La mejor manera de terminar el día escolar después de dos horas de clases con Miss Graham, y de que la cena de anoche fuera un desastre, es sin duda aprendiendo a identificar plantas por medio de sus hojas.
Debo admitir que no estaba totalmente concentrada, aun pensaba en todo lo que me había enterado hace unas horas. Pero trataba de ponerle la mayor atención a la profesora Hoffler —que es la maestra de herbología —, ella resulto ser una persona muy agradable. Ahora entiendo porque el señor Maclaggen hablaba de una forma muy particular de ella, aunque aún creo que siente algo por ella, pero no puedo confirmarlo completamente, ya que parece ser un señor muy extraño y ermitaño.
Ahora tengo frente a mí a una planta llamada Dreamstin, que según nos explicó la profesora Hoffler es el principal ingrediente de una opción para dormir tan potente que incluso podría dormir a una criatura de más de 100 kg, por lo cual no le sería difícil poner a un humano a dormir durante días.
—Y recuerden jóvenes, deben de tratar de extraer el néctar de las flores con sumo cuidado — repitió por enésima vez, pausadamente, para que todos la lograran escuchar —. No toquen los pétalos, ni las hojas, porque liberara como método de defensa una sustancia gaseosa tan potente que traspasara sus máscaras de gas, y los pondrá a dormir durante días —dijo, al mismo tiempo que se ponía su máscara para gas.
Agradecía el tener buen pulso. Pero la que me preocupaba un poco es Hailyn, pues le está temblando mucho su mano. A mi igual me pone muy nerviosa esto, pero trato de confiar plenamente en mi precisión, porque según he visto en las películas entre más nervioso te pongas, más posibilidades tienes de que todo te salga mal.
Tome el pequeño gotero que estaba sobre la mesa, y lo acerque poco a poco al centro de esa pequeña flor rosa, que puede parecer tan inofensiva, pero fácilmente puede hacer que acabes en lo más profundo de tus sueños, al más mínimo error.
Una vez que la punta toco el centro sin tocar absolutamente nada, empecé a absorber con sumo cuidado un líquido dorado— que era el néctar de la flor —, vi como poco a poco subía por el estrecho tubito transparente del gotero. Cuando sentí que ya estaba lo suficientemente lleno, lo empecé a sacar con suma delicadeza. Al parecer iba a ser de las primeras en acabar, pues otros ni siquiera se habían atrevido a colocar el gotero.
Todo iba demasiado bien para ser real, hasta que una pequeña gota rebelde se deslizo y callo en picada directo a la flor. En ese momento sentí que me quedaba sin aire, al mismo tiempo que entraba en un shock, sin saber que hacer. Absolutamente todo pareció pasar en cámara lenta; la gota se deslizo por el aire hasta tocar una de las hojas de la planta.
Me estaba preparando para recibir la descarga gaseosa, pero no sucedió, no exploto ni nada. Me sentí aliviada hasta que casi al instante, la planta de otro chico libero el gas contra él, ocasionando que soltara un grito que hizo que la mayoría se sobresaltara y empezaran a explotar varias de las plantas a la vez.
Siguiendo mis reflejos tome a Hailyn de la muñeca y la arrastre hasta la puerta para salir de ahí, pues las explosiones simultaneas estaban ocasionando que el gas se expandiera por todo el invernadero. Habíamos decidido quedarnos cerca de la puerta para recibir ventilación, pues adentro hacía mucho calor a pesar del día nublado que estaba haciendo.
Estando afuera al fin pude soltar la bocanada de aire que tenía retenida, mientras me quitaba la máscara de gas que nos habían dado, y que ya estaba llegando al punto de asfixiarme.
—¿Estas bien? — le pregunte a Hailyn una vez que me tranquilice un poco.
—Si. Solo un poco asustada y asfixiada por la máscara — se detuvo para tomar un poco de aire —. Gracias por sacarme de ahí, no hubiera podido reaccionar luego.
—No hay de que, sé que tu hubieras hecho lo mismo — ella asintió con la cabeza honestamente, estaba inhalando y exhalando de manera agitada, debió asustarla demasiado todo el caos que se originó ahí dentro.
Yo igual estaba asustada, pero de alguna manera u otra no me afectaba demasiado. No sabía porque, tal vez seria que reaccione demasiado rápido, como para darme cuenta de lo que sucedía.
Varios compañeros empezaban a salir corriendo del invernadero igual de asustados que nosotras. Se veían reflejadas muchas expresiones en sus caras rojizas, que supongo habían tomado ese tono por la asfixiante mascara. Se notaba miedo, sorpresa, y en otros pocos, sonrisas nerviosas. Pero al repasar los rostros de todos me percate que el de Miles no estaba, podría ser lo que sea, pero una preocupación inmensa me empezó a invadir, y un jugueteo nervioso comenzó en mis dedos, ¿saldría de ahí? ¿estaría inconsciente adentro? ¿debería entrar a buscarlo?
Un sinfín de preguntas empezaron a surgir en mi cabeza al mismo tiempo que la preocupación aumentaba. No sé en qué momento me empecé a acercar a la puerta del invernadero, pero reaccioné al sentir una mano en mi espalda.
Al voltear me encontré con la profesora que me miraba de manera extraña.
—¿Qué haces hija?, no puedes entrar ahí a menos que quieras quedar dormida toda una semana — me dijo, mientras ponía su mano en mis hombros y me guiaba de regreso al grupo.
Saliendo del trance en el que inconscientemente había entrado, le conteste con la verdad.
—¡Es que uno de mis amigos esta adentro!, ¡necesitamos sacarlo! — creo que soné muy histérica. Pero enserio necesitamos ayudarlo si es que esta adentro.
La expresión de su rostro, cambio a una de ternura.
—No es por ser mala, pero los alumnos que se quedaron adentro no los podemos sacar hasta que lleguen otros profesores a ayudarme. Y si entras tú, lo único que harías es aumentar más el número de alumnos en enfermería — tenía razón, creo que me deje llevar un poco por mis impulsos —. Ahora ve y siéntate con los demás, en un rato traerán de la cocina una taza de té para todos.