Memorias de una Venganza

Capitulo 25: La Venganza En Todos Lados

En ese momento, algo cristalizó en la mente de Cariel. Las piezas encajaron como en un rompecabezas macabro: Can no solo buscaba manipularlo, quería destruirlo por completo, hacerle pagar con sangre cada lágrima que Paloma había derramado. Pero había algo que Can jamás entendería: el verdadero alcance de lo que Cariel estaba dispuesto a hacer por ella.

Pasos apresurados resonaron desde el piso superior, un descenso frenético que no correspondía al andar familiar de Jaxon. El tiempo se agotaba.

—Mira lo que provocaste —siseó Can, sus labios curvados en una sonrisa torcida—. Cuando nos arresten, tal vez por fin entiendas cómo funciona este mundo podrido.

Algo se quebró dentro de Cariel. Mucho tiempo de dolor contenido, de culpa y remordimiento, estallaron en un instante de claridad brutal.

—¡Cierra la maldita boca! —Rugió, su voz un trueno de furia desatada.

El mundo se ralentizó. Cariel se movió por instinto puro, su cuerpo actuando antes que su mente. Con un movimiento fluido, empuñó el arma y la giró en el aire. El mango encontró el cráneo de Can con un impacto seco y contundente. El cuerpo de su torturador se desplomó sin gracia, como una marioneta con los hilos cortados.

El corazón de Cariel martilleaba contra sus costillas, su respiración era un rugido en el silencio sepulcral de la sala. El mundo parecía haberse detenido, cristalizado en ese instante de locura y adrenalina. Sus ojos recorrían la escena como si perteneciera a otra realidad: Can tendido en el suelo, la pistola en su mano temblorosa, el eco de pasos acercándose.

—¡Estoy armado! —la voz áspera resonó desde la escalera—. ¡Será mejor que salgan con las manos en alto!

Un rostro apareció entre las sombras de la escalera. Los ojos del hombre se clavaron en Cariel, en la máscara que ocultaba su identidad, y el pánico se dibujó en sus facciones. Sin mediar palabra, el desconocido desapareció escaleras arriba.

Cariel reaccionó por instinto. Sus piernas cobraron vida propia, impulsándolo hacia la noche. Atravesó el umbral como una sombra perseguida por demonios, dejando atrás la casa que ahora guardaba un secreto más.

Las calles desiertas lo recibieron, testigos mudos de su huida. La ciudad dormida era un laberinto de sombras y silencios. El reloj en su muñeca marcaba las 5:49, un recordatorio digital de que el mundo seguía girando a pesar de todo.

El aire gélido de la madrugada le golpeaba el rostro como bofetadas de realidad, mientras sus pies lo llevaban lejos, cada vez más lejos. Pero algo le pesaba más que el cansancio: la ausencia de Helios. Una vez más, cuando más lo necesitaba, esa voz que solía guiarlo permanecía en silencio, dejándolo navegar solo en la tormenta que él mismo había desatado.

Las preguntas golpeaban su mente al ritmo de sus pasos frenéticos.

—¿Está muerto? ¿Lo mate? —las palabras escapaban entre jadeos, su voz apenas un susurro quebrado por el esfuerzo—. ¿Así termina todo?

Intentó aferrarse a la lógica, buscar claridad en medio del caos, pero el pánico seguía nublando sus pensamientos. La imagen de Can desplomándose se repetía en su mente como una película macabra. ¿Cuánto duraría su inconsciencia? El tiempo jugaba en su contra. La banda no tardaría en buscarlo, y cuando lo hicieran...

No podía volver con ellos, no ahora. Aunque sabía que el encuentro era inevitable, necesitaba tiempo. Sus pies lo guiaron instintivamente hacia la base de Los Ojos de la Noche, cada paso resonando en el pavimento como un eco de su culpa. La oscuridad persistente parecía burlarse de él, mientras una pregunta ardía en su interior: ¿este acto de violencia lo había transformado irreversiblemente?

De pronto, sus piernas se paralizaron. Frente a la entrada de la base, una escena grotesca lo congeló: Liza, acuclillada en el suelo, devoraba gusanos que se retorcían entre sus dedos. Su rostro estaba deformado por una sonrisa demencial, sus ojos brillando con un placer perturbador mientras los gusanos desaparecían en su boca.

—Liza... ¿qué diablos haces? —la voz de Cariel tembló, hipnotizado por el horror de la escena.

Ella alzó la mirada. Sus ojos brillaban con un destello febril, como si una luz antinatural ardiera tras ellos.

—¡Ah, Cariel! —soltó una risita que heló la sangre—. Estos pequeños querían acabar conmigo, ¿sabes? Pero fui más rápida. ¿Te apetece probar? Son crujientes.

Cariel retrocedió instintivamente. El estómago se le revolvió ante la imagen de Liza con restos de tierra y gusanos en las comisuras de los labios.

—Estás completamente loca —murmuró, la repulsión mezclándose con un miedo visceral.

—Ya basta, Liza. Deja de atormentar al muchacho.

La voz cortó el aire como un cuchillo. Cariel se giró bruscamente. Frente a él se alzaba una figura imponente: un hombre de porte militar, cabello entrecano y corto. Una cicatriz de quemadura surcaba su frente como un recordatorio permanente de alguna batalla pasada. Sus ojos marrones, duros como el acero, escudriñaban a Cariel con la intensidad de quien ha visto demasiado en esta vida.

—Vaya manera de dar la bienvenida —Fénix sacudió la cabeza con desaprobación antes de volverse hacia Cariel—. Soy Fénix, pelotón de disparos. ¿Tu apodo?

La voz de Liza cortó el aire antes de que Cariel pudiera responder.

—Le digo 'Cari' —canturreó entre risitas, sus dientes aún manchados de tierra.

Fénix exhaló con fastidio.

—Cierra la boca, Liza. No te he preguntado.

Ella se incorporó con movimientos erráticos, recogiendo los últimos gusanos del suelo. Sus ojos brillaron con un destello perturbador.

—Me voy a desayunar —anunció con una sonrisa torcida, antes de desaparecer en las sombras del edificio.

Fénix se pasó una mano por el rostro, sus ojos suavizándose al mirar a Cariel.

—No le des muchas vueltas a lo de Liza. Es... diferente. Hay que aceptarla así.

Cariel asintió débilmente, intentando controlar su respiración.



#2060 en Fantasía
#1038 en Personajes sobrenaturales
#2701 en Otros
#487 en Acción

En el texto hay: crimen asesinatos, #acción, #alma

Editado: 30.12.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.