Cristian
Cierro la puerta tras de mí, tomo profundas respiraciones mientras veo el piso. Parte de mí seguía procesando lo que acababa de pasar, mi mente no quería ni creer lo que mis ojos vieron.
De solo recordar como tomaba su rostro, me agito completamente.
Siempre me había dicho que todo podía arreglarse hablando, pero el día de hoy eso fue puesto a prueba. Era la primera vez que me molestaba de esta manera, me siento tan abrumado, avergonzado y expuesto al haber perdido el control de mis propias emociones.
Recuerdo las veces que Rebeca me explicaba cómo se sentía cuando no podía controlar su ira en ocasiones, cómo sentía que la dominaba al punto de la desesperación. Siempre quise entenderla para poder ayudarla como necesitaba.
Hubiese preferido no hacerlo.
Era una sensación muy incómoda, sentía que me robaba la cordura.
Jamás en mi vida había deseado tanto golpear a un ser humano, ni siquiera al imbécil que atropelló a mi Ballerina.
Recuerdo las veces en que Mason se le acercaba, se notaba a kilómetros su claro interés por Rebeca, recuerdo cuando tomó su mano sin importar que yo le estuviera viendo. Me molestó, claro que sí. Pero lo que más me molestó fue el hecho de que parecía disfrutar de la incomodidad de Rebeca, en cambio Mario…
Me dijo que está enamorado de Rebeca, aquello no solo me enojó. Despertó en mi todo tipo de miedos, dudas e inseguridades que nunca antes había tenido. ¿Y si…?
── Cristian…
Levanto la mirada de golpe.
Mi hermosa Ballerina.
Miro su rostro con desesperación, intentando ver hasta el mínimo detalle, en busca de…
¿Y si le gustó? ¿Y si la hizo dudar? ¿Y si ya no quiere estar conmigo?
No tengo tiempo para eso.
Actué como un loco, la asusté, la hice sentir mal con mis actitudes y eso no me gusta.
Camino con decisión hasta ella, y veo cómo se pone nerviosa. Aquello me duele, no me gusta que me tema. Siempre la he tratado como lo que ella es, una reina para mí, la dueña de mi alma y mi cuerpo.
Por lo que me arrodillo frente a ella, ignorando el dolor que sentí en las rodillas al hacerlo de golpe.
Ella jadea.
── Espera, no. ──Pide── No hagas esto, por favor. Sabes que esto no me gusta.
── Perdóname, Rebeca. ──Le suplico, mi cuerpo entero temblaba. El miedo de haberla herido me estaba matando── Lo lamento, no debí ponerme así, no debí mirarte como lo hice. Lo lamento.
Ella se arrodilla frente a mí, tomando mi rostro con firmeza.
── Cristian, yo no tengo nada que perdonarte. Todo esto… ni yo misma entiendo lo que ha pasado del todo.
Tomo su rostro, totalmente desesperado.
── ¿Estás bien? ──Ella se sonroja al ver cómo la estaba evaluando, me suelta por completo para que yo pueda seguir revisándola── ¿Te lastimó? ¿Te tomó con mucha fuerza?
── No, no… ──Pone sus manos sobre las mías── Lamento esto, Cristian. Él de repente se acercó, no lo vi venir…
Mi rostro se contrae con dolor, recordar que sus labios…
Me estremezco por completo.
── ¿Te gustó? ──La pregunta sale de mis labios antes de que pueda detenerla── Lo siento, yo…
── Cristian…
── Necesito saber si te gustó. ──Suplico── Necesito saber si quisiste corresponder y no lo hiciste por respeto a mí, necesito saber si sientes algo por él. Solo… necesito saberlo.
── ¿Por qué?
── Porque te dejaré ir si eso es lo que te hace feliz. ──Dije sin dudar── Si es lo que quieres, te lo daré. Jamás me molestaré contigo, por ninguna razón. No quiero obligarte a estar a mi lado, siempre te lo he dejado claro, quiero tu felicidad por encima de todo…
Me besa.
Tiemblo por completo, cada una de mis dudas se fueron borrando hasta dejarme en blanco.
Me dedico a borrar cualquier rastro que haya quedado de labios invasores, que me saboree por completo a mí. Intento dar lo mejor de mí para que sea el mejor beso de su vida, que vea que puedo ser mejor.
Lo cual es difícil, Mario… siempre conquistó a cualquier mujer que se le pusiera en frente, no había quien se le negara. Si Rebeca lo prefiere solo debo aceptar mi derrota y ya está.
Duele a horrores pensar en eso.
── No tienes que dejarme ir. ──Dice ella entre besos, suspiro cuando la siento besar mi cuello, intento separarla para verla, pero se resiste── Los únicos labios que yo quiero besar el resto de mi vida son los tuyos.
── ¿Estás completamente segura? ──Jadeo cuando siento que mueve mi camisa para morderme el hombro.
── Sí. ──Vuelve a subir por mi cuello entre besos, entonces toma de nuevo mi rostro para verla── Lamento eso, Cristian. Lo estaba empujando, de verdad. No creas que estaba…
── Jamás dudé de ti.
── Pero tu mirada en ese momento… ──Sus ojos se entristecen── Jamás había visto esa mirada en ti para mí. Fue algo que me dolió.