3: Conociéndonos (1/2)

- ¿Por qué no puedo decir que soy su novio? - Howard refregó sus manos por su rostro por tercera vez esa mañana. Estaba cabreado intentando encontrar algo que le impidiera perder su estabilidad. No podía bajar sus barreras ahora y mostrarse débil en el lugar donde se encontraba: una cara oficina, cómodos sillones y lujosos accesorios. Quería irse lo más lejos posible.

Él nunca había sido una persona sensible y expresiva, pero desde que había conocido a Rajesh fue como si el menor le hubiera inyectado un poco de todas esas emociones carentes en él. Era realista y analítico, expresivo en ciertas situaciones, orgulloso y directo, demasiado para su gusto. Nunca lloraba, prefería tragarse todas sus penas dolorosamente por su garganta antes de mostrar signos de debilidad ante cualquier persona. Trataba a todos por igual, si alguien le gustaba entonces el sentimiento se quedaba ahí acomodado en su pecho, no luchaba por ello o por hacer crecer sus sentimientos. Sin embargo, con Rajesh fue todo realmente diferente, como si un gran balde de agua fría fuese lanzado a su cara, obligándolo a despertar y activar sus cinco sentidos. Con Rajesh supo lo que era la sensación de tener un tanque arrasando en su estómago, supo la sensación de no querer que alguien se fuera de su lado por el simple hecho de sentirse completamente vacío y la horrible ansiedad que le producían los celos. Pero más que eso, conoció la sensación de estar enamorado, una sensación por la que podía soportar todos los contras de estar en una relación. Como ahora, estar enamorado de Rajesh era tener que soportar el dolor de no ser recordado, definitivamente haría todo lo que estuviera en sus manos para que el menor pudiera recuperarse, al fin y al cabo, la culpa del accidente lo carcomía por dentro de una manera lenta y dolorosa.

- Howard... - El doctor frente a él suspiró antes de sacarse sus lentes. - Es arriesgado, me contaste que antes del accidente tuvieron una fuerte discusión. Si él se entera de que eres su novio, puede haber una posibilidad de que los recuerdos vengan de golpe. Tú estás demasiado comprometido con todos los recuerdos que perdió, obligarlo a recordar puede ser peligroso hasta el punto de ocasionar un daño irreversible; su estado aún es crítico.

- Promete que harás todo lo posible. - Su voz se quebró un poco, pero no lo suficiente como para que el doctor lo notara. De todas formas, sintió la necesidad de carraspear, asegurando sus cuerdas para la próxima vez que le tocara hablar.

- Le dimos el alta para que se reintegrara a su rutina diaria, eso ayudará a que sus recuerdos comiencen a aparecer. Dependiendo del progreso que tenga durante la próxima semana, decidiremos si está listo para saber más detalles de su vida.

Howard asintió mientras apretaba sus labios. Podía sentir un pulso martilleando en su cabeza como un zumbido. Se sentía tan frustrado, tan pasado a llevar, pero no podía ser tan egoísta de pensar en su felicidad al lado de Rajesh. Debía entender que estar con Rajesh ahora era como empezar de cero; él sería sólo un desconocido, un chico más, no el amor de su vida como lo era antes.

- Hijo...

- No me llames así. - Howard cortó de inmediato las palabras que intentaban salir de la boca del doctor. - Sólo eres el doctor Wolowitz, nada más

Podía notar los surcos de dolor atravesando el rostro del viejo hombre y sintió cómo sus barreras internas descendían un poco. Sin embargo, el doctor que se hacía llamar su padre le había hecho tanto daño que ya era casi imposible poder reparar la distanciada relación que tenían. Se levantó de su lugar caminando a pasos apresurados por el simple hecho de sentirse demasiado ahogado compartiendo el mismo lugar que él.

- Agradezco que hayas salvado a Rajesh y lo reconozco... - Howard se detuvo frente al pedazo de madera que era su salida. Volteó su rostro mientras que su mano se posaba en la perilla de la puerta, lista para girarla. - Pero no esperes que olvide nuestro pasado, papá.

***

Rajesh se encontraba de pie al lado de su cama completamente tendida y ordenada, la maleta estaba cerrada a un costado y tomó entre sus manos la chaqueta que había dejado afuera. Sin más que hacer miró para todos lados tamborileando sus dedos sobre sus muslos.

Cuando su vista dió con el reloj, este marcaba las 05:00 de la tarde y él estaba listo para irse. Una ansiedad desconocida se aprisionó en su pecho y un nudo de diferentes emociones se acunaba en la boca de su estómago. Estaba horriblemente nervioso, la sensación de querer vomitar todo su almuerzo lo atacaba a cada rato. El dolor en su cabeza incrementó y podía sentir el pulso vivo atravesando su hueso temporal, sin embargo, apretó sus labios obligándose a reprimir la secuencia dolorosa que sentía. Tenía miedo de que si se quejaba con alguna enfermera o con el doctor, entonces lo dejarían ahí hospitalizado, y él no quería eso.

Rajesh quería conocer, quería vivir, estaba realmente curioso de saber cómo había avanzado su vida en esos dos años. Había temor, sí, pero también curiosidad, ansiedad y anhelo. El manojo de emociones se revolvía mezclándose en sus entrañas, confundiéndolo para decidir a qué emoción debería darle mayor prioridad.

Alguien tocó a su puerta y, al segundo, el doctor entró con una posición relajada mientras mantenía las manos en los bolsillos delanteros de la bata blanca que vestía.

- Raj, ¿estás listo?

Rajesh asintió y su cuerpo comenzó a relajarse al ver cómo el hombre le sonreía de manera brillante y amable. Lo vio caminar hasta la camilla donde tomó asiento.

- A todas las personas que han venido a visitarte les he dicho lo mismo, así que te lo diré a ti también. - El hombre sonrió de nuevo y Rajesh le sonrió de vuelta mientras asentía. Sus ojos se arrugaron y una sensación de familiaridad lo comenzó a rodear, sin embargo, el pensamiento no fue mucho más allá. Esforzarse en recordar le ocasionaba horribles dolores de cabeza.