── ¡Rosie! ──Digo con una enorme sonrisa apenas cierro la puerta.
¿Qué recibo a cambio?
── ¡IDIOTA! ──Grita totalmente enojada, me golpeaba sin parar con su bolso una y otra vez── ¡Eres un idiota! ¡El peor! ¡Te juro que sí! ¿Cómo pudiste decirle a Cristian mis sentimientos?
No puedo evitar sentirme mal a escucharla, desde que lo dije la incomodidad de la culpa se retorcía en mi pecho como una sanguijuela.
Me estremezco en pensar en una, la verdad es que las sanguijuelas me ponen la piel de gallina.
López se fue luego de mi vómito verbal de autodesprecio ante la situación de May, y por lo que parece ser, fue a hablar con Rose.
Mi amigo me había llamado para que supiera que ya había conversado con Rose, que se había disculpado si algo la había hecho pensar mal o algo. Aparentemente la invitó a un café para relajarla, porque estaba que se moría de la vergüenza.
Antes de colgar me dijo que se lo dirá a Rebeca. Ni idea de cómo ella reaccione.
Rose me llamó apenas López la dejó, por lo que la invité para que pueda venir y hablar conmigo con toda la privacidad que quiera. Una privacidad que ella aprovechó para comenzar a gritarme, ni mi llamado cariñoso pudo calmarla. Mis vecinos pensarán que tengo una vida de lo más interesante, escuchando a dos mujeres y un hombre insultarme de diferentes maneras el mismo día.
── Lo lamento, Rosie.
Ella comienza a llorar y entro en pánico.
── ¿Por qué se lo dijiste? ──Se queja entre lamentos── Yo iba muy bien, lo estaba superando. Y tú…
── Lo lamento.
Entonces se tapa el rostro con ambas manos.
── Estaba tan avergonzada que comencé a llorar en su presencia, que idiota soy. ──Me le quedo viendo, ella aparta sus manos al darse cuenta de algo── ¡Me abrazó!
De pronto comienza a reír.
Las mujeres están locas.
── ¡Me abrazó! ──Dice y me abraza── ¡Me abrazó!
── ¿Te abrazó?
── ¡Sí! ¡Me abrazó! ──Sonreí al entender ese sentimiento── Se sintió… ¡Ah! ¡Me abrazó!
¿Será que se abrazaron? Tengo dudas.
── ¿Cómo se sintió? ──Le pregunto.
Ella me sonríe.
── La verdad es que fue mucho más liberador que la maldita carta. Tenías razón, la carta es una tontería.
── No, de hecho. Yo quiero darte la razón. La carta es una buena idea.
── ¿Escribiste una carta?
── No. Pero el simple hecho de poder expresar y dejar salir lo que sientes… fue lo que de verdad me ayudó.
Rose suspira y se acurruca en mi pecho.
── La verdad es que sí. ──Admite── Decirlo… fue mucho mejor.
── Al menos tú no lo besaste y jodiste una relación de mejores amigos.
── Tal vez. ──Dice── Pero me abrazó. Puedo vivir con eso.
Planeo molestar a López de formas incalculables con ese famoso abrazo, ya puedo imaginar su rostro avergonzado.
Claro… que no me escuche Rebeca.
── Me dio curiosidad. ──Digo y ella levanta la mirada para verme── ¿Te abrazó?
Enrojece.
── Búrlate si quieres. Estoy feliz, ninguna tontería que digas me quitará el buen humor.
Río un poco.
── Bueno, cuéntame cómo se dio ese famoso abrazo.
Vuelve a acurrucarse en mi pecho para contarme.
Durante todo el rato en el café, López intentaba animarla, indicándole la cantidad de chicos que ha notado que van tras ella y Rose no se percata por estar viéndolo a él. Diciendo que solo le espera una felicidad incalculable cuando conozca al indicado para ella.
Rose había salido con un semblante tan triste y avergonzado, que mi amigo sin contenerse la abrazó.
Sonreí, celebré secretamente que ambos dejáramos atrás la tontería finalmente.
***
Al día siguiente voy directamente a la casa de ellos al salir del trabajo, ambos se encontraban en la entrada, López cargaba a Lucas y Rebeca le hacía mimos.
Se ven adorables, pero empalagan.
Entonces ellos me ven y se acercan, Rebeca abre la puerta del copiloto y se adentra de un salto.
Cuando va a cerrar la puerta, López la toma, deteniéndola.
── Mario. ──Me sonríe de la forma más amable del mundo, trago saliva algo nervioso── ¿Qué tan bueno es tu seguro médico en caso de un accidente?
Eh…
── Lo cubre todo.
Sonríe abiertamente.
── Vaya, es muy bueno saberlo. ¿Verdad, Ballerina? ──Pregunta con tanta dulzura que me inquieta.
Parece un psicópata.
Rebeca enrojece.
── Cristian, para.
Pero él se acerca al rostro de ella, aprovechando que Lucas estaba más concentrado con la cruz sobre el pecho de Rebeca, que en las acciones de sus padres.