Octava carta

Amada Liliana:

Me gané una sanción por haber peleado con Pablo. Le fui a pedir al profesor que te cambiara de pareja y el idiota de Pablo se enteró; se enojó conmigo. Empezamos a discutir frente al profesor y por poco le rompía la cara. Sin embargo, valió la pena porque te cambiaron de pareja con Julia. Ella es tu mejor amiga, según tengo entendido ¿verdad? Eso me tranquiliza. Espero no te molestes conmigo.  Todo lo hago para verte bien, lo único que espero es que no te enteres de quién soy porque aún no estoy listo para eso. No soportaría el rechazo.

Te ama, L.J.

Una vez más abrir su casillero y ver esas pequeñas cartas, la estaba haciendo tan feliz porque por fin alguien se preocupaba por ella. Aparte de sus padres y sus amigos, también estaba un chico.

—¡Liliana, ¿te enteraste? ¡Tú y yo somos pareja en el proyecto de literatura! —llegó su amiga toda emocionada por la noticia.

—¿Cómo te enteraste? ¿te dijo Gabriel? —respondió sin pensar. Su amiga frunce el ceño.

—No, ¿Por qué habría de decírmelo Gabriel? —preguntó Julia muy curiosa.

—Nada olvídalo —le respondió, pero ella no era fácil de convencer.

—No me digas que le hablas a Gabriel —Liliana negó—. Por favor Liliana, ese chico es el mismo diablo y no quiero que te haga daño.

—Quizás sólo quizás en el fondo tenga sentimientos —dijo ella y su amiga se sorprende ante tales palabras.

—¡Joder Liliana, no me hagas reír! ¿Gabriel tener sentimientos? No cariño, ese chico está perdido —le comentó. Liliana no supo qué decir. Quizás su amiga tenía razón y tal vez su enamorado secreto no era Gabriel. No era Leo, ni tampoco Pablo. Y si no era Gabriel ¿Quién era entonces? Otra vez la duda la invadía porque se estaba enamorando de personas que quizás no valían la pena. Y le empezaba a frustrar la idea de que comenzaba a tener ansiedad por ello. Tenía que parar de esa situación.