Memoria Hendida

Un sosiego fugaz

Me sorprendió tanto que dejé caer aquel frasco, la silueta comenzó a forcejear conmigo y me cubrió la cabeza con algo; no podía ver nada, difícilmente podía respirar. La pelea continuaba, sentía cada golpe propiciado a mi cuerpo, salí disparado contra una pared que me sofocó en el suelo desesperado por querer quitarme lo que cubría mi cabeza impactaron en mi estómago varias patadas tan fuertes que me hacían estremecerme del dolor. Ya inmóvil y tendido en el suelo dejé de moverme, pasaron unos cuantos minutos sin recibir ni una sola agresión, así que intente levantarme; adolorido, apoyándome en el retrete por fin pude ponerme de pie, sin tiempo que perder me quite lo que me cubría la cabeza... Era una funda de almohada, levanté la mirada y como una locomotora desenfrenada, me arroyo la sombra arrastrándome sin escapatoria alguna haciéndome impactar con la bañera; intenté gritar del insoportable dolor en mi espalda pero enseguida me tapó la boca con su mano empujando mi cabeza hacia atrás; con una fuerza sobrehumana me levantó y empujó dentro de la bañera pribándome del aire, luché retorciéndome para conseguir escapar de esa situación tan precaria pero todo esfuerzo fue inútil, mi cuerpo se rindió desobedeciendo a mi mente. Sentí el pasar del tiempo tan lento que recordé cuando una ocasión mi padre me llevó por primera vez a nadar a un río y al descuidarme por prestar atención a una dama, lentamente me fui hundiendo; mirando a través del agua cristalina como me alejaba de mí padre hacia el fondo del río... Y con ese exacto sentimiento mi visión empezó a reducirse poco a poco hasta dejar de ver el agua turbulenta. Perdí el conocimiento...

Recobré el conocimiento alborotando el agua a mi alrededor moviendo mis extremidades muy parecido a cuando a una lagartija le cortas la cola, ese mismo movimiento exagerado fue lo que me permitió sacar mi cabeza del agua, seguido de eso salí del agua vomitando y respirando a pocas penas; "¿En dónde me encuentro?" - me pregunté.
Estaba en lo que parecía ser la orilla de un río abarrotado de árboles y arbustos por doquier, una tienda de campaña, los vestigios de una fogata extinguida hasta las cenizas revoloteando por el siniestro viento. me acerqué a la tienda de campaña cojeando con el pie lastimado y con mi cuerpo cubierto de moretones; cuando alcancé la fogata milagrosamente me encontraba curado de toda dolencia, anonadado no pude imaginarme otra cosa más que este lugar era el descanso en esta andanza que tanto anhelaba así que con una actitud más relajada me adentré a la tienda a descansar...

Que estúpido fuí. Con la guardia baja no pude preveer que esa era la guarida de una monstruosa criatura corpulenta y gigante; fue demasiado tarde, la criatura se encontraba adentro conmigo, se encontraba en la entrada impidiéndome la salida; la tienda lentamente se agrandaba transformándose en una cueva. Aquella monstruosidad se abalanzó sobre mí inmovilizándome en el suelo, no me lo pude quitar; me dejó tendido e indefenso... Respiraba agitado y babeando en cima de mí, el olor nauseabundo me obligaba a apartar la cabeza lo más posible cuando sin una provocación la enorme criatura comenzó a arrancarme bocado a bocado con cada mordida que me propiciaba. Un sentimiento de extremo dolor acompañado de una calidez que mi propia sangre provocaba, al principio grite como loco pero no podía hacer nada la importancia de no poder evitar el ataque me hizo perder la voz y a pesar del dolor insoportable ya no di señal de pelea, deje que se alimentara. Parecía un cadáver moviéndome únicamente cuando aquella monstruosidad me propiciaba un mordisco.

La criatura perdió el interés o quizás solo sació su apetito; se retiró dejándome tendido en el suelo cubierto en un charco de sangre y pedazos de mi carne esparcidos por cada rincón de la cueva, no sé porqué no caía inconsciente y de esa manera no haber soportado ese acto sangriento.
Estuve solo muchas horas con la mente en blanco... Una vez más regresó la criatura para alimentarse; por la experiencia ofrecida en la ocasión anterior, no hice ni un solo ruido, llevé mi mirada al techo de la cueva y sin expresión alguna en mi rostro aguanté sin dar señal de vida; esta vez la bestia quedó satisfecha con solo un par de bocados y se retiró.
Mi rutina desesperanzadora continuó un par de días hasta que un día sin razón alguna no regresó ese monstruo nunca más. Después de dos días me levanté y caminé con dirección al río; en la orilla pude ver en el reflejo del agua como un cadáver viviente estaba de pie, le faltaba un brazo, y muchos pedazos de su cuerpo, parecía un zombie... Efectivamente era mi reflejo.
"¿Cómo puedo seguir vivo?"
"¿De qué magnitud será mi pecado para sufrir esto?"
- Me pregunté sin encontrar una respuesta.

Me sumergí en el río para poder acabar con mi miseria. "Como si eso fuera a matarme después de vivir tantos días esa situación malévola, que iluso que fuí"...



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En el texto hay: misterio, intriga

Editado: 17.09.2021

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