Adrian Grant había conseguido su objetivo después de intentar por varios días y de distintas maneras por lo que se encuentra esperando en una cafetería pacientemente cuando su teléfono suena, al percatarse de que es una llamada de su padre responde de manera inmediata.
–Padre, ¿Qué sucede?
–Tu mujercita me ha informado lo que tramas, Adrian, no involucres a inocentes en tus deseos, deja ser feliz a Viktor.
–No comprendo porque te preocupas tanto, yo conozco a mi hijo.
–Adrian…
–Debo terminar la llamada–interrumpe a su padre cortando la comunicación.
Sintiéndose verdaderamente molesto, Charles toma asiento sobre el sofá individual de su sala, «Un error tras otro, Adrian, un error tras otro, esto no terminará nada bien.» piensa con frustración al no poder hacer nada más para evitarlo.
– ¿Qué está sucediendo aquí?–cuestiona Viktor lleno de molestia.
Se encontraba en su oficina tranquilamente cuando Leily le pidió permiso para salir de la oficina por un rato, lo que más llamó su atención fue el gran misterio con el que actuaba la joven, por lo que pareciéndole bastante inusual el comportamiento de Leily quien siempre era como agua cristalina ante sus ojos decidió seguirla sin imaginar lo que encontraría.
–Viktor, no es lo que estas pensando–indica Adrian poniéndose de pie.
–En esta ocasión no te saldrás con la tuya–replica dirigiendo su atención a Leily que mantiene su atención en el piso.
Hacia algunos días atrás cuando recibió la llamada de Adrian Grant quien estuvo insistiendo de manera incesante en que aceptara reunirse con él, le explicó todo lo que sucedía con Viktor y lo importante que era que él no se percatara de nada; sin embargo, actuar en secreto nunca había sido su fuerte y ahora se presentaban ante ella las consecuencias por actuar de esa manera sabiendo perfectamente que no era correcto.
–Viktor, por favor…
– ¡Guarda silencio!–exclama interrumpiendo a Adrian–. Mírame, Leily, me he visto como un payaso todo este tiempo pensando que eras diferente.
–Viktor, no hagas algo de lo que te arrepentirás–interviene Adrian conociendo perfectamente a su hijo y queriendo evitar que continúe, Leily dirige su mirada al joven frente a ella.
–Ya comprendí que eres igual que todas, así que dime, Leily, ¿Cuánto me cuesta tener tu amor? ¿Qué es lo que deseas? Yo pongo el mundo a tus pies y…
– ¿Qué estas insinuando?–lo interrumpe Leily sintiendo la molestia nacer en su interior y poniéndose de pie para enfrentar al joven frente a ella.
–He sido bastante claro en mis palabras, ¿Quieres publicar tus libros? Yo lo hago realidad, una editorial completa dispuesta a tus pies, pide lo que quieras, lo tendrás pero te quedas conmigo.
Leily mira directamente a los ojos al joven llena de decepción y molestia, sin que se lo espere le propina una bofetada a Viktor para después tomar sus cosas y salir del lugar sumamente indignada, « ¿Quién se ha pensado que soy? Pero eso me pasa por ceder a los chantajes emocionales de un desconocido, a mí que me interesa si Viktor y su padre se detestan, ese hombre se lo busco, ¿Quién en su sano juicio se involucra con la novia de su hijo?» piensa mientras avanza a la parada de autobuses para poder volver a su hogar y olvidarse para siempre de Viktor Watkins y todos sus líos familiares que nada deben preocuparle a ella.
– ¿Cómo puedes ser tan tonto, Viktor? Esa jovencita no ha hecho nada para herirte, deja de una buena vez esos traumas, ¿No te das cuenta de lo que has hecho? El amor no se puede comprar, se siente o no se siente así de fácil.
Ignorando las palabras de su padre el joven sale de la cafetería sintiendo un amargo sabor en su boca y un pequeño dolor en su mejilla a causa de la bofetada que ha recibido, avanzando con evidente molestia se encamina de vuelta a la empresa.
Con el atardecer llegando aquel lugar donde todo es paz se ilumina de un tono naranja dorado proyectando la silueta de un hombre que avanza con un ramo de rosas blancas y se detiene frente a una cripta, coloca las flores en el espacio destinado para flores.
–Me siento muy perdido sin ti–expresa sintiendo sus lágrimas resbalar por sus mejillas–. Creo que me equivoqué y no tengo ni la menor idea de cómo puedo solucionarlo, necesito tanto que me des un consejo, un abrazo y que me digas que todo estará bien, por favor, mamá dame una señal, algo que me ayude a salir de todo este lío en el que me he metido.
Con el transcurso de las horas el estado de ánimo de Viktor ha decaído a niveles insospechados, no sabía que era real y que no, menos aun comprendía si había actuado de una manera precipitada o si decir lo que dijo había sido lo mejor para dar por terminado el tormento de ocultar lo que le sucedía con aquella joven. Peor aún era el hecho de no haberla encontrado en la empresa que le llenaba de una sensación desoladora, «¿Y si ella no vuelve más, qué voy a hacer?» se cuestionaba sin cesar. Con esa terrible sensación de desolación en su corazón fue al único lugar en el que conseguía relajarse y pensar, siempre que se sentía de esa manera acudía a visitar a su madre para hablarle de lo que le pasaba y lo que hacía, siempre lograba aclarar su mente.
