Memorias de una Venganza

Capitulo 13: Regaño

El alivio lo envolvió como una ráfaga de aire fresco. Sin pensarlo demasiado, Cariel se disculpó apresuradamente.

—Lo siento, Can. Tengo que irme… Gracias de verdad por la oferta —dijo, mientras daba un paso atrás y luego otro, su intención de huir evidente.

No esperó respuesta. Giró sobre sus talones y se lanzó hacia la salida, cada paso rápido y decidido, aunque el peso de la tensión seguía presionándolo, como si un filo invisible se clavara en su espalda. Sabía que Can no lo dejaría marchar tan fácilmente, pero aun así apostó por la única opción que tenía: reunirse con sus familiares y salir de allí cuanto antes.

Can lo vio irse, sin moverse por un momento, su expresión era una mezcla de confusión e ira.

Estaba confundido por la audacia de Cariel, como si no pudiera soportar la falta de respeto.

Tenía los ojos muy abiertos y su mente corría para encontrar un significado y una reacción.

Pero entonces algo pareció hacer clic en él.

—¡Temo, ven aquí ahora mismo!

Temo, el espía de la banda, se acercó con rapidez. Su sonrisa torcida y sus ojos melancólicos dejaban claro que algo siniestro estaba por suceder.

—Sigue al chico que salió… su nombre es Cariel. Quiero que aprenda que nadie me rechaza. Estoy seguro de que volverá, rogando por mi perdón —dijo Can, su voz cargada de desprecio.

—Entendido, Can —respondió Temo, asintiendo con una sonrisa malévola, dispuesto a cumplir la orden de su líder.

Guerra miró recelosa a Can, consciente de su imprevisibilidad. Recordaba claramente que Can había planeado situaciones similares antes para su propia diversión, pagando a personas para que lo golpearan y montando espectáculos con la esperanza de que alguien lo "rescatara" para reclutar hombres fuertes que se unan a su banda. Este comportamiento manipulador y peligroso mantiene a Guerra en constante guardia, temiendo las consecuencias de la desobediencia de Can.

Mientras Temo se preparaba para seguir a Cariel, Helios, por primera vez, desvió su mirada de Cariel y la centró en Can. Algo en él había captado su atención. Había algo oscuro en Can que lo diferenciaba de los demás, algo que Helios no podía ignorar. Asi que sin que se dé cuenta Cariel, Helios se quedó con Can

Al salir Cariel, vio que Andrew parecía enojado, Andrew se acercó con pasos apresurados y lo agarro del brazo antes de que el pudiera reaccionar.

—¡Ahí estás! —le espetó, su voz cargada de enojo y alivio—. ¿Qué demonios te pasa, Cariel? ¿Sabes lo peligroso que es este lugar?

Cariel trató de apartarse, pero la fuerza de su hermano lo mantuvo inmóvil. Bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a esos ojos que lo atravesaban como cuchillas.
—Lo siento... No quise preocuparlos.

Andrew bufó, soltándolo con un movimiento brusco, pero no retrocedió.
—¿No quisiste preocuparnos? Desapareciste toda la tarde, ¡y resulta que estabas con esa gente! ¿Qué estabas pensando?

Mila dio un paso adelante, colocando una mano en el hombro de Andrew.
—Déjalo. No ganas nada gritándole —dijo con suavidad, aunque en su tono había un reproche implícito.

—No lo estoy dejando pasar —replicó Andrew, pero su voz perdió fuerza al ver la expresión abatida de su hermano.

—Cariel, ¿qué buscabas aquí? —preguntó Mila, sus ojos reflejando más lástima que enojo—. Sabemos que lo de Paloma fue duro... Pero no puedes seguir metiéndote en problemas.

El nombre de Paloma fue como un golpe en el pecho. Cariel sintió el nudo en su garganta endurecerse. No podía hablar, no podía explicarse, porque ni él entendía por qué había terminado en ese lugar.

—No quise arruinar el día de nadie —murmuró al fin, apenas audiblemente—. Solo quiero irme a casa.

Andrew cruzó los brazos, como si intentara protegerse de su propia frustración.
—Claro que sí. Siempre lo mismo. Metes la pata, dices que lo sientes, y vuelves a hacer lo mismo.

—Andrew... —Mila intentó interceder, pero él levantó una mano, negando con la cabeza.

—No estoy contento contigo, Cariel. Pero ya qué. Ve a casa. Dile a mamá que llego luego.

Cariel levantó la mirada, sorprendido por el cambio en el tono de su hermano.
—¿No vienes conmigo?

—Quiero pasar un rato más con Mila. Además, estoy seguro de que alguien como tú sabrá encontrar el camino sin meterse en más problemas.

El sarcasmo de Andrew era una punzada, pero Cariel no respondió. Solo asintió y empezó a alejarse.

—Nos vemos mañana, Cariel —dijo Mila, aunque su voz reflejaba tristeza más que despedida.

Caminó por la calle desierta, sintiendo el peso de la conversación como una roca en su pecho. Cada paso resonaba en su mente, junto con la voz de Andrew y las palabras de Mila.

Sin embargo, no estaba solo.



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En el texto hay: crimen asesinatos, #acción, #alma

Editado: 30.12.2024

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