Melodía Encantada

Capítulo 3

Morgana caminaba lentamente por un sendero que cruzaba el bosque, disfrutando de la serenidad que la naturaleza le ofrecía. Cada paso era un pequeño ritual, donde el crujir de las hojas secas bajo sus pies se convertía en una canción tranquilizadora. Los altos árboles, con sus copas meciéndose suavemente al compás del viento, le ofrecían un refugio que contrastaba con la intensidad de su vida diaria. La luz del sol se filtraba entre las ramas, creando un mosaico de sombras y destellos que llenaban su corazón de una felicidad efímera, como si el bosque tuviera el poder de borrar, aunque solo fuera un instante, la oscuridad que siempre la seguía.

Mientras avanzaba por el sendero, se detenía de vez en cuando para admirar los pequeños detalles, el brillo de una mariposa que danzaba entre las flores silvestres, el canto melodioso de un pájaro escondido en lo alto, o el suave murmullo de un arroyo cercano. Todo parecía encajar en una melodía perfecta que la envolvía y le hacía recordar que había belleza en el mundo. Sin embargo, a medida que las horas pasaban y la luz comenzaba a desvanecerse, una inquietud empezó asomarse en su mente, impulsada por un deseo inexplicable y una necesidad urgente de escapar, conllevándola a dejar el sendero atrás. Se adentró en la inmensidad del bosque, ocultándose tras los frondosos árboles que parecían ofrecerle protección.

Cada paso que daba estaba impregnado de una mezcla de emoción y temor. Sabía que necesitaba alejarse, pero también era consciente del riesgo que corría al perderse entre aquellos troncos oscuros y retorcidos. A medida que se alejaba del sendero familiar, su paso se volvió más ligero pero también más apresurado. La brisa se intensificó y el aire se volvió más denso. Como si los árboles estuvieran cerrando filas a su alrededor. El murmullo del viento entre las hojas se tornó inquietante y, cada crujido a su alrededor la mantenía alerta. Se volvía vigilante, pendiente de cualquier sonido extraño ya que no quería toparse con nadie. No estaba de ánimos para enfrentarse a esos ojos curiosos o esas voces que podrían interrumpir su búsqueda de soledad.

Mientras avanzaba más profundo en el bosque, los rayos de sol se hacían escasos y las sombras se alargaban a su alrededor. La sensación de estar sola era abrumadora y liberadora al mismo tiempo. Era como si cada árbol y cada arbusto fueran cómplices en su deseo de escapar. Se sentía como una fugaz sombra entre las sombras, buscando refugio en aquel laberinto verde donde podía ser solo ella misma.

En su interior, Morgana sabía que había algo más profundo que la simple necesidad de huir, ya que buscaba un lugar donde pudiera enfrentar sus demonios sin ser juzgada ni interrumpida. Anhelaba encontrar en aquel bosque no solo un escape físico, sino un espacio para sanar y descubrir quién era realmente bajo la capa de oscuridad que había acumulado a través del tiempo.

Y Allí, entre el espacio que se generaba entre los Arboles, Morgana pudo distinguir un hermoso árbol frondoso y de grandes dimensiones, cuyas ramas se extendían como brazos acogedores hacia el cielo. Su corazón latía con fuerza mientras lo contemplaba, sintiendo un anhelo profundo por su majestuosidad. Cada hoja brillaba con la luz del sol que se filtraba a través de la copa. A medida que se acercaba, su admiración crecía en proporción a la grandeza del árbol, como si estuviera ante un antiguo guardián del bosque. Con el alma llena de curiosidad, comenzó a buscar entre las ramas, Y fue entonces cuando sus ojos se posaron sobre Un pequeño cuerpo de ave que la observaba desde las alturas. Sus plumas resplandecían con matices que iban desde el azul intenso hasta el verde esmeralda, creando un espectáculo de color que hipnotizaba a cualquiera que tuviera la suerte de cruzarse en su camino. El ave poseía un delicado pico de color amarillo que contrastaba maravillosamente con su vibrante plumaje y, unos ojos intensos que reflejaban una inteligencia vivaz.

- ¡Mi pequeña avecilla, ahí estás! –el ave extendió sus alas y voló en dirección a Morgana para posarse sobre una de sus manos- ¡Eres tan hermosa! –le dijo, mientras acariciaba su plumaje- ¡Canta para mí... vamos, canta, canta!

El ave, con un despliegue de esplendor, expandió su pecho y abrió su pico en un canto que parecía surgir de lo más profundo de su ser. Las notas que emanaban de su garganta eran como hilos dorados entrelazándose en el aire con una suavidad etérea. Cada trino era una joya musical, resonando con una claridad casi celestial y, las variaciones en su canto podían evocar desde la risa alegre de un arroyo hasta el susurro nostálgico del viento entre los árboles. Las melodías danzaban en el aire, creando un tapiz sonoro que envolvía el bosque en una atmosfera mágica. Era como si el ave estuviera narrando historias antiguas, llenas de amor y esperanza, mientras las notas se elevaban y caían con gracia. Los ecos de su canto reverberaban entre los troncos de los árboles y se deslizaban suavemente por el suelo cubierto de hojas secas, atrayendo a todos los animales cercanos. La bruja, cautivada por esa sinfonía natural, cerró los ojos y dejo que cada nota pintara imágenes en su mente, sintiendo como la música transformaba cada espacio de aquel desolado bosque en un lugar lleno de vida y encanto.



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En el texto hay: maga, magiaoscura, magas

Editado: 15.02.2025

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