Kazuo
Desde que mi padre se ha ido lo visito constantemente, la hierva seca del otoño se rompe con cada paso, no hay nadie alrededor en esta epoca del año y sobre todo que solo entierran a unos pocos, los demas son incinerados y lanzados fuera del muro. La brisa helada levanta el polvo del cementerio quedando como una espesa neblina, hace tanto frío que aún con guantes y en los bolsillos de la gabardina siento que se me congelan las puntas de los dedos. Veo la lapida con su nombre grabado y la frase "Heroe del saber, protector de los indefensos".
-Padre...han pasado años desde que te haz ido...- suspiro y me siento a un costado -¿Porqué tuve que distraerte en ese momento? me pregunto si me hubiera quedado callado estarias aquí...pero solo caen en saco roto. El ahora es lo que es...-
Levanto la mirada logrando ver hasta unas ramas secas ya sin hojas.
-Si me ves sabes lo que he hecho, dudo que aceptes que este en la Guardia, pero Kurt está conmigo- una triste sonrisa se me escapa -Somos más unidos que antes, con el tiempo el juramento se a extendido, es algo nuevo para ambos pero lo llevamos bien- me levanto -Solo quisiera haber tenido el valor de preguntarte eso que la vieja Pía dijo esa vez...¿Cuál es esa verdad?-
Atrás dejo el cementerio, de pie bajo una farola rota espero con calma, calma que me dura poco. Con la neblina llegan diferentes aromas que solo se encuentran en el exterior. Suelto el aire de manera pesada haciendo que los filtros de la máscara trabajen aún más. Salen dos seres, uno de aspecto a un cisne y el otro a un caballo, cada uno con armas de fuego de diferentes calibres.
-JAJAJA, esto es curioso, encontrarte tan solo en la niebla- dice el caballo relinchando y escupiendo saliva.
-Vamos, solo es un chiquillo, me decepciona, queria una pelea de verdad- agita sus plumas el cisne mientras se rie.
No tengo ganas de hablar, mucho menos de pelear. Ignorandolos camino entre ambos. Antes de cualquier ruido escucho la carne ser aplastada, balas volando y un gruñido, luego nada. Junto a mi Kurt se lame el hocico quitandose la sangre y plumas de sus presas. Ahora solo camino, pero nunca solo, desde entonces siempre estoy acompañado.