Metamorfosis

CAPÍTULO 9

La mañana siguiente, el brillo del sol se filtraba a través de las cortinas entreabiertas de la habitación de Jana, iluminando su rostro tranquilo mientras dormía. Su habitación estaba impregnada de una sensación de calma y serenidad, con tonos suaves y cálidos que envolvían el espacio en una atmósfera acogedora. Las paredes estaban pintadas en un tono suave de azul claro, que reflejaba la luz del sol que se filtraba a través de las cortinas blancas y transparentes.

El mobiliario era simple pero funcional, con una cama grande y confortable cubierta con una colcha de tonos pastel y cojines mullidos que invitaban a descansar. Junto a la cama, una mesita de noche de madera albergaba una lámpara suave.

En una esquina de la habitación, un escritorio de madera estaba cubierto de papeles y libros, mostrando el lado estudioso de la castaña y su compromiso con su educación a pesar de las dificultades que enfrentaba. Una silla cómoda estaba colocada frente al escritorio, lista para recibir a cualquier estudiante que necesitara un lugar tranquilo para concentrarse.

El suelo estaba cubierto por una suave alfombra de color beige, que ofrecía una sensación de confort bajo los pies descalzos. Alrededor de la habitación, se podían ver algunos toques personales de Jana: fotografías enmarcadas de momentos felices con su hermano, pequeñas plantas en macetas que añadían un toque de frescura y vida al espacio, y obras de arte en las paredes que mostraban su creatividad.

Cuando James entró en la habitación para despedirse de ella, notó la tranquilidad que llenaba el espacio y la expresión serena en el rostro de su hermana. Se acercó a ella con cuidado, sintiendo el amor y la preocupación llenar su corazón mientras se preparaba para salir.

­—Jana —le llamó suavemente— tengo que ir a trabajar, pero no te preocupes, Emma va a venir a hacerte compañía durante el día —anunció con una sonrisa tranquilizadora, queriendo asegurarse de que su hermana se sintiera cuidada y acompañada en su ausencia.

Ella asintió con gratitud, agradecida por el apoyo y la atención de su hermano. Sus ojos se iluminaron con una chispa de alegría al escuchar que su amiga vendría a visitarla, reconociendo el esfuerzo de James por asegurarse de que no se sintiera sola en su recuperación.

—Gracias, James. Eso significa mucho para mí —respondió con una sonrisa suave, sintiéndose reconfortada por la presencia y el cuidado de su hermano.

James se inclinó para darle un beso en la frente, sintiendo el amor y el afecto entre ellos. Sabía que ella estaría en buenas manos con su amiga, pero aun así se marchó con un ligero pesar en el corazón, deseando poder quedarse y cuidar de su hermana él mismo.

Con un último vistazo a la habitación tranquila y serena de la castaña, James salió de la habitación, dejando a su hermana en paz y en buenas manos mientras él se preparaba para enfrentar los desafíos que le esperaban fuera.

🌼 🌼 🌼 🌼 🌼 🌼

La puerta del dormitorio se abrió con delicadeza, y Emma entró con una bandeja en las manos, cargada con pan tostado, huevos revueltos y jugo de naranja recién exprimido. Colocó la bandeja sobre la mesita junto a la cama y se sentó en el borde, observando a Jana con cariño mientras ella dormía.

Después de un rato, Jana comenzó a despertarse, parpadeando lentamente mientras se acostumbraba a la luz del sol. Cuando vio la bandeja de desayuno y la sonrisa amistosa de su amiga, una expresión de sorpresa y gratitud cruzó su rostro.

—¿Esto es para mí? —preguntó, su voz aún adormecida por el sueño.

La amiga asintió con una sonrisa, empujando la bandeja hacia ella.

—Sí, pensé que te gustaría algo de desayuno —respondió amablemente.

Jana se sentó en la cama, agradecida por el gesto de su amiga. Juntas compartieron el desayuno, hablando de cosas triviales y disfrutando de la compañía. Después del desayuno, decidieron pasar el día juntas, disfrutando de la compañía del otro y dejando de lado temporalmente las preocupaciones y los problemas que los habían estado atormentando.

Pasaron horas viendo películas, riendo y charlando como si no hubiera un mañana. La amiga hizo todo lo posible por hacerle saber a Jana que nunca estaba sola, que siempre tendría a alguien en quien apoyarse cuando las cosas se pusieran difíciles.

Más tarde, decidieron preparar un pastel juntas, revoloteando por la cocina con delantales atados alrededor de sus cinturas y riendo mientras mezclaban los ingredientes. Jana se relajó por completo en la familiaridad de la cocina, encontrando consuelo en el acto de hornear y crear algo hermoso junto a su amiga.

Cuando el pastel estuvo en el horno, salieron al patio trasero y se sentaron en el césped, observando el sol ponerse en el horizonte mientras compartían una tarta recién horneada y una charla amistosa. Se sintieron en paz, como si todo estuviera bien en el mundo por un breve momento.

Sin embargo, a medida que el sol se hundía en el horizonte y las sombras se alargaban, sabían que la realidad eventualmente los alcanzaría. Pero por ahora, se aferraron a la calidez de la amistad y la tranquilidad del momento.

Jana jugueteaba con los bordes de su camisa nerviosamente, mirando fijamente el suelo con una expresión preocupada en su rostro.

Emma colocando una mano reconfortante en el hombro de ella le preguntó.




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