Leily Black se encuentra sobre la pequeña cama que ha comprado hace poco, no ha conseguido controlar su llanto desde que llego pero ahora con una decisión firme en su cabeza intenta dormir para dejar atrás ese amargo día. Nunca antes se había sentido tan ofendida y herida por las palabras de alguien, a pesar del poco tiempo que tiene de conocer a Viktor, él se ganó su cariño y le resulta incomprensible que le hablara de esa manera sin preguntar siquiera la razón de su actuar. Era capaz de comprender la molestia del joven al encontrarla reunida con ese hombre que tanto daño le ha hecho pero no comprendía porque tratarla de esa manera. Algún tiempo más tarde siente que poco a poco su mente comienza a dejar de pensar, hasta que por fin consigue quedarse dormida.
Ryan Snyder se encuentra llegando a su oficina, después de algunas horas de sueño reparador se siente totalmente preparado para ese nuevo día lleno de pendientes que le espera. Saludando a algunas personas que se encuentra por el camino llega hasta su oficina e ingresa quedando anonadado al percatarse que su oficina no se encuentra vacía.
– ¿Qué sucede?–cuestiona preocupado llegando hasta su lugar para dejar sus cosas y dirigir su atención a la persona frente a él.
–Señor Snyder, disculpe mi intromisión en su oficina de esta manera pero era muy importante que le entregara esto–expresan extendiéndole una carpeta, el joven la recibe y la abre, le basta leer las primeras líneas para comprender de lo que se trata.
– ¿Por qué me das esto a mi?–cuestiona sin ocultar consternación.
–Se que debería dárselo al señor Watkins pero usted se encuentra en el mismo nivel que él, lo que significa que usted puede recibirlo y firmarlo, te lo pido como amiga, Ryan, por favor– suplica con lágrimas en sus ojos.
– ¿Qué fue lo que te hizo ese idiota?– cuestiona furioso.
–No ha sido nada, Ryan…
– ¡Responde mi pregunta sin rodeos, Leily!–exclama interrumpiendo a la joven.
–El señor Watkins me ofendió de manera imperdonable, ese hombre Adrian Grant me estuvo buscando e insistiendo en que me reuniera con él, decidí aceptar la reunión porque ya estaba cansada de su insistencia y lo mal que se escuchaba así que le dije que lo escucharía, le pedí permiso al señor y salí, me reuní con ese hombre en la cafetería de enfrente, el señor Watkins llegó y actuó como un lunático, dijo que cuanto le costaba tener mi amor y que ponía el mundo a mis pies a cambio de que lo eligiera a él y yo… yo lo abofetee– explica sintiendo esa sensación de llorar nuevamente.
–No sé qué decir, estoy impresionado, ¿lo abofeteaste?–pregunta lleno de sorpresa.
–Si, por favor, acepta mi renuncia, no puedo continuar en este lugar y menos aún quiero ver al señor Watkins.
–No te preocupes más, Leily, yo me encargaré, imagino que necesitaras una carta de recomendación y no dudes en ponerme como referencia porque con gusto te lanzaré rosas encima para que seas contratada.
–Muchas gracias, Ryan, debo irme pronto, no quiero tener mala suerte y encontrarme con él.
–Está bien, te llamaré para entregarte la recomendación, cuídate mucho.
–Gracias, de verdad, ahora me voy.
La joven se pone de pie y avanza hasta la salida, abre la puerta, Ryan la observa revisar el exterior antes de salir presurosa, «Realmente no desea encontrarse con Viktor y con justa razón, ¿Qué estaba pensando al decir esas tonterías? Aunque bueno, es lógico tomando en cuenta la relación de Viktor con su padre.» piensa mientras observa la carpeta frente a él, se pone de pie y se encamina a la oficina de su amigo, sin anunciarse ingresa.
–Firma esto–indica con seriedad dejando la carpeta en el escritorio.
– ¿Ahora a que se debe ese tono y que es esto?–cuestiona tomando la carpeta, la abre y la lee abriendo sus ojos ampliamente–. Trae hasta aquí a esa señorita si es que desea que firme esto.
–Lo siento, se ha ido, ahora fírmalo o lo firmare yo.
– ¿De quién eres amigo?
–De ambos, Leily es un ángel de persona y lo que hiciste es una infamia.
– ¿Ángel? No es un ángel, es una pesadilla que me hace ver mi suerte y me hace sufrir.
–Deja el drama que ella no te ha hecho nada, en cambio tú… bien merecida tienes la bofetada que te dio.
– ¿Así que te lo dijo?
–Claro que lo hizo, es mi amiga y yo la quiero, así que ni creas que permitiré que la lastimes más, ya la ha pasado bastante mal, olvídate de acercarte nuevamente a ella–advierte con seriedad Ryan, Viktor firma la renuncia de la joven y se la devuelve a su amigo.
–Ahora sal de mi oficina y déjame trabajar tranquilo–indica Viktor de manera hostil.
Ryan se pone de pie y se encamina a la salida dejando a Viktor a solas, «Ahora resulta que le importa más esa pesadilla que yo que soy su mejor amigo, debería estar avergonzado, yo soy el ofendido y no ella.» piensa con molestia mientras toma el teléfono y se comunica con recursos humanos, al escuchar que le responden sin decir palabra alguna corta la comunicación.