Melodías que surgen

Capítulo 3

Capítulo 3: el toque de la perdición

Anastasia

Por un momento pensé que sería mejor no ir más nunca a Red, tenía muchas razones paa ir a renunciar y quedarme en mi casa estando "protegid" pero también habían algunas razones por las cuales decidí venir otra vez al club, la primara es porque ahora más que nunca no quiero pasar más tiempo en la mansión y segundo, quería ver al menor de los Kozlov. Mi mente todavía sigue confundida, con muchas preguntas que no tienen respuesta y ahora, sin saber que es verdadero y que no. Saber que Esmeralda en realidad no era mi madre no me agarró sorprendida pero si desconcertada, porque entonces quién se supone que es mi madre?. Pero obviamente mi padre no me quiere decir, que novedad. Nadie me quiere decir y tengo miedo porque eso significa que es algo malo, y con lo poco que sé de lo que está sucediendo, supongo que es algo muy importante.

Entro en Red sin tocar, me adentro por el pasillo hasta llegar al gran salón con el escenario de fondo que fue donde canté ayer. Me dirijo hacia él para dejar mi bolso en el salón de ensayo y poder ir a aregglarme, pero al llegar me encuentro a nada más y nada menos que al hombre que no me dejó dormir en la noche por tener sus ojos adentro de mi cabeza, los cuales veía cada vez que cerraba los ojos.Él se encuentra sentado al frente del piano y no sabe que estoy ahí porque él está despalda y además, ahorita está muy concentrado en las partituras que hay al frente de él. 

Sin darme cuenta, me encuentro recorriendo con la mirada su ancha espalda, que es estrecha en la cintura pero cuando sube hacia los hombros, se va ensanchando y con la camisa blanca manga larga que tiene puedo suponer que tiene grandes musculos. El pecado en una sola persona.

De repente levanta las manos y las pone encima de las teclas, y empieza a tocar la melodía. La resonancia que hay en el salón hace que el sonido se escuche tenso y profundo, sus manos le dan con fuerza a las teclas haciando que suene bastante agresivo. Pobre piano.

—Oye—digo sin pensar, su espalda se tensa apenas escucha mi voz y lentamente se voltea para verme y camino hacia él dejando mi bolso en una silla y sintiendo su mirada juto en mí—la melodía es hermosa pero le estás dando muy fuerte a las teclas—sin invitación me siento al lado de él y por un momento me desconcentro al tener su cálida cercanía y su delicioso aroma, agito un poco la cabeza y me enfoco en las teclas y no en él que sé que tiene su mirada fija en mí—debes tocar las teclas como si estuvieras acariciando un perrito, con suavidad—paso mis dedos por las frías teclas y con valor lo miro, se me sale el aire apenas lo hago cuando veo sus lindos ojos verdes.

Le sonrío con dulzura y veo en sus ojos que por un momento eso le desconcierta, sin decir nada pone los dedos en las teclas y empieza a tocar, apenas empieza lo detengo agarrando su mano y me arrepiento cuando siento su toque, alejo mi mano igual que él. Tocarlo fue cálido pero a la vez extraño, pero lo curioso es que, me gustó, solo que me agarró desprevenida y seguramente también a él.

No lo mires, no lo mires, no lo mires.

—Tienes que hacer esto—digo bajo, toco una corta melodía que suena delicadamente y después sin poder evitarlo lo miro y empiezo a sentir el rubor subir a mi car al ver que él también me está mirando-acariciar las teclas—quisiera que al menos me dieras un pequeño roce en mi brazo, con eso bastaría.

Ey ey ey calma toro usted se me va calmando esas pantaletas.

—Me ayudas?—pregunta y la mira confusa, se supone que ya lo estoy haciendo-pon tu mano arriba de la mía-dice y al principio no reacciono, hasta que él acerca su mano izquierda y su mano derecha, lentamente pongo mi mano izquiera encima de la suya y hago lo mismo con la otra. Tocarlo se siente tan cálido, tan calmado pero a la vez intenso.Se siente prohibido. Empezamos a tocar, él se guía por la fuerza que doy de mis dedos y sorprendentemente vamos coordinados.

Por un lado odio su cercanía porque me desoncentra, desde pequeña me enseñaron a no bajar la guardia, a no ser vulnerable, a no ser la presa, pero... Por otro lado me gusta su cercanía porque de alguna forma me hace sentir protegida, como si al estar cerca de él nada me pasaría. Qué es esto?.

La melodía llenaba todo el cuarto, el sonido del piano inundaba toda la habitación haciendo que el ambiente entre los dos fuera intenso, profundo e íntimo. La melodía que surgía era hermosa, pero se sentía tan triste, tan melancólica, era una melodía que saldría en una escena de una película donde alguien muere y todo se queda en silencio pero la canción sigue ahí de fondo, haciendo ver que hasta una canción puede reflejar hasta lo que uno siente. No sabía exactamente cuál era la canción, pero desde hace un tiempo aprendí lectura a primera vista pero algo me decía que esa canción para él era importante.

Cuando llegamos al final de la canción, nuestras manos todavía están una encima de la otra y no quería apartarla, y él tampoco. No dijimos nada al principio, todo estaba en silencio pero no se sentía incómodo, además, todavía se sentía la melodía de la canción en el cuarto. Se sentía como si esa melodía hubiera dejado fragmentos por toda la habitación.

—Mi madre—rompe el silencio, no digo nada para que siga hablando—mi madre escribía canciones, recuerdo que de pequeño, la casa nunca estaba en silencio porque siempre se escuchaba el sonido del piano—volteo a verlo y su mirada está fija en nuestras manos acompañada de una pequeña risa melancólica—de alguna forma, la forma en la que ella podía expresar sus sentimientos siempre fue por medio de la música, uno podía saber si estaba triste, feliz, melancólica, molesta.

—Supongo que era de pocas palabras.

—Lo era, ella siempre decía que una acción vale más que mil palabras.

—Y qué sucedió con ella?—pregunto arriesgándome a que él deje de abrirse.



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En el texto hay: novelajuvenil, mafia, amor

Editado: 13.04.2021

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