Memorias del club 114

Prologo: El viejo diario

El eco de mis pasos resonaba en los silenciosos pasillos de la preparatoria. Me dirigía hacia la sala de profesores, donde debía redactar informes y corregir trabajos, como siempre.

De pronto, un fuerte estruendo proveniente de la biblioteca rompió el silencio. Era extraño, considerando que la jornada escolar ya había terminado. Al principio pensé que lo había imaginado, pero otro golpe confirmó mis sospechas.

—¿Quién está ahí? —pregunté, levantando la voz.

En respuesta, una serie de pisadas apresuradas y murmullos resonaron dentro del lugar.. Por la cantidad, deduje que se trataba de varias personas, quizá alumnos que se escondían en la escuela.

—Será mejor que no estén haciendo cosas indebidas —murmuré mientras abría la puerta.

Al entrar, no vi a nadie, pero una pila de libros y papeles desparramados en el suelo indicaban que alguien había estado allí recientemente. Al inspeccionar los alrededores, identifiqué sin demora los escondites

—Armario... Estantería... Escritorio. —dije, nombrándolos uno a uno.

Al mencionar el último, una cabellera rubia se asomó lentamente.

—Supongo que nos atrapó —murmuró una voz resignada.

Era Areika Matsumoto, una de mis alumnas. Con su maquillaje llamativo y actitud altiva, personificaba el estereotipo clásico de una chica gal.

—¡Oigan! ¡No salgan así sin más! —gritó una voz desde el armario.

De allí emergió un segundo estudiante, Leonard Paige. Con su cabello rojo despeinado y su uniforme deportivo arrugado, irradiaba molestia hacia su compañera.

—¡Cállate, idiota! Nos meteremos en problemas mayores si no cooperamos. —replicó Matsumoto, fulminándolo con la mirada.

—¡Cállate tú, estúpida! No tenías que delatarte. —respondió él.

La escena era predecible: Ambos discutían a gritos, demostrando una vez más lo mal que se llevaban. No podía negar que, en parte, esto era mi culpa.

Yo fui quien los reunió en un grupo de estudio improvisado debido a su bajo desempeño académico, algo que se reflejaba en sus bajas calificaciones. Sin embargo, al grupo parecía faltarle un último integrante.

Desde detrás de un estante, una chica de cabello azulado y mirada tímida se interpuso entre los dos.

—Po-por favor, paren de discutir... —susurró con timidez.

Se trataba de Ritsuki Nerama, otra de mis alumnas. Una chica tímida y nerviosa, que, a pesar de tener las mejores calificaciones de la clase, carecía de habilidades sociales.

—¡Tú no te metas! —respondió Matsumoto.

—¡Mejor quédate callada! —añadió Paige.

Nerama se encogió de hombros, asustada por la agresividad de sus compañeros.

—S-sí, perdónenme —murmuró casi al borde del llanto.

Era claro que su intento por detener el conflicto había fracasado por completo, mi estrategia de usarla como ejemplo para sus compañeros no iba tan bien como pensaba. Qué ingenuo fui.

Pero aún no entendía por qué estaban aquí, ¿Acaso buscaban algo?

Mientras reflexionaba sobre el asunto, una nota arrugada en el suelo captó mi atención. Sin dudarlo, traté de recogerla, pero al hacerlo, tanto Matsumoto como Paige trataron de evitarlo.

Para su infortunio, fui más rápido y la tomé en mis manos. Leí la nota y al terminar, fruncí el ceño.

Resulta que la nota decía: "Posibles ideas para el proyecto de fin de curso". Un trabajo que había asignado con antelación a mi clase: Escribir un reporte de un libro.

No estaría tan molesto si no fuera por un pequeño detalle: la fecha límite de entrega era mañana.

—¡Oigan!, ¿Qué significa esto?

El trío me observó en completo silencio, con expresiones culpables en sus rostros.

—Respondan o los reprobaré aquí mismo.

—Pues bueno... esto... —balbuceó Matsumoto—. Nerama se lo va a explicar.

—¿Eh?, ¿Y-yo? —tartamudeó.

Una jugada astuta, ella sabía demasiado bien que no sería tan duro con la pequeña. Pero al hacer que ella hablara, no pensó en la respuesta que me daría.

—L-la verdad es que nos olvidamos de hacer el proyecto —dijo, mientras agachaba la cabeza—. ¡Lo sentimos mucho!

Ante aquella respuesta, tanto Matsumoto como Paige no tuvieron más opción que seguir su ejemplo.

—¡Lo sentimos mucho! —expresaron ambos al unísono.

Era tal y como sospechaba: desde que les había encargado el trabajo, no habían avanzado nada.

—La verdad, no me resulta inesperado viniendo de ustedes dos —alce la voz—. Pero viniendo de ti, Nerama, sí que me encuentro algo decepcionado.

Nunca esperé que ella cayera en el mismo error, probablemente fue resultado de estar junto a ese par tan problemático.

—Bueno... La verdad es que estuve distraída con algo —respondió la pequeña.

Luego de decir eso, se agachó en el suelo, justo donde se encontraba la gran pila de libros caídos, sacando uno que estaba en el fondo.

—Encontré esto enterrado en el patio, dentro de una pequeña caja metálica —explicó—. Creí que podría servir para el reporte.

En sus manos había un libro de aspecto viejo, pero bien conservado, que despertó mi interés.

—Otra vez con esa tontería. —murmuró Paige—. No es más que basura tirada por alguien.

Ante la negativa, Nerama volvió a encogerse de hombros. Su timidez me hizo sentir apenado, por lo que le extendí mi mano, como señal de que me lo diera para revisarlo.

Ella pareció darse cuenta de ello y, sin mucho problema, me lo entregó. Con el libro ya en mis manos, no quedaba otra cosa por hacer que abrirlo para ver su contenido.

Al hacerlo, quedé atónito.

En la primera página, una fotografía mostraba a cinco jóvenes estudiantes, con la palabra "Club 114" escrita en la parte inferior.

Al tocarla, recuerdos invadieron mi mente de golpe, aquellos de una juventud efímera que creía haber olvidado.

Nerama me observó fijamente, Con curiosidad en sus ojos.

—Profesor, ¿usted reconoce a las personas en esta fotografía? —preguntó.



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En el texto hay: comedia, vida escolar, comedia y romance

Editado: 06.05.2025

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