Capítulo 6: realidad
Anastasia
Que suave es esto, es calientito. Hundo mi cara en la cálida almohada, la sábana me cubre por completo y nunca me había sentido más feliz y tranquila en mi cama. Mi cuerpo duele un poco como si hubiera estado tenso pero no importa, estoy en mi cama muy cómoda.
Oye ... ¿Cuándo nos subimos a la cama?
Abro los ojos de repente y me siento en mi cama toda confundida, solo recuerdo que llegué a mi cuarto a llorar y el dolor empezó otra vez y que me quedé acostada en el piso, no recuerdo haber subido a mi cama. Me paso las manos por la cara y llego a la conclusión que me subí a la cama en algún momento y como no estaba en mis cinco sentidos no me acuerdo.
Con lentitud me paro de la cama y frunzo el ceño cuando me doy cuenta que no me quité la ropa de ayer, inmediato me quito la ropa y me voy a bañar. Al final decido de tener un baño "consentidor" para que mi cuerpo se relaje, la secuela del dolor de ayer sigue ahí pero sin la misma intensidad. Preparo la bañera y le pongo algunas esencias, con la bata de baño apago la luz del baño y prendo la luces de la bañera, me adentro en la bañera y me sumerjo en la agua caliente.
El comentario que hizo Iván no me sale de la cabeza, en estos momentos no tengo idea que es cierto y que es mentira. Mi cabeza está llena de puros nudos, de caminos sin final, de mentiras, de secretos ... No me han dicho todo y soy completamente consciente de eso. Me está desesperando que no me digan las cosas. Lo peor es que todos saben y yo no.
Odio los secretos.
Llegue a la conclusión que las mentiras y los secretos son como un cáncer en el alma. Se comen lo que es bueno y dejan solo la destrucción.
¿Qué está sucediendo? Mi vida antes de salir al mundo era tranquila, tanto que llegaba a ser aburrida. Desde los 5 años mi padre me empezó a dar clases que iban aumentando de dificultad ... Todavía recuerdo cuando me hizo leer casi todos los libros de la biblioteca, por semana tenía que leer dos o tres libros. Me enseñó de geografía, ponía un mapa mundi en una pared y sin yo verlo tenía que describir el país que él pedía, tenía que decir en qué continente quedaba, la capital, tradiciones, lengua natal y un hecho histórico. Me enseñó de química, me hizo aprender toda la tabla periódica, estudiamos los elementos más corrosivos, los que al unir producían una explosión. Me enseñó sobre las plantas y animales, siempre quería que todas las semanas le dijera un hecho curioso que tuviera que ver con la biología. También me enseñó combate cuerpo a cuerpo, con armas de fuego, armas punzantes, a predecir al enemigo, a no actuar con rapidez y pensar cada acción. "Para vencer a tu enemigo te tienes que meter en la cabeza de tu enemigo, predecir sus movimientos, no anticipar y estudiar bien el perímetro. Ana, debes ser calculadora, no dejarte llevar por los sentimientos y estar segura de cada decisión que tomes" .
Él me enseñó a jugar ajedrez, decía que el ajedrez era más que un juego donde tenías que mover piezas, decía que el ajedrez era el momento perfecto para aprender a meterme en la mente del enemigo, donde tenía que recordar todo lo que me enseñó desde pequeña.
Todavía recuerdo la vez que me hizo leer El Arte de La Guerra. Yo estaba en el jardín jugando con Lisboa, la lobo siberiano que me estaba regalado cuando tenía 10 años. Para ese momento yo tenía 12 años, ella estaba tratando de quitarme el muñeco que tenía en la mano pero no la dejaba, paró sus orejas y volteó buscando con la mirada de donde venía el sonido, me paro del césped y me acerco a mi papá que venía serio, siempre andaba serio. Con una mirada me hizo seguirlo a la biblioteca con Lisboa al lado mío, me senté en el sofá y vi que iba a una mesa de donde sacó un grueso libro, bufé por un momento cuando sabía lo que se avecinaba. Me lo tendió y me dijo que tenía dos semanas para leerlo completo. Mi padre siempre fue así de exigente.
El arte de la guerra de Sun Tzu es un libro de estrategia. Un libro que en mi opinión, es muy poderoso. Para ese momento no tenía ni idea de porqué mi papá me hacía leer ese tipo de libros cuando no íbamos a una guerra y todavía sigo con esa duda, pero no me arrepiento de haberlo leído. Mi padre tenía una obsesión por el que yo aprendiera a meterme en la mente del enemigo, a manipular, a jugar con su mente.
Y todo eso lo tuve que aprender apenas tenía 10 años. No tuve una infancia normal, de eso estoy consiente. De las tantas cosas que hacía en la mansión era ver películas, y con ellas me dí cuenta que mi infancia no fue normal. Ya de por sí estar encerrada en tu casa por 22 años no es algo normal.
Siempre supe que apenas saliera de mi casa, todo en mi vida cambiaría, nunca fui tan acertada. Las cosas cambiaron repentinamente, lo que había creído por muchos años ahora no es verdad, dudas llegaron, preguntas asomaron por debajo de la puerta, la desesperación nació en mi pecho y las mentiras me hirieron.
Mi papá muy pocas veces me ha comentado de lo que trabaja, siempre me daba la impresión que solo me decía la superficie. Tisan lo fundó mi abuelo, que lo inició en un pequeño local donde arreglaba aparatos tecnológicos. Comenzó con 5 chicos que eran sus vecinos hasta que poco a poco ese local con 6 chicos se transformó en una de las empresas más reconocidas en todo el mundo con miles de trabajadores.
Pero la pregunta que siempre me ha rondado la cabeza, él siempre me ha dicho que me tenía aquí en la mansión para protegerme, pero ¿protegerme de qué o de quién ?. Las veces en que le preguntaba sobre ese tema siempre lo evadía o me decía que el mundo era cruel y horrible, pero en las películas, el mundo no se veía tan malo pero no quería enfrentarlo. Siempre le he tenido mucho respeto a él y además, no era muy fan de enfrentarlo, él siempre me ha intimidado, a pesar que sea mi padre.