1

Recuerdo que era un Lunes 23, se me hizo tarde para ir a clases, era mi último año antes de ir a la universidad, iba corriendo por el pasillo tratando de llegar lo más pronto posible, aunque sabía que el profesor ya estaba en el aula. Justo al doblar la esquina, choqué con él.

Era un chico alto, de ojos azules y pelo negro como la noche. Me quedé embobado mirándolo. Era hermoso.

─Perdón. ─Le dije.

─No te preocupes, la culpa fue mía. ─su voz era ronca.

─Mi nombre es Harry. ─Me presenté.

─Soy Alex. ─Dijo.

Alex... lindo nombre.

─ ¿Es tu primer día? ─cuestioné, ya me había olvidado de ir a clases.

─Si y ando algo perdido. ─Contestó. ─Necesito llegar a la clase de inglés con el profesor Miller. ─Agregó.

─Iba hacia esa clase. ─Sonreí con timidez. ─ ¿Vamos juntos? ─Propuse.

─Si, está bien. ─El aceptó y nos encaminamos en silencio hacia el salón.

Cuando entramos, los chicos se empezaron a reír y a insinuar que Alex y yo nos estábamos besando en el baño.

Decían cosas como: "El gay y el nuevo gay", el profesor los mandó a callar, Alex me miró raro. Yo bajé la cabeza y caminé hasta mi asiento. Alex se presentó a la clase y un alumno preguntó:

─ ¿Tú también eres gay? ─Se rió.

─No, no lo soy. ─Contestó Alex y yo me sentí más triste que nunca, no sé por qué pensé que quizás él era como yo.

─Bien, que con un sólo marica en la clase nos basta. ─Volvió a decir el maldito alumno. Todos rieron, el profesor los mandó a callar y continuó con la clase.

Alex caminó hacia mí y se sentó en el único lugar vacío que había, a mi lado.

Ya sabes, nadie se quiere sentar al lado del gay.

─No tienes por qué hablarme. ─Susurré. ─Sé que no quieres. ─Agregué.

─ ¿Yo dije que no quería? ─Preguntó. Negué. ─No me importa que seas gay. ─Dijo.

─ ¿No? ─Pregunté. ─Pero se burlaran de ti por juntarte conmigo. ─Dije.

─No importa. ─Susurró.

No hablamos más durante la hora de clase. Cuando el timbre sonó, yo salí sin esperarlo. Sé que dijo que no le importa que lo vean conmigo, pero él no sabe lo que le hacen a los homosexuales o a los que se juntan con ellos, solo porque nos gusta alguien de nuestro mismo sexo.

No lo volví a ver durante ese día ni al día siguiente. Así pasó toda la semana.

Lunes. Nueva semana, mismo bullying.

Entré en la clase de inglés, llegué muy temprano así que cuando levanté la vista no esperaba verlo allí, pero ahí estaba, sentado en la silla al lado de la mía. Caminé nervioso hacia él y tomé asiento.

─Hola. ─Alex habló primero.

─Hola. ─Dije. ─No te vi más la semana pasada. ─murmuré.

─No volví durante la semana porque no me sentía bien. ─Dijo.

─ ¿Ya estás mejor? ─Pregunté, él asintió.

No hablamos mucho ese día, pero las cosas no terminaron ahí. Seguimos hablando todos los días, nos hicimos amigos, aunque él a mí me gustaba y no precisamente como amigo.

Los chicos al principio se burlaban de él por ser mi amigo, pero como Alex no les hacía caso, ellos se cansaron de hacerlo.

Así pasamos todo el primer semestre y el segundo. Aprendí muchas cosas de él, como que tenía un año más que yo, o sea tenía 18, le gustaba el helado, no le gustaba el deporte y tenía dos hermanas gemelas de 9 años.

Cada vez me gustaba más estar a su alrededor, su compañía me parecía mágica, era simpático, divertido, me encantaba verlo con su sonrisa inmarcesible.

●●●

Cuando faltaba poco para que empezaran los exámenes finales, Alex me invitó a estudiar a su casa. Vivía sólo porque no se llevaba bien con su padre, así que su madre lo ayudó a conseguir un pequeño departamento. Pasamos toda la tarde estudiando y cuando el sol se ocultó, decidí irme.

─Alex, ya me tengo que ir. ─Le dije.

─ ¿Ya? ─Preguntó. Yo asentí, él hizo un puchero. Se veía tierno.

Me levanté y recogí mis cosas. Alex me miraba en silencio. Cuando ya me iba, él me detuvo.

─Tengo que darte algo. ─Dijo.

─ ¿A mí? ¿Qué cosa? ─Pregunté, él no dijo nada. Solo se acercó y besó mi mejilla.

Me sentí desfallecer.

─Estás rojito. ─Sonrió. Me puse peor.

Musite un simple “bye” y me fui.