Metamorfosis

CAPÍTULO 6

Los cinco días habían sucedido de manera rápida para Jana, saber sobre los dos hermanos era nuevo para ella, el adaptarse a esta zona también, pero ella estaba bien al saber que con los días que pasaba iba obteniendo nuevos conocimientos. Se relacionaba cada vez más y su hermano se sentía muy bien con eso. 

Él quería o mejor dicho anhelaba que ella saliera de su zona de confort, no le bastaba que su hermana estuviera todo el tiempo en casa y con las flores, él quería que descubriera el mundo exterior siempre y cuando con las medidas necesarias. 

Jana se encontraba sentada en las gradas de la escuela, con la mirada perdida en la cancha deportiva que se extendía frente a ella. La expresión en su rostro reflejaba una mezcla de melancolía y determinación, sumergida en sus propios pensamientos.

El sol del mediodía iluminaba el lugar, creando una atmósfera cálida y reconfortante. El sonido distante de los deportes en acción y el murmullo de los estudiantes llenaban el ambiente, sumergiéndola en sus pensamientos.

No era aún hora de almuerzo, sino que la falta de un profesor a la clase le hizo fácil a Jada para que se incorporará en las gradas de deporte.

—¿Sola por aquí? 

Jana dio un salto en su lugar y a Emmet le causó risa.

—Dios, Emmet —se agarró el pecho—. No deberías asustar así.

—Claro, estás tan concentrada para no hacer caso. Te he llamado desde lejos y aún así no me prestas atención —él se acomodó a un costado de ella junto a su balón de básquet—. ¿No deberías de estar en clase? —indagó.

Ella puso sus manos sobre sus rodillas y suspiró para después contestar.

—El profesor de física elemental no ha llegado y pude aprovechar para llegar aquí —ella miró todo su alrededor— de seguro te debe de gustar mucho este lugar.

—En partes —alzó los hombros— lo mío es más de básquet —señaló su balón.

A simple vista se podía deducir que a Emmet le gustaba mucho el básquet, no dejaba su balón en ningún momento. Era muy significativo para él. 

—¿Te gusta a ti este deporté? —preguntó él queriendo saber más de ella. 

—Es un deporte que no lo practico seguido, pero sin duda alguna jugaría una partida si me retan. Aunque sea de mediana estatura. 

Eso le hizo sonreír a Emmet. 

—Te ganaría —soltó.

—Eres alto, eso no se vale —ella se sintió indignada— además, no eres apto para pequeñas, ¿no?

Él la miró sorprendido al saber que aún recordaba lo que le había dicho la primera vez que la vio.

—Con respecto a eso —él se tocó la parte trasera del cuello— no lo dije en verdad, ósea si, pero hay excepciones. 

Ella levantó una ceja y se cruzó de brazos. 

—No lo quieras cambiar. 

—Es que me diste ternura la primera vez que te vi —él se río y ella también— pero no volverá a pasar, palabra de deportista —levantó la mano.

—Bien, vamos a creerte.

—¡Hey!, estoy diciendo la verdad —se ofende él.

Ella suelta una risa. 

Se quedan por unos segundos en silencio. Ella mirando el frente del lugar y él dando vueltas a su balón en sus dedos. 

Emmet tiene una habilidad buena para los balones, puede hacer cualquier maniobra, es por eso que aún se debuta entre él y otro chico por la capitanía, aquel chico también es bueno anotando goles como Emmet. 

Al cabo de unos minutos fueron interrumpidos por un chico. 

—¿Emmet? 

Él volteó hacia su izquierda.

—¿Brayden? —preguntó extrañado.

—Joder hombre, te he estado buscando por todas partes —se quejó cuando fijó la mirada en Jada. —Bueno, bueno, ¿qué tenemos por aquí? —lo dijo en modo coqueteo.

Emmet rodó los ojos. 

—No empieces.

—Hazte a un lado —se sentó en medio de ellos dos dándole la espalda al chico de ojos marrón— pero mira que este niñazo no nos ha presentado.

Brayden es un joven de estatura media, aproximadamente 1.75 metros de altura, con una complexión delgada pero atlética. Su constitución es esbelta y ágil, denotando una buena condición física. 

Destacan sus cabellos castaños, que caen desordenadamente sobre su frente en mechones rebeldes y suelen peinarse de forma informal. Su rostro tiene rasgos juveniles y amigables: unos ojos avellana expresivos y chispeantes, acompañados por cejas bien definidas. Suele llevar una sonrisa pícara y contagiosa, que ilumina su rostro y denota su naturaleza amistosa y jovial.

—¿Disculpa? —dijo Emmet. 

Jada dejó escapar una risita baja. 

—Soy Brayden, el mejor amigo de este —señalo detrás de él.

Jana asintió.

—Un gusto, eres el chico que le gritó el otro día a Emmet, ¿verdad? —indagó. 

Él con sus ojos marrones juguetones la observó y le alzó las cejas. 




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