápido.

Tomo con cuidado el cable que voy a conectar cuando me llega otro mensaje.

Numero desconocido: Soy Rebeca. Lamento molestarte, había olvidado por completo escribirte.

── ¡Mierda!

Alejo la mano del cable que tenía en la mano, fue tanta mi impresión que me dio una ligera descarga que sacudió mi brazo por completo.

Justo cuando todo marchaba de lo mejor, viene ella y me escribe.

Entro en pánico, ¿Qué se supone que debo hacer cuando me dije que debo mantener mi distancia? En mi mente solo se reproduce aquel roce en mi mejilla y me estremezco, porque aún puedo sentirlo a la perfección sin poner mucho esfuerzo.

Mi corazón late más rápido que nunca al tener finalmente su número, por lo que me prometo a mí mismo no ingerir alcohol de ahora en adelante.

Como el débil y patético que soy, le respondo.

Yo: No te preocupes, ¿Qué puedo hacer por ti?

Puedes pedirme que te baje un planeta y juro que lo haré.

Vale eso sonó estúpido, incluso para mí.

Rebeca: Estoy con Frank en el centro comercial, le pedí que me acompañara para evaluar las opciones que tenía pensada para ti. Creo que hemos llegado a un acuerdo, ¿crees que puedas venir?

Ni lo pienso.

Yo: Enseguida voy.

Mando al diablo todo lo que estoy haciendo, me estaba quedando tiempo extra, pero ahora ya no me apetecía seguir haciéndolo.

¿Qué tan patético puedo ser?

Me había regañado y dicho de tomar mi distancia, pero solo con ella pedirme que fuera, tire todo eso por la ventana.

Me despido de todos, que me miran algo extrañado ante mi nuevo arranque de energía que no tenía al llegar, no los puedo culpar. Estoy completamente loco.

Llego sin problemas, parezco desesperado de volver a verla, este mes no fue del todo fácil, se trató de regañarme una y otra vez por las locuras que había estado haciendo, de haber arrastrado a May en este secreto que me hacía perder la cabeza.

Le había escrito poco a May, aún le debía una enorme al evitar que llamara a López o a su… esposa.

Esa palabra me saca una mueca.

Había enviado uno que otro mensaje para asegurarme de que Rafael no la acechaba, pero ella me aseguraba que todo estaba bien.

Me había dejado inquiero su actitud luego de la cena aquella vez, ahora sumando a como la vi en aquel café, pero ella siempre asegura que está bien. No me queda de otra que creerle.

Todo pensamiento se borra cuando veo a Rebeca y es inevitable mi sonrisa, se ve adorable. Aún no se notaba su embarazado, apenas y tendría como dos meses, soy malo con las fechas.

Sin evitarlo, llego y la abrazo alzándola para dar una vuelta.

── ¡Espera! ──Ríe ella── Me puedo marear.

── Nah, López es el que está con esos síntomas.

La bajo en un arrebato beso su cabeza, veo de reojo como Frank me mira con atención y es cuando decido soltarla. Se había sonrojado fuertemente y tuve que reprimir una sonrisa por ello.

Entonces ella habla.

── Ciertamente, se marea de nada mi pobre pelirrojo. ──Hace un puchero tan adorable que ni presto atención a cómo se refirió a López.



#6727 en Novela romántica
#3089 en Otros
#642 en Humor

En el texto hay: erótica, romance, romance y desamor

Editado: 14.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.