Luego de un rato, López y Rebeca se quedaron viendo algunas cosas de bebé, lo cual fue adorable, parecían perdidos imaginando cosas.
Aprovecho y veo a May.
── ¿Te gustaría ir a cenar conmigo? ──Ella alza ambas cejas── Iremos a un lindo restaurante, te compré un vestido para el momento.
── ¿De verdad? ──Ronronea y me abraza── Tú no eres de cenas.
── No lo soy. ──Acepto── Pero no lo era porque estaba reservando esos detalles especiales para ti.
Desvía la mirada, pero pude ver cómo se sonrojaba con fuerza.
── ¿De verdad? ──Pregunta en un hilo de voz.
Me había hecho esa pregunta muchas veces, parecía incrédula a que alguien la quisiera, aquello me conmovió.
── No te acostumbres tanto. ──Entonces volvió a verme── En cualquier momento este príncipe encantador se irá y volverá el loco que te rompió la ropa.
Ella ríe.
── Ese loco me cae bien.
── Por supuesto que lo hace. ──Beso su cabeza── También estás loca.
Al dar otra vuelta, recuerdo el regalo que me había dicho Rebeca para comprar. Tendré que pedirle los detalles por un mensaje, no quiero que May me vea comprarlos.
***
Estaba en casa con mi madre, es su cumpleaños y quise darle una sorpresa que sé que no espera de mí.
No, no es un nieto.
Todo iba bien con todos los familiares, estaba mi hermano Cristian con su esposa e hijos. Cada uno de nosotros estábamos consintiéndola a más no poder, es una mujer especial y se merece todo lo que podamos darle y más.
Al ver que estaba entristeciendo al recordar anécdotas de papá y del abuelo, suspiré y me levanté. Ella no me observó, estaba concentrada en sus recuerdos, por lo que la tomó por completa sorpresa cuando me senté en el piano y comencé a tocar para ella.
Ella dejó de hablar casi de inmediato, y no solo ella. Todos los presentes dejaron de hablar cuando escucharon cómo comencé a tocar con total fluidez y calma.
Sé que a más de uno le dolió que dejara a un lado la música cuando el abuelo falleció, algunos no entendían que sin el abuelo… la música había perdido total sentido para mí.
Claro que… no contaba con la aparición de cierta muñequita, que logró encender de nuevo esa llama que creí apagada. De solo volver a tocar, pude sentir a mi abuelo y a papá cerca de mí de nuevo.
Siento las manos de mi mamá sobre mis hombros.
── Volviste a tocar. ──Murmura de lo más feliz.
Sonrío.
── Sí.
── No sabes lo feliz que me hace verte así de nuevo. ──Besa mi cabeza y me abraza── ¿Qué te inspiró? Esa canción que tocas es muy bonita.
── Es una nana.
── ¿De quién?
── De mi musa. ──Subo la mirada para verla, sin dejar de tocar── Espero que no te moleste que traiga a una chica por aquí un día de estos.
Ella parece querer llorar, y como reacción casi automática a sus lágrimas, digo una tontería.
── También está casada, espero no te importe.
Mamá me pellizca.
── ¿No te bastó con una o qué? ──Gruñe.
Comienzo a reír.
── La adrenalina de ser atrapado lo hace emocionante. ──Bromeo y cambio de canción, salvándome de otro pellizco por parte de mi mamá.
Ella se queda paralizada, puedo entender por qué. Esta canción era la que siempre le tocaba el abuelo en fechas importantes, o cuando simplemente mi mamá estaba triste.
Algo que me encanta recordar, y que ahora soy capaz de hacerlo sin sentir tanto dolor. Era la relación del abuelo con mi mamá.
Por eso me duele tanto ver a Rebeca pelear todo el tiempo con su papá, tener que ver cómo enfrenta la indiferencia de la persona que la trajo a la vida. Ahora solo puedo ver la versión de Rebeca que está cansada de esperar, pero según lo que he escuchado, ella suplicaba cada día por su atención, solo que no recibía nada.
¿Cómo un padre puede ser así?
Mi abuelo escuchaba cada cosa que mamá quería decirle, hasta la más tonta, y mi mamá se sentía escuchada, amada. Una relación tan bonita que cuando él se fue… el dolor fue devastador.
Suspiro, dejando salir lentamente el aire de mis pulmones. Definitivamente, volver a tocar me hacía reconectar conmigo mismo, me sentía… feliz.
Me avergüenzo de haber sido un salvaje tanto tiempo.
── Quiero conocer a esa chica. ──Dice mamá── Esté casada o no, quiero ver quien es la responsable de devolver a mi bebé. No sabes… lo orgullosa y feliz que me pone verte así.
Vuelvo a sonreír.
── ¿Bebé? ──Escucho a Cristian burlarse── Oooh, el bebé consentido de la casa.
Ruedo los ojos.
── Tienes envidia porque soy el favorito.
── Ya quisieras ser el favorito, ayer mamá me dijo lo orgullosa que está de mí.