Melodía Disonante (colección: Caleidoscopio de Emociones #2)

Capítulo XXXVI

Cristian

Me pongo el destornillador en la boca mientras subo la escalera para llegar a la cámara de seguridad en la tienda donde trabaja Rose.

Tengo esta mala costumbre cuando trabajo de ponerme las herramientas en la boca, es algo que mi Ballerina me regaña cada que me ve. Sé que no debería hacerlo, solo Dios sabe todo tipo de bacterias que tiene por andar rondando por el suelo.

Pero sigo haciéndolo.

Uso el destornillador para acceder a los cables.

── Bingo. ──Murmuro cuando encuentro el problema.

Vuelvo a ponerme el destornillador en la boca mientras uso el multímetro para corroborar lo que sospecho.

Mi empresa ofrece este tipo de mantenimiento a quien lo solicite, soy el único que se ha llevado bien con Roberto, el dueño de la tienda. Es algo mayor, todos se desesperan al tratar con él diciendo que es imposible, pero yo no lo veía así, es un señor muy amable si tienes paciencia en explicarle lo que sucede.

Veo de reojo como Rose se acerca a un cliente para sonreírle y recibirlo.

Debo hablar con ella.

El problema es que no encuentro el momento, siento que estoy en un aprieto.

No sé cómo se va a tomar Rebeca toda esta situación, en cómo dejarle claro que yo jamás hice algo para alimentar los sentimientos de Rose. Ahora entendía porque Rebeca me repetía una y otra vez todo lo que permitió con Mario en su inocencia, aclarando que ella lo había visto como algo normal en él, diciendo que no era su intención.

De verdad que estar en esta situación es incómodo.

Pero debía encontrar la manera de hacerlo bien, no quiero que Rose se aparte, es muy cercana a Mario.

Aquello me hace pensar en cómo Mario habla de ella.

Mario siempre habla de mi punto débil, pues… Rose parece ser el punto débil de Mario además de May.

La verdad es que es sorprendente que no haya intentado ligar con ella, es casi un milagro. Por eso tanto Rebeca como yo, queremos conocerla.

── ¡¿Quién diablos te crees que eres?! ──Volteo para ver como el mismo cliente que había recibido momentos atrás la mira de forma amenazante── ¿Acaso es tan difícil bajar más el precio?

── Es que… eso es lo mínimo. ──Dijo Rose, con una sonrisa nerviosa── Puede probar con el sistema de apartado si no tiene para pagarlo ahora y…

── ¿Estás insinuando que soy pobre o algo? ──Se acerca a ella y es ahí donde reacciono.

Llego en un segundo, poniéndome a su lado. Alzo las cejas hacia el hombre que retrocede al ver mi mirada.

Yo no suelo molestarme, pero por alguna razón… cuando lo hago doy miedo. Ni idea de cómo logro tal cosa, pero aprovecho lo que tengo, no soy tan bueno como Mario en las peleas. Soy más que consciente que el primer golpe que le di fue una sorpresa, pero el segundo no, sé que Mario se dejó estar.

── ¿Ahora tienen guarda espaldas? ──Se mofa, apenas avanzo un paso hacia él, suelta el peluche── De todos modos, ni me gustaba tanto ese misero peluche.

Es lo más tonto que he escuchado.

Es como ver una rabieta de un niño pequeño, todo por un peluche. Ni Lucas se pone así cuando entro con él en las tiendas de juguetes.

Cuando lo veo salir de la tienda, me entra la culpa.

── Demonios, creo que perdieron un cliente.

Rose comienza a reír.

── Ese señor venía todos los días. ──Cuenta mientras toma el peluche para regresarlo a su lugar── Siempre me gritaba por algo distinto, espero que no regrese pronto.

Aquello me molesta.

Nunca falta el típico cliente que tiene un mal día y no se le ocurre otra cosa que desquitarse con un simple empleado, entiendo que tenga un mal día. Pero todos lo tenemos.

¿Es necesario desquitarse con ella?

Me apoyo en el mostrador mientras observo a Rose acomodar los peluches, se ve inmersa en lo que hace. Por lo que yo me encuentro Intentando ver lo que Mario ve en ella.

No la conozco lo suficiente, pero hasta ahora, puedo entender un poco.

Tiene la misma dulzura de Rebeca, se nota a kilómetros, lo más curioso es que, Mario no sienta nada de eso por ella, pero con Rebeca si lo sintió.

Ella al ver que la veo con tanta atención, se sonroja.

Es ahí cuando reacciono, debo tener cuidado para no alimentar lo que siente. Desde que Mario abrió la boca, pude notar cada uno de sus gestos, sus nervios cuando me acerco, como parece convertirse en un tomate y encogerse. Creía que era tímida, pero solo bastó observarla interactuar con Mario para ver cómo es realmente, es claro que no es tímida.

── Oye, me gustaría hablar contigo de algo. ──Digo mientras vuelvo a acercarme a la escalera── ¿Cuándo tienes tiempo?

Ella me sigue, intrigada.

── ¿Sucede algo?

Volteo para que no vea como mi rostro se calienta, la vergüenza era mucha.

── Nada malo. ──Aseguro, aunque para ella…── ¿Tienes tiempo mañana? Salgo del trabajo temprano y vengo a buscarte.



#2605 en Novela romántica
#919 en Otros
#323 en Humor

En el texto hay: erótica, romance, romance y desamor

Editado: 14.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.