Después de presentarnos, caminamos agradeciendo a todos los invitados el gusto y placer por celebrar con nosotros.
La fiesta siguió su curso, todo era mágico, jamás había soñado con una boda así, pero bueno como decía mi hermana, era primera vez que me caso.
─ ¡Ven querida, vamos a bailar! ─ dijo Daniel tomando mi mano y arrastrándome a la pista de baile, hizo señales y la música comenzó.
─ Te acordaste ─ dije, sorprendida a escuchar sonar nuestra canción o más bien mi canción favorita.
─ Claro, pensaba que no conozco tu gusto, amor son casi dos años que nos conocemos
─ Por eso amo todo de ti
Y compartimos un beso único lleno de amor, mucho amor. El resto de invitados, se unieron a nosotros y la fiesta comenzó, terminando a muy altas horas de la noche.
─ ¡Creo, que es hora de despedirnos! ─ me susurro al oído
─ Espera, si nuestro viaje es mañana
─ ¡Amor!, ya nuestro avión sale en dos horas
─ No puede ser esta seguro
─ ¡Si! ─ Dijo afirmando con la cabeza y señalándome el reloj.
─ No preocupes, tu equipaje ya está listo ─ mencionó mi hermana, quise protestar, pero me conocía también, que afirmó ─ Por la nena, ya está con la nana que contratamos, y está durmiendo plácidamente en casa desde hace hora.
Había disfrutado tanto de la fiesta que realmente había perdido la noción del tiempo.
─ Pero al menos me dejarás irme a cambiar ni modo que viaje yo con mi vestido de novia.
─ Si amor, por eso digo que nos tenemos que ir, ya la mayoría de los invitados se retiraron ─ él tenía razón solo quedaban pocos invitados y nosotros, porque la abuela y los niños tenían horas que había sido enviado a casa.
─ Ven ─ dijo mi hermana que me mostraba una maleta, de seguro ella pensando en todo y conociendo había preparado un cambio de ropa.
Después de cambiarme lo más rápido que pude y retocar levemente mi maquillaje, acudí a lado de Daniel, quien ya me espera muy ansioso, subimos al automóvil y nos dirigimos al aeropuerto.
Daniel, tenia razón por un poco y casi perdemos el avión, moría de sueño, claro está no había descansado nada, ya acomodados en nuestros lugares del avión.
─ No te preocupes amor, te aseguro que un par de hora estaremos arribando en el estado de Quintana Roo, dice que es un lugar muy bonito.
─ Aunque no pude despedirme de la niña.
─ Cariño, ella está bien cuidada por la abuela, tu hermana y la nana que contratamos, no te preocupes en una semana regresaremos a su lado.
─ Espero, que cuando regresemos nos reconozca.
─ Eres una exagerada, ya dejemos la nena en paz, y disfrutemos cariño, estamos de luna de miel─ dijo tomando mi barbilla para indicarme que me daría un beso, fue lento sin prisa, pero muy dulce, aun estábamos disfrutando ese beso, cuando la voz del piloto nos daba la bienvenida e indicaba que 2 minutos despegaríamos.
Era la primera vez que viaja en avión, o al menos eso recuerdo, por lo que los nervios se apoderaron de mí, él notó mi nerviosismo y beso el dorso de mi mano.
─ Yo estoy aquí, no pasará nada ─ dándome una palmadita con su mano sobre la mía.
El avión despegó, y ahora quince minutos después, apoye mi cabeza sobre el hombro de mi esposo, y me quede totalmente dormida.
Tres hora y medias después estábamos arribando al aeropuerto de Cancún, Quintana Roo.
─ ¡Amor!,─ me llamaba Daniel, pero sentía los parpados pesados, ya que tenia muchas horas sin dormir ─ ¡Amor!, Cariño, hemos llegado.
─ ¡Hey!, ¿qué paso? ─ dije, algo desorientada, al ver que el resto de pasajero se levantaba tomando sus pertenencias entendí que pasaba.
Bajamos del avión, y subimos al transporte que el aeropuerto mando para llevarnos a la sala de desembarque.
Cuando llegamos al hotel, solo quería seguir durmiendo.
─ ¡Espera! ─ exclamo, Daniel, me extraño su grito ─ pero yo soy tradicionista ─ dijo tomando entre sus brazos para entrar a la habitación del hotel.
─ ¡Eres un loco! ─ dije, dándole un beso cuando me dejo en el piso nuevamente.
─ Pero loco por ti ─ dijo, y dándole una propina al mozo que llevaba el equipaje. ─ Bueno señora Arana, que desea hacer, ¿quizás un paseo por la playa?, o …─ conocía esa mirada de Daniel, y señalo la cama con su mano.
─ Te digo la verdad ─ acercándome ─ ¡yo solo quiero dormir! ─ aventándome en la cama y enrollándome con las sábanas
─ Yo también ─ Levantando las sábanas para verme a la cara y levemente me sonrió y dándome un beso suave.
No supimos en que momento nos quedamos dormidos, quizás el cansancio hizo estrago con nosotros, ya era casi el atardecer cuando despertamos, hambrientos.
─ ¡vamos a comer!