Memorias Robadas

Capitulo 1

Chicago, Illinois.

Megara.

Observo a mi jefa conmocionada y más allá de estupefacta mientras cierro y abro la boca sin saber que decir.

Hanna borra la sonrisa de su rostro mientras se acerca a mi preocupada y lo único que puedo hacer es seguir sus movimientos con mis ojos. Arrodillándose frente a mi toma mis manos que no dejan de temblar entre las de ella.

- Meg, cariño. ¿Qué pasa, no estás feliz por la noticia?

Río y lloro a la vez reaccionando por fin y haciendo que Hanna me vea como si un tercer ojo se formara en mi frente.

- Es solo que... ¡Vaya! Me tomaste por sorpresa. Esto es... Hanna no sé qué decir. - hablo tan rápido que ni yo me entiendo y hago una pausa mientras abanicó mi cara con mis manos.

- Bueno ciertamente no sé de qué te sorprendes. Has trabajado más que nadie en el tiempo que llevas aquí, créeme cuando te digo que nadie merece ese puesto más que tú. Ya los directivos tomaron la decisión. - vuelve a su escritorio al ver que salí de mi estado de shock. Me señala con su dedo. - Así que no me hagas quedar mal.

- ¿Me juras que dices la verdad? - asiente. - ¡Oh por Dios! Hanna no sabes cuánto agradezco que me hallas tomado en cuenta. No te voy a defraudar.

- Me alegra que digas que sí porque comienzas mañana a las ocho, puedes dejar que alguien se encargue de tus últimos proyectos. Pasa al departamento de recursos humanos para la renovación de tu contrato y aumento de salario.

Después de diez minutos en donde me explica las cosas más importantes de las que deberé encargarme, salgo de su oficina con una sonrisa tan grande que podría partir mi cara en dos.

Y casi que quiero llorar al saber que todo el sacrificio de los últimos dos años no solo es por mí. Al fin podré dedicar más parte de mi tiempo a pasarlo con ella y hacer que nada le falte.

 

 

                                                                                 ...

 

Termino de recoger mis pertenencias de mi pequeño cubículo, no son muchas así que una caja es más que suficiente. Sonrío con nostalgia al recordar que llegue a este lugar desesperada por conseguir trabajo y así tener el suficiente dinero para por lo menos tener una cena decente. El sonido de mi celular evita que mi memoria viaje a la desdicha que era mi vida dos años atrás.

Nada más descolgar la llamada el sonido más hermoso calienta mi corazón.

Una preciosa bebé de año y meses es lo primero que captan mis ojos. Es sostenida por Judith, su niñera y nuestra vecina de diecisiete años.

- Hola Meg. - maniobra con sus manos para sostener a la bebé inquieta en sus brazos y el celular a la vez.

- Hola, ¿Cómo la están pasando?

- De maravilla. Eve y yo somos las mejores amigas. - y para validar sus palabras choca su puño con la pequeña mano de mi hija.

Sonrío como toda una mamá babosa por la imagen de mi hija. Sus grandes y redondos ojos mieles es lo primero que captas al verla y ni hablar de esas mejillas regordetas. Tiene unas pestañas tan largas que me a veces hasta a mí me dan envidia y ni hablar de esa boquita de bebé que cuando hace sus pucheros me vuelve loca. Una pequeña ola de nostalgia viene a mí, es idéntica a él, su vivo retrato, de mí solo saco su rubio cabello.

- Me alegro de oír eso, pero no me la robes que ella es la mejor amiga de su mamá. - bromeo. Bueno, no tanto.

- Como usted diga jefa. - hace un saludo militar mientras Eve es toda risas. - Di adiós a mamá, Eve.

- Adiós bebé, mamá te ama. Pórtate bien.

- Má.

- Las veo en un rato, llego temprano.

Corto luego de enviarle muchos besos a mi bebé y sonrío. No sé qué sería de mi sin ella, ella lo vale todo.

 

 

                                                                               ...

 

 

Demián.

San Francisco, California.

10 meses atrás.

 

Siento todo mi cuerpo en llamas y el dolor es insoportable. Trato de moverme, pero mi cuerpo no obedece mis órdenes, quiero gritar al sentir como algo atraviesa mi garganta y no me deja respirar bien. Escucho voces a lo lejos, todo es muy confuso y distorsionado, los párpados de mis ojos luchan por abrirse y lo logro por un momento, pero eso solo hace que sienta como si partieran mi cabeza en dos.

Siento que inyectan algo en mi brazo y poco a poco mi cuerpo se vuelve a relajar.

- ¿Cómo se encuentra doctor? - capto una voz a lo lejos y movimiento.

¿Qué pasa? ¿Por qué no puedo abrir mis ojos? Me siento tan desubicado.

- Despertó por unos momentos en la madrugada, pero su pulso se alteró a tal grado que tuvimos que sedarlo. Según sus exámenes neurológicos todo está en orden, sin embargo, tendremos más información cuando esté consiente, señora Black.

- Entiendo, muchas gracias doctor Harris.

Ahora más consiente puedo deducir que estoy en un hospital, la pregunta es ¿Por qué estoy aquí? No puedo recordar nada y ciertamente el que me hayan sedado no ayuda mucho. Luego de un rato puedo recobrar la movilidad de mi cuerpo y con eso abrir mis ojos por mas tiempo. Lo primero que soy capaz de enfocar son paredes blancas y el olor de antisépticos, la habitación se encuentra algo oscura, sin embargo, la silueta de una persona descansando en una silla a mi lado derecho es visible. La reconozco de inmediato como mi madre, se encuentra profundamente dormida y la palidez de su piel junto con unas grandes ojeras son muy visibles, lo que me inquieta por que eso significa que tengo en este lugar algo más que unas horas.

Sigo mirando a mi alrededor, hay una pequeña mesa con un florero, un teléfono y un jarrón con agua. Inmediatamente siento mi boca seca y el ardor en mi garganta se incrementa.




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