El encuentro con el chico de los ojos verdes fue algo demasiado fugaz, pues los chicos con los que venia ya le estaban hablando, así que no pudimos decir algo más que nuestros nombres.
En estos momentos me encontraba en la clase de pociones, que era la segunda del día. Hasta hace un rato habíamos estado en equipos de tres junto a Miles y Hailyn, para realizar la poción del sueño con el extracto que logre extraer. Todo pudo haber sido demasiado fácil, si tan solo se hubieran puesto de acuerdo por una vez, y no hubieran acabado ambos siendo llevados a la dirección.
Aunque creo que eso es mucho pedirles. ¿Qué paso? Se preguntarán, pues por una pelea por saber si iba el elixir de plata, o el de silenio, terminaron vaciando ambos en el caldero. Y lo inevitable sucedió, una explosión hizo que el caldero saliera volando y se estrellara contra la cabeza de otro de nuestros compañeros. Gracias a dios aun no habíamos agregado el extracto de Dreamstin, si no el vapor que se liberó nos hubiera puesto a dormir a los treinta y tres que no habíamos quedado dormidos el jueves pasado en el invernadero.
Esa es la razón por la cual ahora me encontraba sola terminando la poción, al final no valió la pena su pelea, porque ninguno de los dos tenía la razón. Pues al último resulto que era elixir de Krattos — una sustancia liquida muy fuerte que podría causar alucinaciones —, pero por ningún motivo quisieron revisar el libro de pociones, para aclarar las dudas.
Un ligero vapor rosáceo que según mi libro indicaba que la poción ha sido concretada correctamente, comenzó a salir de mi caldero. Al fin pude respirar en paz y me limpie el sudor que escurría por mi frente, alce la vista para mirar a los demás y algunos de los calderos ya presentan el vapor rosáceo, y otros ni siquiera dan señales de que fuera a aparecer.
Me senté en mi lugar para descansar, estar parada durante mucho tiempo moviendo la poción ocasiono que me dolieran; mi brazo derecho y mis piernas.
Comencé a sentir mis ojos algo pesados y mi cabeza estuvo apunto de estrellarse contra la mesa, en un par de ocasiones. No creo que sea causado por el vapor rosáceo , el profesor nos aseguró que mientras no se ingiriera no causaba ningún efecto. Estuve así un rato, pero cuando estaba a punto de sucumbir ante el sueño, el timbre empieza a sonar marcando el fin de la clase y el inicio del almuerzo.
—Bueno muchachos, es todo por hoy —dijo el profesor Stein mientras empezábamos a recoger nuestras cosas—. No se les olvide que tienen que investigar a profundidad los elixires de la página 27 de su libro.
—Si profesor Stein —contesto la mayoría al unisonó.
—Que tengan un excelente día —se despidió. Antes de cruzar la puerta del salón.
Agradezco que ese par se haya llevado sus mochilas, si no me hubiera tocado cargarlas hasta el comedor. Metí todas mis cosas a mi mochila y salí del salón. Se sentía extraño ir sola por los pasillos, pero supongo que debía acostumbrarme porque ellos no estarán siempre, también tienen sus vidas y cosas que hacer. Solo esperaba que alcanzaran a llegar al almuerzo, no creo que tarden tanto en la dirección, bueno eso esperaba, no sabia cómo era la directora.
Baje las escaleras mezclándome entre los demás, estos últimos días he estado tratando de ignorar las miradas que pudieran caer sobre mí, y creo que estaba funcionando, bueno al menos tenía la satisfacción de que lo estaba intentando. Al llegar al comedor me dirigí hasta la silla de siempre a sentarme, las de mis costados están vacías pues son las que ocupan Hailyn y Miles. Creo que es deprimente que los únicos que me hablen sean ellos, pero no me quejo, son los mejores.
Sentí una mirada fija en mi, así que alzo la vista unos segundos y veo que Allen y Ariday me ven desde la cuarta mesa. Esto no podía ser nada bueno, desvíe la mirada por un momento a la mesa que estaba enfrente nuestro y me encontré con unos hermosos ojos verdes, que también me observaban. Era el chico de Vanely, no podía creer que estudie aquí, y al parecer va en segundo año pues estaba sentado en la segunda mesa. En cuanto nuestras miradas se encontraron, algo se removió dentro de mí y me hizo responder a la sonrisa que se había formado en sus labios, con otra sonrisa.
Por unos segundos se me olvido que Allen y Sherlyn me miraban. Claro hasta que mi plato de caldo exploto contra mi cara, y mi copa levito hasta vaciarme su contenido sobre mi cabeza. En ese instante al fin reaccione y me levante por inercia de mi lugar. Algunos de los presentes estallaron a carcajadas, ocasionando que casi todos los demás voltearan hacia donde estaba yo.
Mis mejillas empezaron a arder, no sé si de coraje o de vergüenza. Aprete mis puños y alcance a distinguir a través de mis lentes manchados, que un par de tenedores y cuchillos empezaban a levantarse apuntando en dirección a ese par. Trate de tranquilizarme poco a poco, pero las risas no ayudan en mucho, así que agarre mi mochila y me acerque a la puerta del comedor apresuradamente, sin levantar la vista del suelo. No quería ocasionar algo aquí por descontrolarme y que me descubrieran, a pesar de todo valoraba mi vida aún.
—¿¡QUIERE LLORAR LA NENA!? —alcance a oír que grito Ariday, cuando estaba a punto de salir de la puerta.
No paraba de pensar en que si todos me miraban antes, ahora lo harán con más razón. Pero eso no es lo que más me preocupa ahora, lo que en realidad me empezó a preocupar, es que parece que mis poderes entre más pasa el tiempo menos puedo controlarlos, necesitaba respuestas, demasiadas de hecho.
Estuve a punto de chocar con un muro de camino al baño, así que decidí quitarme mejor los lentes, no creo que alguien ande por aquí ahora. Llegando a los baños del primer piso, procedí a enjuagarme mi cara y mi cabello, que ya empezaban a hacerse pegajosos por lo que les callo.
Lágrimas empezaron a escurrir por mis mejillas, mientras enjuagaba un mechón de mi cabello. No quería llorar, pero no era lo suficientemente fuerte para evitarlo. Todo me dolía, por más mínimo que fuera.