Ada recolectó suficiente dinero para no preocuparse por sus útiles personales por un largo tiempo, me dio una pequeña parte por llevarla, podría haberme negado, pero. Soy universitaria, desempleada, en el extranjero, no recibo dinero de nadie, solo esa pequeña mensualidad que no me alcanza para mucho. Hay días donde tengo que decidir si quieres comer o pagar el transporte o algo que te soliciten en la universidad. Es por ello que no me negué a aceptar el dinero.
—¿Quieren algo más? –cuestiona el mesero sacandome del trance mental.
Niego con la cabeza sin ser capaz de pronunciar palabra alguna.
—Por el momento no, gracias —le responde Ada con una sonrisa que estoy segura que ni el retraso en la verificación de su tesis le quitara.
Estamos aqui porque obviamente uno de esos le metio un billete en alguna de las tetas, tan grande que comeremos bien por unas semanas.
—Pense que despues de encontrarte con Jack frost alias roba almas, ya estarias más emocionada —pronuncia con cierta diversión en sus ojos.
¿como ella es capaz de enterarse de todo sin estar en la misma habitación?
—¿Roba almas? –intento desviar la conversacion.
Ella asiente efusiva mientras bebe una sustancia verde de procedencia dudosa con olor dudoso.
—Su cabello, sus ojos y su actitud hacia las personas —resalta.
Tiene razón, aunque es malo juzgar un libro por su portada. Me detengo a observar al mesero que me voltea a ver cada cierto tiempo y me hace cuestionarme ¿quiere el numero de Ada? ¿creera que ella es mi novia y por eso no le pide su numero?
—¿Que fue lo que te ocurrio en el paraiso? —vuelve a preguntarme, solo que se siente más como un interrogatorio.
Me encojo de hombros. No paso nada.
—Nada –me sinceriso.
Desde ese día no lo he vuelto a ver, eso fue hace tres días, considere volver para ver que pasaba, si lo volvia a encontrar, solo que no estoy segura y no quiero ir sola. Pero tambien he notado algo extraño, una persona en especifico, la he visto seguido por tres días, a donde me dirija lo veo.
cosa que me preocupa mucho.
—Eso es mentira, el hombre se enojo cuando ibas a subir, no me puedes decir que no paso nada —me recrimina.
Paso y no paso.
—Es que solo hablamos, pero él desaparece, siempre lo hace —me sincero.
Ella asiente mientras vuelve a beber eso.
Estamos en la misma cafetería que visite con Linda por primera vez, el mismo chico rubio que nos atendió aquella vez, nos observa, lo que tambien me hace cuestionarme si quizás Linda los conoce y son amigos o algo por el estilo.
—Tengo que ir al baño –me avisa Ada, mientras sostiene sus manos en su estomago.
intenta disfrazar su rostro, pero se que se está haciendo del dos.
Una sonrisa asoma en mis labios al ver su expresion, eso le pasa por tomar cosas tan raras sin estar acostumbrada. Ella practicamente corre entre las diferentes mesas hasta perderse tras las puertas del baño.
El chico llega a recoger la bebida de Ada y me sonrie, solo que sus ojo, destilan panico. Uno que se cuela entre mis huesos.
—Te estan siguiendo —murmura sin mover los labios— ¿necesita algo más? —vuelve a preguntarme.
Esta ganando tiempo.
—Un muffin —le pido sin saber como debo actuar.
—Es un tipo grande y está a tres mesas de distancia de la tuya —me avisa, aun sin hablar, sus mejillas estan estaticas, pero sus ojos quieren desbordarse—, ¿lo quiere para aqui o para llevar?
¿que carajos? ¿quien me sigue? ¿por que?
—Para aqui —le solicito.
Él asiente mientras se aleja, pero el pánico que asoma en sus ojos me golpea de lleno. En un instante, mi corazón comienza a latir con tal violencia que el sonido me inunda los oídos, como un tambor acelerado. Siento que todo se vuelve espeso, irreal, y el aire que intento inhalar se convierte en una carga sofocante en mis pulmones. Parpadeo con fuerza, intentando mantenerme alerta, pero mi visión se vuelve nebulosa, como si una niebla extraña envolviera todo. Me esfuerzo por mover las piernas, pero estas parecen haberse convertido en plomo, pesadas e inmóviles. Siento cómo el pánico se enrosca en mi estómago, revolviendo cada célula de mi cuerpo. ¿Qué está pasando? ¿Es miedo? ¿Una reacción al veneno de una droga? ¿Estoy enferma?
De repente, la figura de un hombre surge frente a mí, alta y corpulenta, oscura y amenazante, como una sombra que toma forma. Lleva el cabello largo, cayendo en mechones a ambos lados de su rostro hasta los hombros, dándole un aire salvaje y feroz. Mi vista se enfoca y desenfoca como si mi mente no pudiera captar su imagen del todo, como si él estuviera atrapado en un parpadeo entre este mundo y otro. Trato de abrir la boca para hablar, pero es como si mi lengua se hubiera transformado en un peso muerto; cada palabra que intento formular se ahoga antes de que pueda salir.
Él se inclina hacia mí, y un olor amargo y metálico, una mezcla de tabaco, cuero y algo agrio, invade mis fosas nasales. El aroma es tan denso que siento náuseas, y cada célula de mi cuerpo se contrae. Algo en ese olor activa todos mis instintos de supervivencia; es una advertencia ancestral, visceral. Mi pecho arde de terror mientras un frío extraño recorre mi columna y me deja congelado, inmóvil, mientras mis sentidos me gritan que estoy en peligro. Cada fibra de mi ser me pide que huya, pero mis músculos no responden.
Él se inclina aún más cerca, hasta que sus ojos fríos, casi desprovistos de vida, se clavan en los míos. Su voz es baja, pero cada palabra resuena con una intensidad desgarradora que me atraviesa como una hoja helada:
—Es una advertencia. Si vuelves a intentar entrar, no será tan benevolente como la última vez.
La amenaza queda suspendida en el aire, llenando el espacio con una quietud pesada, como si el mismo tiempo se hubiera detenido. Siento que el terror me ahoga, mis manos temblorosas se aferran a nada, tratando de buscar una salida de esta pesadilla.
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Editado: 16.01.2025