Capítulo 2

En un tiempo olvidado, los signos del destino se deslizaban lentamente ante los ojos de Morgana, la hechicera más poderosa, como sombras danzantes en un crepúsculo eterno. En su mente, perduraba el eco del último adiós que le dio a su amado Merlín. Una despedida marcada por la tristeza y el dolor que nunca se desvanecieron. Desde aquel instante fatídico, la ausencia de Merlín se convirtió en una herida abierta. Un recuerdo persistente que la acompañaba en cada rincón de su ser. Recordándole lo que había perdido y lo que jamás volvería a encontrar. Cada día que pasaba sin él era un recordatorio de su amor truncado. Un susurro de lo que pudo haber sido y que, sin embargo, se desvaneció como el humo entre sus dedos.

Y aquel amor que una vez iluminó el alma de Morgana se desvaneció en un profundo abismo, engullido por el odio y el rencor hacia los seres humanos. Su corazón, que antes rebozaba bondad y sencillez, se endureció como el acero, dejando solo un eco lejano de lo que alguna vez fue. La oscuridad se apoderó de su ser, envolviéndola en una penumbra que ocultaba la magia blanca que había florecido en ella desde su nacimiento. En su lugar, brotó una inmensa negrura que transformó su esencia, dando vida a una magia negra tan poderosa y potente que ningún otro mago o ser humano podría destruir. Esta nueva fuerza, alimentada por su dolor y desilusión, se convirtió en su única compañía, Marcando así un camino hacia la desesperación y desamparo.

Morgana, con el corazón lleno de rencor y una determinación inquebrantable, decidió cubrir el mundo con su sombra, convirtiendo la vida de aquellos que aún llevaban una chispa de esperanza en un tormento constante. Cada lágrima derramada por los inocentes se transformó en un eco que resonaba en su alma, alimentando su sed de venganza. Esa misión oscura se convirtió en su razón de ser. La promesa que hizo aquel día fatídico al presenciar como los cazadores masacraban aquella manada de ciervos, le otorgó una fuerza imparable para seguir adelante y hacer pagar a la humanidad por sus crímenes.

Así, Morgana se sumergió en la oscuridad, desprendiéndose de todo lo que alguna vez amó y de la esperanza que había habitado en su corazón. Cada paso que daba hacia las profundidades de su propia venganza la alejaba del calor del amor y la luz del futuro. Se transformó en la sombra temida de aquellos que soñaban con un mundo lleno de luz. En un espectro que asechaba sus ilusiones y apagaba cualquier destello de optimismo. Su presencia se convirtió en un recuerdo escalofriante de que, el dolor puede eclipsar incluso los sueños más brillantes.