Prefacio
Estaba lista.
Me arme del poco valor que poseía y camine directamente hacia él; justo cuando estaba a un par de metros de distancia, me di cuenta de que estaba apretando con demasiada fuerza la carta que con demasiado esfuerzo, me había obligado a escribir, intentando, resumir en palabras lo que sentía cada vez que sus hermosos ojos se posaban sobre mí. Por ello, que en ese momento, sujetara con tanta fuerza algo que consideraba un pedazo de mi corazón, logró horrorizarme, al punto que considere dar media vuelta. En el último momento, intente borrar las pequeñas arrugas, que había logrado formar, mientras mis mejillas se tornaban de un rojo aún más intenso.
Fue entonces cuando, él, me miró, la usualmente, vacía expresión de su rostro, le resto puntos a mi escaso valor, haciéndome retroceder, mientras me repetía una y otra vez que debía ser fuerte, o me odiaría el resto de mi vida. El tenerlo justo frente a mí, fue el empujón que necesitaba, tomé una profunda bocanada de aire y entonces abrí la boca, pero nada salió de mis labios. Me quede muda como una idiota, mirándolo fijamente.
Supongo que tenía un aspecto realmente gracioso, porque sus labios se curvaron en las esquinas, de forma casi imperceptible, casi, yo lo había notado, como en cada ocasión, cuando algo le gustaba o le desagradaba, yo siempre notaba esos pequeños cambios en él, que para otros pasaban desapercibidos o les creían de poca importancia, para mí, era sumamente indispensables, me decían quién era él en realidad, y con cada uno, lo amaba un poco más.
Clave la mirada en la suya, intentando calmar a mi nerviosa respiración.
—Si no lo haces ahora, nunca pasara— resonó en mi cabeza, deteniéndome de dar media vuelta y huir tan rápido como me lo permitieran mis piernas— así que no seas cobarde, si te rechaza, al menos no te quedaras con la duda del que habría pasado.
—Por favor— susurre — acepta mis sentimientos— para mi sorpresa, esto último, logre decirlo con un tono de voz, más o menos, normal y sin apartar ni un momento la mirada de sus intensos ojos.
Entonces, fui consciente de que, todos a nuestro alrededor, habían detenido su marcha para mirarlo fijamente, de forma expectante, esperando un inminente rechazo de su parte, después de todo, Sasuke Uchiha era conocido por menospreciar ese tipo de actos, sin siquiera dedicarles una mirada, pero, por alguna razón, se quedo ahí, justo como si lo estuviera considerando, así que contuve la respiración y rogué porque esto no fuera una mala broma. Estaba segura, que de ser así, me soltaría a llorar delante de todos.
Llevaba enamorada de él toda mi vida, no porque fuera rico, ya que mis padres tenían casi tanto dinero como los suyos, tampoco porque fuera tan hermoso, nunca he sido una persona superficial, mucho menos lo amaba porque todas deseaban estar con él, creo que eso sería más un punto del porque no debería amarlo.
Simplemente lo amaba, por lo que otros no podían ver, por esa parte en su interior, que intentaba esconderle al mundo, pero que vivía en cada sonrisa suya, además, de aquel pedacito, que atesoraba en mi corazón y que, ni el paso de los años había podido borrar.
Flash Back
Cerré los ojos y enterré la cara en mis piernas, intentando ahogar los sollozos que escapaban de mis labios.
En cuanto mis compañeros empezaron a burlarse de mí las lágrimas inundaron mis ojos como siempre sucedía y de la misma forma, no pude contenerlas, así que salí corriendo, con las risas resonando a mis espaldas.
A paso apresurado, fui a refugiarme en mi lugar secreto, una parte alejada en el patio de la escuela, rodeada de árboles que creaban una especie de barrera, ocultándome de todo lo demás, me gustaba creer que, en ese pequeño espacio, estaba totalmente, protegida, y que nada podría lastimarme.
Pero, aun así, el lugar, no me dio la tranquilidad que tanto había deseado. Ese, era el día mi cumpleaños, cumplía exactamente siete años y como siempre, en lugar de ser un lindo día de fiesta, estaba apartada de todos, sollozando y preguntándome porque no podía encajar, de ninguna forma.
Estaba por levantarme para hacer que alguien llamara a mi mamá y así poder librarme de todo, al menos por el resto de ese día, cuando una suave voz lleno mis oídos.
—¿Por qué estas llorando?
Levante la vista y me encontré con un niño parado frente a mí, de forma despreocupada y con las manos en los bolsillos.
Su mirada era curiosa, como cuando vas al zoológico y te encuentras con un animal que no conocías, una parte de mi tenía ganas de gritarle que se metiera en sus asuntos, pero esos ojos y cabellos negros, contrastando con su pálida piel, me hicieron reconocerlo, era Sasuke, el niño con el que todos quería estar, amable, divertido e inteligente. Lo mire sin responder mientras intentaba borrar de mi rostro, toda prueba de mis lágrimas.