Capítulo 4: confesiones
Anastasia
-Nunca supe quién era la mujer con la cual me fue infiel, intenté muchas veces encontrarla pero por alguna razón nunca supe quién era. Al principio no le dije a David que sabía sobre eso y así pasaron seis meses hasta que un día él estaba llegando a las tres de la mañana y yo estaba en la cocina tomando una botella de vino, ese día le dije todo y sabía perfectamente de donde venía, sabía que él había estado con ella, olía a ella.-respira profundamente y bajo la mirada a mis manos al imaginarme el dolor que ella sintió cuando supo lo que hacía mi padre-Él lloró, se arrodilló ante mí diciendo que era un tonto, que él mismo no se reconocía, que no lo volvería hacer y yo le creí. Nada tuvo más sentido que la frase: el amor te ciega.
-Pero hay algo que no entiendo, ¿por qué no te separaste de él?-pregunto en voz baja limpiando las pequeñas lágrimas que caían por mis mejillas.
-Porque... Porque pensaba que él cambiaría y volveríamos a ser la pareja feliz y enamorada que éramos antes, no quería alejarme de él a pesar de que me hizo mucho daño, pero estaba tan acostumbrada a tenerlo en mi vida, acostumbrada a sus abrazos, a sus miradas cómplices, a sus risas cuando veía que me ponía mi pijama de figuras... Y sentía que si me divorciaba de él, pues quedaría sola y con un corazón destrozado, porque sentía que nadie me amaría como él.
-¿Cómo supiste de mi?
-Pasó un año en el que me fue infiel, hasta que un día yo estaba llegando a la casa y lo ví con un bebé en manos y lo supe, él no me tuvo que explicar nada. Lo único que pregunté fue que hacía ese bebé en la casa, me dijo que la mamá había muerto y que él no dejaría su bebé solo.
-Por eso siempre me odiaste.
-No te odiaba, odiaba el saber que el hombre que tanto amé me haya traicionado de la peor forma, admito que nunca te traté bien porque siempre que te veía lo primero que se me venía a la mente era que él había estado con otra mujer, que me mintió, que me lastimó-fija su mirada en las ventanas mientras se limpia las pocas lágrimas que dejó.
Sin esperar respuesta, ella se levanta delicadamente del sofá y se dirige a las puertas francesas que llevan al jardín y se va dejando un profundo silencio en el lugar. No sé que decir, todo se siente tan abrumador. El saber que el hombre que admiré por tanto tiempo hizo eso, Esmeralda no me cae bien pero no me causa satisfacción ni nada por el estilo lo que hizo David. Nadie se merece que le hagan algo parecido, porque no es solo que te lastiman el corazón o a tu orgullo, sino que esa persona que tanto amaste, que tanto defendiste porque creías ciegamente en él, te hace daño, te miente, te lastima... Te rompe.
-Nadie le agradó la idea de que David y Esmeralda se casaran, sobretodo porque como te dijo ella, nuestras familias se odiaban a muerte, siempre tuvimos conflictos y peleas entre nosotros. Pero todos queríamos complacer a Esmeralda, en la familia pocas eran mujeres y Esmeralda era la menor, todos la amábamos y arregañadientes le dimos nuestra bendición para que se casara con David, se notaba que ellos se amaban, si veías de cerca podías ver las miradas que se lanzaban que significan todo y al mismo tiempo no decían nada-dice el papá de Alexei. Igual que su hermana, se levanta, se abrocha el saco y con un "con permiso" se va hacia el jardín, supongo que para buscar a Esmeralda.
-Seríamos mejor que el show de las Kardashian- llega Blaz con un vaso con un líquido marrón en su mano, con una sonrisa genuina se sienta en el sofá donde estaba Esmeralda y se toma su bebida por un pitillo.
-¿Qué es eso?-pregunto por pura curiosidad.
-Bebida chocolatada-toma un sorbo y cuando ve que lo miro extrañada abre la boca-¿no sabes qué es una bebida chocolatada?-pregunta con un tono de sorpresa.
-Ehhh no- se levanta y me acerca su bebida y tomo un sorbo.
Esta pequeña parte de mi vida, esta pequeña parte la llamo felicidad.
Cuando quiero tomar otro sorbo Blaz me aleja el vaso- ey ey ey esta es mi bebidada, buscate otra-refunfuño y como una niña pequeña volteo hacia Alexei que nos está viendo con una ceja levantada, ve que lo estoy mirando y echa su cabeza hacia atrás con un sonoro suspiro.
-Ven sígueme- se levanta y voy detrás de él, nos dirigimos al lugar que anteriormente se había ido Blaz, pasamos un pasillo y llegamos a una grande cocina, mucho más grande que el de la casa, a veces iba a ese lugar para pasar tiempo con las personas que trabajaban ahí. Esta cocina totalmente blanca, además de hermosa, es bastante grande y lo curioso es que no hay ningún trabajador cocinando o algo parecido- Rosa es la que se encarga de hacer el desayuno y el almuerzo solamente, nos parece innecesario tener muchos trabajadores para dos comidas, en la cena nosotros cocinamos. Por lo general no es nada extravagante y es cuando tenemos hambre. En la noche vengo y me hago un sandwich mientras que Blaz viene y agarra todo el pote de helado de chocolate-me río al imaginar a un Blaz viniendo por la noche como un ladrón a buscar su helado de chocolate.
Me siento en una silla alta que hay en la isla de la cocina mientras veo a Alex caminando de un lado a otro agarrando azúcar, leche y un polvo oscuro, supongo que es el chocolate en polvo. Pone todo en la licuadora y en solo minutos tengo mi querida bebida al frente de mí, inmediatamente agarro el vaso y me lo tomo lentamente para disfrutarlo.
-¿Nunca habías probado eso?-parece más una afirmación que una pregunta, asiento repetidas veces sin despegar mi boca del pitillo. QUE DELICIOSO ES.
-¿Por qué te tenían encerrada?
-David siempre dijo que era para protegerme.
-¿De qué?
-Desde pequeña siempre me dijo que era lo mejor, porque el mundo era cruel y malo, que lo mejor era que pasara un tiempo en casa o en la patio, y que cuando tuviera una edad suficiente, me dejaría salir. Cuando estaba pequeña le pregunté a qué edad podía salir y me dijo a los 22, desde entonces he esperado con ansias mi cumpleaños número 22-se recarga de la isla y une sus manos, me mira con curiosidad y solo tengo el valor de dedicarle una sonrisa tímida.