Lo siento cariño, no pude ir contigo al hospital, no logré estar a tu lado. Tuve que ir a casa, me dejaron y pidieron que me calmara, que todo iba a estar bien, yo miraba a un punto fijo, estaba llena de sangre, no me importaba nada, solo que estés bien.
Abrí la reja, subí las escaleras y comencé a recordarte, a recordar muchas cosas. La mochila parecía ser muy pesada o no aguantaba su peso por lo débil que me sentía. Me senté, casi cayendo, comencé a llorar, a echarme la culpa de lo sucedido, si tan solo no me hubieras ido a ver, todo fuera distinto.
Entre llantos, llegué a mi puerta, entré en casa y dejé mis cosas en una silla, me metí a la ducha, el uniforme comenzó a mojarse. La sangre se combinaba con el agua, me sentía peor, devastada por tu accidente, ya no aguantaba, quería tomar unas pastillas y dejar de existir. Sin embargo, ella entró en mí, hizo que reprimiera tanto, me obligó a callarme. Ahí fue que pensé en la única escapatoria para hacerme escuchar.
Salí de la ducha, me sequé, dejé el uniforme en la lavadora y en agua oxigenada la blusa para quitar todo rastro de sangre. Ella te olvidó, ella te mató, yo no lo hice, por eso te escribí aquí cariño. Soy yo la que quiere ser escuchada, ella es una infeliz, la placa era de su vehículo, pues es la mujer que me dejó hecha pedazos.
He intentado sacarla de mi mente, pero no lo he logrado, se ha apoderado de mi existencia, dice que lo nuestro es imposible y la forma de amarte es errada, que no debo pensarte, que me hace pecar la forma en que me atraes. Estoy harta, voy a matarla.
Tu amigo me llamó, me dio la mala noticia que derramó el vaso de agua en mi mente, ese mismo día, agarré las pastillas que días antes había comprado, fui a buscarla, cuando la encontré se estaba viendo en el espejo, la agarré de los cabello e hice que tomara las pastillas a la fuerza, estaba cegada por la cólera. Ella se miró en el espejo y comenzó a llorar, parecía una loca, una desquiciada, me miró asustada y me preguntaba porqué había hecho aquel acto tan desagradable. Yo me quedé atónita, sin moverme, no sabía que era capaz de hacer ello. La vi agonizando, pero me alegra saber que acabé con su insensibilidad; ella era muy cruel contigo, sin embargo, ahora la veía tan débil. Ella no debió hacerte eso, a ti no, era a mí a quién tenía que dañar.
Su existencia se esfumó, solo quedé yo mirándome al espejo, pero dentro de mí, la idea de haberla matado me causó miedo, yo era tan débil por haberte perdido, y ahora la maté, ¿qué sería de mí sin ti y sin ella?.