Mente fragmentada

Capítulo 19: Heaven

Las horas se pasaron en un abrir y cerrar de ojos de tal manera que fui incapaz de dormir, al contrario de Ada quien fue la que más durmió. Al salir el sol ella estaba radiante. Por mi parte intente formular preguntas al igual que darle respuestas, ese fue el problema. No tengo ninguna respuesta.

¿Quién es el? ¿cómo me conoce? ¿desde cuando me conoce? él fue el último en acercarse a la niña antes de morir ¿acaso le adelantó su muerte? ¿por qué? si ella tenía cáncer terminal solo era cuestión de tiempo, no había necesidad de matarla o ¿no lo hizo? ¿acaso es el papá de ella? era.

—-Corazón te saldrán arrugas si no te detienes —me habla Ada.

La observo en silencio.

—¿Qué recuerdas de mí? —le pregunto, tratando de encontrar algo a lo que aferrarme.

Se maquilla frente al espejo, meditando en que me dirá, o tal vez pensando una forma de no decirme nada.

—No se quien era tu pareja si te sirve de algo, Alfonso parecía una tapadera de algo —hay cierto honestidad en su voz, pero tampoco me dice la verdad.

Alfonso. Tenía tiempo sin pensar en él.

—¿Por qué una tapadera? —cuestiono.

Llaman a la puerta y ella atiende, recibiendo un pedido. Regresa con dos vasos de algo líquido y un empaque de comida. Me entrega uno, regresando a su trabajo de maquillarse.

—Hacias las mínimas apariciones con él, despues desaparecidas intercalando tus horas entre el “hospital y la universidad” en cierto punto eso es sospechoso —se detiene mientras coloca máscara de pestañas–, pero era mentira, casi nunca aparecias por aqui, no estabas todo el tiempo en el hospital,por lo que mentías por ocultar a tu pareja o tu pareja te queria ocultar, cualquiera fuera el motivo, demostraba que existía alguien más —declara con simpleza.

¿Acaso llevaba una doble vida? ¿que se supone que hacía?

—Eso es pasado, no te preocupes —afirma mientras termina de arreglarse.

Tomo el cafe que he estado cuidando entre mis manos.

—¿Vas a buscarlo, verdad? —afirma y creo que podría haberse ahogado con el café.

—¿Yo? —cuestiono.

Ella afirma girando en mi dirección.

—¿Que…?

—No mientas, eres mala en eso fingiendo —asegura.

Abro la boca en algún intento por negarlo, pero tal vez ambas descubramos la verdad y eso seria bueno.

Ella me arregla con la misma pieza de ropa de la noche, ese pantalón deslumbrante con el top. Llegamos juntas, es un edificio alto, que desde la distancia se nota imponente, destilando la palabra lujosa, exclusivo. En la parte de afuera, hay dos guardías imponentes que llevan traje y corbata. Estoy seguro que parecen sacados de la WWE.

Extiendo la pagina frente a ellos. Ambos nos observan en silencio, observandonos de abajo hacia arriba, el neutro de sus ojos no rebela si somos bienvenidas o no. Solo asiente a su compañero y nos dejan pasar a ambas.

Me abre la puerta con un leve movimiento de cabeza, y al entrar, nos envuelve un aire denso, cargado de lujo y misterio. Todo está bañado en luces bajas y reflejos dorados, como si cada rincón quisiera mostrar cuánto vale. La decoración es casi opulenta: terciopelo en los asientos, candelabros colgando en puntos estratégicos, mesas de mármol negro donde grupos de personas observan la escena, algunos en conversaciones susurradas, otros con miradas enardecidas.

El ritmo de la música es profundo, casi hipnótico, y lo primero que noto es a un grupo de chicas bailando en una tarima, sus cuerpos moviéndose al compás de las notas graves. Llevan atuendos mínimos, apenas lencería con brillos estratégicos, y sus movimientos son calculados, provocativos. A mi alrededor, algunas miradas se clavan en ellas, mientras otras observan de reojo, con una mezcla de desprecio y deseo.

—Vamos a la barra —me pide Ada.

La acompaño situandonos frente a una barra, el bartender llega y Ada aprovecha para coquetear con este, me giro contemplandando lo inmenso que es el lugar.

Observo detenidamente el lugar en busca de ese jack frost que tanto me acosa y yo lo acoso.

—Señorita, quien ve el mal debe apartarse —la voz de un hombre a mis espaldas me sobresalta.

Giro mi rostro contemplando a otro bartender. su rostro permanece igual de neutro, se inclina frente a mí, como si quisiera compartir un secreto.

—No comprendo —murmuro.

Él saca un vaso que deja frente a mí, depositando un licor color amarillo.

—No busque el peligro, escóndase, huya, escape, mientras pueda —es lo único que vuelve a repetirme.

Se aleja dejándome con el trago. Observó el licor con cierto recelo.

—Katherina, hoy hay barra libre, por si alguien quiere subirse —insinúa arqueando una ceja en mi dirección.

Niego con la cabeza y contempló cómo ella se acerca emocionada a la tarima, su falda brilla contra la luz. La contemplo por unos minutos antes de perderme por los diferentes pasillos. Sonidos obscenos hacen eco por el lugar, las luces cambian, el ambiente se carga de una energía completamente sexual.

Hay personas colocadas frente a ventanas que dejan contemplar lo que está en el interior, personas copulando. Los sonidos hacen eco por los diferentes pasillos. Pero en todos busco cualquier rastro de cabello blanco.

—Deberias dejar de seguir a las personas —me informa una mujer pasando a mi lado.

La observo pasar a mi lado y dirigirse a las habitaciones.

Sigo el mismo camino ella, hasta que me detengo frente a un sofa negro, donde descansa una cabeza blanca que ya he visto antes. Me detengo contemplando que tiene visita de una joven.

—Es malo acosar a las personas, pequeña —murmura con su voz gruesa.

Observo en silencio a la chica bailar, esperando alguna reaccion suya.

–-El acoso es una muy mala practica —confirmo.

Mueve sus manos despachando a la joven, lo hace al instante.

—-Acoso, es una palabra muy grande ¿crees conocerla? —cuestiona bebiendo de su trago.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.