Melodías que surgen

Extra

Extra: máscara

Omnisciente

Mientras Anastasia recorría la ciudad junto con Lisboa, una persona en especial corre por la mansión hasta llegar a la habitación de Esmeralda y David, sin tocar abre la puerta y se consigue a David recostado en su cama leyendo unos papeles, este se sorprende al verlo en su habitación con la respiración agitada, se levanta de su cama dejando los papeles sobre ella y camina hacia él hasta tenerlo al frente.  

—¿Qué sucedió? —Inquiere David con un leve tono de preocupación.

—Ella se está poniendo peor - el pecho de David se contrae y deja de mirarlo hasta fijar su mirada en la foto que tiene en su mesa de noche.

—Se suponía que con las inyecciones ella se iba a calmar.

—Se suponía - dice el pelinegro.

La habitación se sumerge en un silencio sepulcral, la respiración de David se agita sin poder saber qué hacer, todo se está complicando y no puede hacer nada. Mientras él está buscando algún escape, el joven que tiene al frente lo mira fijamente esperando sus órdenes, se preocupa al ver a su jefe en ese estado de desesperación sin saber qué hacer,

—Antes se le ponían las inyecciones cada seis meses, pero ahora solo duran semanas o días. El sistema inmunológico está rechazando las drogas.

—Eso mismo dijo ella - el recuerdo de la mujer le carcome la cabeza, han pasado años y ella todavía sigue en su cabeza - dijo que iba a llegar un momento donde todo lo que le diéramos lo rechazaría, que todo nuestro esfuerzo sería en vano .

—¿Qué quiere que haga ?.

—Sigue buscando otras soluciones, otras drogas, otras medicinas - la desesperación se asoma en su tono de voz y eso no pasa por alto por el que tiene al frente - debe haber otra cosa que funcione.

—Entendido - se voltea y sale de la habitación dejando a un David desesperado y preocupado, sin saber qué hacer.

La ira lo consume por haber hecho tanto para obtener nada, arriesgó todo. Siempre le temió a que ese momento llegaba, sabía que iba a suceder, ella nunca mentía. Por un tiempo se sintió relajado porque veía que pasaban los años y ella estaba bien, no tenía dolores ni nada parecido, pero esa calma no duró mucho. Los dolores le empezaron a llegar hace un año pero siempre cuando le daba un ataque él estaba cerca, solo le ponía la inyección y ella no recordaba nada del dolor. En cambio, si el dolor persiste por un tiempo ella si lo iba a recordar.

Otro miedo llega a su mente: que ella sepa de lo que padece.

El desesperado David buscando alguna forma de calmarse, baja por las escaleras para irse a la cocina, no hay nadie de la servidumbre y eso le alegra. No le gustaría que sus empleados lo vieran así. Agarra una botella de vino y una copa, se sienta en la mesa y se sirve, apenas el sabor del vino le llega al paladar, la tensión en su cuerpo se relaja. Cierra los ojos por un momento pero no dura tanto porque es interrumpido por la bella mujer de ojos azules.

—Pero miren a quién me encontré - el tono irónico sobresale, por un segundo fija su mirada en el hombre robusto que se encuentra en la mesa con cara de muerto, y prosigue hasta llegar a la repisa y agarra una copa, se dirige a la mesa donde se encuentra David y se sienta al frente de él, sin decir nada se sirve y disfruta del rico sabor del vino.

—Estoy molesto contigo - la sonrisa socarrona que le dedica Esmeralda lo enfurece mucho más.

—Tu sabías perfectamente que ella lo iba a saber en algún momento, no entiendo tu molestia querido.

—¡Ella lo iba a saber pero lo mejor era que yo se lo dijera! —Grita David pero ella no mueve ni un dedo.

—¿Y cuándo se lo ibas a decir? ... ¿Cuando estaba dormida o cuando estaba muerta? No se sobresalta al ver que David le da un fuerte golpe a la mesa, en realidad, le hace sonreír verlo tan molesto - sinceramente no entiendo tu enojo, solo te quité un peso de encima.

—¿Qué fue lo que le dijiste, Esmeralda ?.

—La verdad, algo que tu no ibas a hacer - se bebe rápidamente el vino y se levanta con elegancia, deja la copa en la mesa y se encamina a la puerta de la cocina. Al cruzar la puerta dejando a David en la cocina, deja de caminar fijando su mirada en el piso. Aunque ya no lo ama, el recuerdo de su gran amor sigue ahí, de alguna forma, David sigue teniendo poder sobre ella, el efecto que deja en ella la enfurece. Lo amó con todo su ser en algún momento de la historia, pero ese amor que ella pensaba que siempre estaba ahí fue disminuyendo cada día más, cada mirada, cada toque, cada palabra, cada beso quedó en el pasado. Tenía la espectativa que algún día las cosas volvieran a ser como antes pero sabía perfectamente que eso nunca iba a suceder.

Aunque le doliera dejar a su gran amor atrás, su amor propio era más grande. Lo que le hizo David nunca se lo iba a perdonar, si perdonarlo significaba olvidar y seguir, pues no volvería con él. 

Mientras la bella Esmeralda estaba al otro lado de la puerta, un David dolido estaba en la mesa por su segunda copa. La palabra que podía representar exactamente lo que sucedía en su cabeza era: arrepentimiento. Le hizo mucho daño a la mujer que en algún momento amó con cada partícula de su ser.

 



#23642 en Novela romántica
#5130 en Joven Adulto

En el texto hay: novelajuvenil, mafia, amor

Editado: 13.04.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.