Sentía la mirada de Damián clavada en mi, me observaba a través del espejo retrovisor. Quería preguntar algo, lo sabía, pero no sabía el porque no lo hacía. Así que decidí romper la tensión del momento yo misma.
— ¿Qué es lo que quieres preguntar, Damián? —solté de pronto sacándolo un poco de sí.
—Nada —ladee la cabeza, mirándolo fijamente. Se movió incomodo en su asiento, pero al final hablo—. Bueno sé que explico lo que paso ayer con usted, y todo —asentí con la cabeza confundida—. Pero bueno es que pude oler en usted, algo extraño.
— ¿Qué cosa? —respondí incrédula, ¿Cómo podría haber olido algo en mi si ni siquiera me vio ayer?
—No se asuste. Lo que pasa es que tenía impregnado el aroma de un licántropo —casi se salen mis ojos de sus orbitas al escuchar eso. No tenía forma de saberlo, a menos que él hubiera estado ahí.
—Tu...
— ¡NO! —me interrumpió antes de que siguiera procesando todo—. Lo que pasa es que, bueno..., antes prométame que no le dirá a nadie lo que le diré —yo asentí algo confundida—. Soy un hada —eso no me lo esperaba. Aunque debo admitir que casi estalle de la risa, por la imagen de él, pequeño y con alas que se vino a mi mente—. No es lo que cree, señorita. No somos como lo muestran en las películas, más bien solo sufrimos una metamorfosis —lo mire atenta para que siguiera explicando—. Nos salen alas, pero no nos hacemos pequeños. Nuestras orejas se ponen puntiagudas. Nos crece una larga cola, y los ojos se nos tornan de un color dorado.
— ¿Viven en el bosque? —le cuestione curiosa. La nueva imagen de, él convertido en hada con la descripción que me dio, era increíble.
—Sí, pero yo decidí vivir en Travelers como un humano —hice unos movimientos con mis manos, indicándole que continuara—. Los de mi especie tomamos nuestro poder de la naturaleza. En específico de los árboles de Torn.
— ¿Cuáles son esos árboles?, y, ¿Cómo supiste identificar el aroma que tenía impregnado? —solté las preguntas tan rápido, que me sorprende que no me haya trabado.
—Algún día se los mostrare —dijo, mientras estacionaba el coche. No me di cuenta del tiempo hasta ahora—. Y lo del olor. Después de algunos años viviendo en el bosque, se aprende a identificar todos los aromas.
—Gracias por traerme. Y también gracias por no delatarme, aunque ya sabias lo del olor —negó con la cabeza.
—No se preocupe, aunque si necesita contarme bien la historia —asentí con la cabeza, al mismo tiempo que intentaba abrir la puerta—. Recuerde que es mi deber hacerlo —dijo saliendo del coche a una velocidad impresionante.
Decidí que era mejor esperarlo, se tomaba muy enserio su trabajo. Después de unos segundos el abrió la puerta, brindándome su mano para ayudarme a salir. Una vez afuera sentí la ligera brizna chocando contra mi rostro, lo que más me agrada de ya no traer lentes es que ya no se nublan gracias a la lluvia.
—Gracias por traerme —solté su mano, para sacar la mochila del coche y colgarla en mi hombro.
—No hay de que, señorita —se detuvo unos segundos, para cerrar la puerta—. ¿Quiere que la espere aquí, o puedo irme y regresar después?
Aun no entendía porque me seguía hablando de usted, y diciéndome señorita. Además, no veía caso a retenerlo aquí, sin hacer nada.
—Puedes irte no te preocupes —digo poniendo mi mano sobre su hombro, para después avanzar—. Hasta al rato —me detuve, y volteé a verlo—. Y por cierto, ya no me hables de usted. Si quieres dime Kath, no es necesario lo de señorita.
—No puedo, señorita —se despide con un ligero saludo de mano. A lo que yo solo negué divertida, jamás hare cambiar su forma de hablarme—. Al rato vuelvo.
Le dedique una última sonrisa y comencé a caminar, cojeando un poco. Sentí muchas miradas sobre mí, supuse que el rumor de mi desaparición ya se había expandido.
Estos días ni siquiera me había preocupado por lo que sucedía a mí alrededor, mi mente había estado muy ocupada como para pensar en lo demás. No había estado consciente de ello hasta este instante, creo que poco a poco lo estaba logrando, y eso me emocionaba en cierta manera.
Subí pesadamente las escaleras que llevaban hasta el patio delantero de la escuela, había muchos alumnos por ahí aún. Eso era raro para mí, porque por lo regular cuando llegaba ya casi no había nadie afuera.
Repase todo el lugar con la mirada, tratando de encontrar la cabellera oscura de Hailyn. En serio necesitaba liberar, aunque sea una pequeña parte del lio que tenía, contándosela a ella. Pero me interrumpió un efusivo abrazo que me tomo por sorpresa. En cuanto la persona se separó, pude descubrir que era ella.
— ¿Dónde estabas Kathrina?, tu hermano llamo muy preocupado a mi casa, para preguntar si estabas ahí —me tomo de los hombros, y empezó a zarandearme lentamente—. Porque habías desaparecido sin dar razón.
—Eso es parte de lo que quería hablar —en realidad no pensaba decirle eso, bueno al menos no toda la historia.
— ¡Habla Kath, habla! —negué con la cabeza, riendo por el tono de urgencia por su voz.
Le hago señas con las manos, para que baje el tono de su voz.
—Aquí hay muchas personas, mejor vamos adentro —dije empezando a caminar, tomándola del brazo para arrastrarla conmigo.
—Estas cojeando de la pierna izquierda —me reprendió—. En que lio te metiste, Moonlight. Y no se suponía que te irías con el troll.
—Uno de sus familiares que viven en Graham se puso muy mal, y tuvo que irse de aquí con sus padres. De hecho, hoy no vendrá a la escuela —le explique, mientras cruzábamos la puerta principal.
—Que mal por lo de su familiar —dijo con sinceridad en su voz—. Pero, aun así, no me lo explico. Tú te has ido muchísimas veces sola. No entiendo que te paso esta vez.
—Ahorita que llegamos al salón de astrología, te contare todo —ella solo asintió, al mismo tiempo que me ayudaba para subir las escaleras que llevaban a nuestro piso.