- Oh, mierda... - Rajesh se observó sorprendido mientras se observaba en el espejo del baño de su habitación. Levantó los largos mechones mientras veía lo liso que se encontraba su cabello. Pensó en su amigo de la infancia; Leonard, sólo a él se le podrían ocurrir esas locuras.
"Leonard."
Lo recordó por un momento. El malnacido no se había dignado a aparecer, aunque sólo había pasado un día desde que había despertado, pero de todas formas, pensó que ya lo encontraría por ahí.
Siguió escaneando su rostro hasta que lo giró un poco, pudo ver el parche que se encontraba ocupando su cabeza. La enfermera esa mañana le había sacado la venda completa que lo cubría, reemplazándola por el pequeño material que veía ahora. Aún recordaba el rostro cercano de la muchacha, lucía como si se lo quisiera comer.
"Raro."
Suspirando, agarró su suero y volvió de nuevo a la habitación. Ya sentado en la camilla observó a la nada y se quedó un buen rato hundido en sus pensamientos, escudriñando las paredes de su mente por si algún recuerdo volvía.
Nada.
De cierta forma se encontraba asustado, horriblemente asustado de todo lo que había perdido. Podía recordar perfectamente el momento cuando el doctor le había hablado de su pérdida de memoria. Primero, Rajesh se había reído, y muy fuerte, hasta formar pequeñas lágrimas, y no precisamente de felicidad. Luego de eso, viendo el serio rostro del doctor, logró calmarse y ya no reía, había comenzado a llorar como un bebé mientras hipeaba.
No podía creerlo, ¿cómo pensar que había perdido la memoria? Rajesh estaba seguro como el infierno de que tenía 18 años y no 20 como se le había dicho, era una total broma creer eso. De todas formas, después de unos minutos se había resignado, obligándose a sí mismo a comenzar a aceptar su realidad.
Fue así como el doctor le contó que era un universitario que estudiaba danza moderna en la escuela de artes escénicas de la Universidad de California. Se sorprendió un poco al escuchar que su dirección estaba en uno de los lugares más caros de la ciudad.
Trató de pensar con optimismo, habían sido dos años y no toda la vida. Estaba consciente de que tenía que dejar Los Ángeles, también sabía que sus padres estaban muertos hace ya mas de 4 años. Si hubiera olvidado eso, entonces la verdad habría sido desgarradora.
También sabía que tenía un mejor amigo de la infancia, ese era Leonard Hofstadter. Sabía que se mudarian juntos a California, así que supuso que estarían compartiendo un apartamento o algo por el estilo. Su amistad no podía cambiar tanto en dos años, ¿o sí?
Eran cerca de las 11 de la mañana, y después de haber desayunado, se encontraba solo y completamente aburrido. Observó el techo por enésima vez sin saber qué hacer, su mirada estaba perdida y se sentía como si sus extremidades hubieran perdido la fuerza. Una parte de su corazón rogaba para que el doctor entrara a su habitación con serpentinas y bocinas gritando que todo había sido una broma, entonces otra persona entraría con una cámara y grabaría su reacción. El tiempo pasó y nunca llegaron las serpentinas, ni tampoco la cámara; no había nada y Rajesh tuvo que aceptar que todo lo que sucedía era real.
Teniendo una idea en mente, fue hasta los pies de su cama y tomó la ficha que colgaba en el respaldo. Levantó las hojas y comenzó a leer su expediente.
No decía nada comprometedor o que le fuera de ayuda, sólo estaba su información personal y el asunto del ingreso.
"Conmoción cerebral por traumatismo encefalocraneal."
Siguió leyendo la causa.
"Accidente automovilístico."
Rajesh pensó en ello, nadie hasta ahora le había nombrado algo de lo sucedido, aunque tampoco había pasado mucho desde que despertó.
Siguió leyendo hasta que encontró el nombre de su guardian. Decía "Leonard Hofstadter" muy por al lado del espacio donde debería ir escrito, pues había otro nombre antes que él de su amigo; un nombre que ahora se encontraba tachado. Por lo que alcanzaba a leer en la escritura, decía "Howard Wolowitz".
- ¿Howard Wolowitz? - Preguntó a la nada. Ladeó su cabeza pensativo mientras fruncía el ceño, no conocía a nadie con ese nombre, pero definitivamente sonaba reconfortante nombrarlo, como si le gustaran las palabras.
- Howard Wolowitz. - Repitió más seguro, pero nada. Su mente estaba en blanco, bloqueada. Supuso que era alguien que había conocido en los últimos años, alguien cercano como para ser considerado su guardian.
Siguió leyendo mientras reprochaba la mala escritura del doctor o de quién haya llenado su ficha. Al final volvió a todas las hojas y observó la inicial; lo primero que vió fue la fecha de ingreso, lo que leyó lo dejó helado.
- Ingreso: 25 de enero del 2025. Hora: 03:48 de la mañana. - Leyó fuertemente, haciendo que su voz rebotara por toda la habitación; de pronto, se acordó de cuando él doctor le mencionó que había estado en coma por tres meses, eso significaba que ya estaban a mediados de abril o mayo.
Un fuerte dolor punzante comenzó a recorrer su cabeza, rápidamente cerró la ficha y la volvió a colocar en su lugar. Fue demasiado, estaba alterado y las emociones lo embargaban todas de una.
Tomó sus sabanas y se tapó completamente, cerró sus ojos y su cuerpo comenzó a vibrar debido a los espasmos de su llanto. Al final, lloró hasta quedarse dormido.
No supo cuánto tiempo estuvo descansando, pero cuando una voz lo obligó a despertarse, Rajesh ya no tenía ganas de seguir durmiendo.
- ¡¿Qué?! Pero es importante, doctor. Es justo que lo sepa. - Aunque la voz se escuchaba más aguda de lo normal, la conocía y muy bien. La pudo reconocer a pesar de mantener sus ojos cerrados. Podía reconocer la voz de Leonard jodido Hofstadter incluso si estaban en un estadio lleno de personas.
- No, tienen que entender que Rajesh no puede saber cosas relacionadas al accidente, cosas importantes. Sería demasiado drástico, podría ser una especie de palanca que lo obliguen a recordar todo, lo cual es peligroso para su condición. Él debería estar muerto, Leonard, su corazón se detuvo varias veces en la operación y lo sabes. Realmente es un caso único, no sabemos la reacción que podría tener si es forzado a recuperar sus recuerdos. Es mejor que las cosas se den por sí solas.