Cuando Rajesh abrió sus ojos supo que no estaba teniendo una mañana normal. Un dolor palpitaba de forma inconsciente en el fondo de su cabeza, obligándolo a fruncir el ceño y llevar las manos a sus sienes apretando e intentando de alguna manera reprimir el constante zumbido. La luz que entraba por la ventana tampoco ayudaba y lo único que quería en ese momento, era cubrirse con las delgadas sábanas y yacer ahí hasta que el destello cegador desapareciera. Un poco más de luz y se sentiría frito y muerto en el piso; lo cual era imposible, porque la luz no lo mataba y él sólo era un exagerado.
Algo dolió en su mano izquierda, al girar la vista se dió cuenta de la intravenosa plegada ahí. Poco a poco sus sentidos se estabilizaron hasta que logró sentarse para poder escanear en mayor detalle la sala. El constante ruido de una máquina retumbó en sus oídos; volteó la mirada y pudo ver la pequeña pantalla que seguía, al parecer, la secuencia del pulso de su corazón.
"¿Dónde estoy?", se preguntó un poco ido, el miedo apresó su cuerpo y un sentimiento de malestar se acomodó en la boca de su estómago. Pero antes de que pudiera procesar algo, la puerta de la habitación se abrió dejando a la vista a una muchacha con uniforme de enfermera, completamente sorprendida al darse cuenta de que estaba despierto.
Rajesh estuvo a punto de hablar, pero cuando abrió la boca, su garganta dolía demasiado para emitir algún ruido apresurado y la muchacha ya se encontraba fuera de su vista, corriendo por lo que creía era un pasillo.
- De acuerdo, eso fue extraño. - Murmuró casi sin habla, su ceño se frunció en total confusión.
Tanteó su rostro para saber si esa era la causa del miedo en los ojos de la enfermera, pero nada, todo parecía estar en su lugar; necesitaba con urgencia un espejo. Levantó las sabanas para cerciorarse de estar completo, y todo seguía bien. Quizás realmente se había muerto y lo que ella presenció fue a él volviendo a la vida, al estilo Lázaro, pero moderno, claro.
Aunque pensar lo último sería estúpido, sonrió un poco divertido, él siempre pensaba cosas estúpidas. De todos modos, sabía que algo estaba mal con él y no entendía qué. Tragó duro e intentó concentrarse para indagar en sus recuerdos, pero nada de lo que recordaba le daba la respuesta del por qué había despertado en una habitación de hospital con un dolor de cabeza y un suero inyectándose en sus venas.
Lo primero que pensó fue en la estación de verano. Se encontraba a mitad de sus vacaciones, el calor era terrible, pero la zona de Los Ángeles -la ciudad donde vivía- lo salvaba de escapar un poco de los altos grados. Aunque Rajesh sabía que eso no duraría para siempre; faltaba muy poco para abandonar el lugar donde se había criado desde el nacimiento, una semana, para ser más específicos. Su nueva vida universitaria en California estaba a la vuelta de la esquina y no había tiempo que perder. Como ahora, no había tiempo para estar sentado en una habitación de hospital sin saber por qué.
Cerca de cinco minutos habían pasado desde que la chica se fue corriendo por la puerta, y él ya se encontraba resignado observando el blanco techo de su habitación. Tamborileó los dedos y cerró los ojos justo cuando alguien entró en la habitación. Los abrió de golpe y más que rápido se sentó, lo que le costó un fuerte dolor de cabeza que supo disimular muy bien.
- Señor Koothrappali, veo que por fin se digna a despertar. - Un hombre con bata le sonreía, era un caballero canoso que, supuso Rajesh, rodeaba los 40 años de edad. Dos enfermeras se encontraban a su lado y no eran ni siquiera disimuladas en observarlo con pequeñas sonrisas en sus labios. Rajesh frunció el labio como si estuviera herido de aquel acto y prefirió concentrarse en el doctor, que ahora escaneaba su ficha mientras escribía muy concentrado en ella.
- Me alegra verlo sano y con buen progreso, las enfermeras revisarán su condición paulatinamente. Le aconsejo que duerma como se debe, tenemos tiempo para hablar así que mañana lo haremos con tranquilidad mientras evaluamos su condición de salud, por el momento preocúpese por descansar. Mis enfermeras estarán para usted si necesita algún servicio. - El doctor le habló tan rápido que Rajesh sólo asimiló la mitad de la información. Notó cómo una de las enfermeras se acercaba hasta su lado e introducía un medicamento en su suero.
- ¡Espere! - Gritó de pronto. La enfermera saltó a su lado, pero no le dió importancia. - ¿Eso es todo? - Preguntó justo al momento en que el hombre frente a él cruzaba sus brazos por delante de su pecho. Su voz la sintió áspera y dolorosa, pero pasó a segundo plano cuando las respuestas que realmente necesitaba no estaban siendo dichas. - ¿No me dirá lo que pasó? ¿Si me abdujeron los extraterrestres? ¿O los hombres de negro intentaron hacerme desaparecer? No lo sé, ¿una respuesta a todo esto? - Terminó de ironizar señalando con sus manos la camilla en la que yacía. Al segundo se arrepintió de haber hecho aquellas absurdas preguntas irónicas, quizás el doctor pensaría que un loco había despertado.
Vio al doctor dar órdenes a las enfermeras para que salieran de la habitación. Rajesh se removió nervioso en su lugar y apretó con sus manos la sabana sin saber qué hacer.
Cuando se escuchó el "click" de la puerta, el doctor suspiró de manera agotada y se acercó hasta los pies de su cama.
- Te haré una evaluación sencilla, ¿de acuerdo? Quiero que me contestes unas preguntas y dependiendo de eso veré si puedo ayudarte con tus dudas. - El doctor le sonrió de manera amable. Rajesh asintió y volvió a removerse en su sitio. Estaba asustado, ¿y si no lo lograba? ¿Tendría que quedarse en esa habitación para siempre? Muchos miedos lo embargaban, él debería estar haciendo sus maletas para irse a California y empezar su vida universitaria, no tenía tiempo para estar ahí, en una habitación de hospital.
- ¿Me puede decir qué año es? - La pregunta del doctor lo sacó de todos sus pensamientos, haciéndole abrir sus ojos en sorpresa. Él esperaba algo como resolver el teorema de Fermat, lo cual era estúpido, porque ni él sabía lo que era, ni quién era Fermat, o por qué mierda había pensado en un estúpido teorema que había tenido que investigar en una tarea en séptimo grado.