El sol no había salido, todo eran nubes grises y una brisa helada e inquietante, estábamos en el cementerio, dándole el último adiós a papá. Pero ni siquiera había podido decirle una vez más que lo quería, o que nos veríamos pronto. Como podía despedirme cuando aún había mucho que quería decirle.
Pocas personas nos acompañan hoy, solo está mamá que oculta sus lágrimas detrás de sus lentes oscuros, el cura que le da la bendición para que su alma descanse en paz y vaya al cielo, personal de la funeraria que de encargaría de dejar el sepultar el féretro y claro, yo.
Me encuentro viendo fijamente como la tierra cae sobre el ataúd y lo cubre por completo, mamá me deja unos minutos para pagarles a los trabajadores sus propinas. El cura se despide para irse lo antes posible, parecía que huía de esta situación.
Una mano me hace brincar del susto y cuando veo a la persona solo es mamá.
—Hey, vamos a casa. Ya hemos terminado con nuestro deber.
—Quiero quedarme un poco más.
No me dice nada, solo lo acepta en silencio y se va en su auto, cuando todo parece vacío me inclino y toco la tierra, mi rostro se refleja en el mármol de la lápida.
—¿Por qué? Dijiste que estarías bien cuando nos fuimos, prometiste irme a visitar, pero nunca lo hiciste. ¿No me querías? Amenos no lo suficiente. Supongo que tú corazón murió de soledad.
Mis lágrimas caen mojando la tierra y los sollozos se me escapan sin querer contenerlos.
—Llorándole a los muertos. Eres patética Heaven.
Esa voz, cuando trato de lanzarme hacia adelante para correr me toma del cabello y me tira en dirección contraria. Un grito se me escapa cuando mi espalda choca de manera violenta contra el suelo rígido, y la punta de algo se me clava en el costado del cuello.
Lo miro directamente a los ojos, grises.
Con que ese era el color de sus ojos.
—Kurt...
—En tu boca suena bien Heaven.
Empiezo a gritar con desesperación cuando mi piel es rasgada con algo filoso, los cortes no son profundos, pero si dolorosos. Intento alejarlo, pero su mano se planta sobre todo mi lado derecho y me oprime contra el suelo, podría partirme el cráneo con la fuerza que estaba ejerciendo.
Hay dos palabras que no salen de mi mente y me nublan el juicio, sin querer las susurro cuando la cabeza ya amenaza con explotarme.
—Quiero vivir... —susurro, los recuerdos de esa noche me pegan violentamente, antes era una niña, sentía más miedo que este, pero ahora tampoco podía moverme y correr.
—Dilo
—¡Quiero vivir!
—Ja, lo mismo dijiste ese día. Y lo cumplí. Pero no a todos se les da ese regalo Heaven, tu padre pidió lo mismo y ¿lo vez aquí? La respuesta es no. No seas avariciosa, dejarte vivir otros diez años es más de lo que soy capaz de dar.
Mi mente se queda en blanco: "Tu padre pidió lo mismo".
—¿Mi papá? No, él no.
—Si Heaven, él sí. —Su mano deja de apretarme y me toma de la mandíbula guiándola hacia arriba como si intentará partirme el cuello— de todas mis víctimas solo tú has sobrevivido. A tu padre, yo lo mate.
—¿Por qué? —se queda callado. Así que decido hacerlo hablar de alguna forma— eres una mierda sabes, totalmente patético. Hablas de matar a una persona, pero ¡mírate! Dejaste escapar a una y ni siquiera puedo saber si es verdad lo que dices de matar a otra. Tal vez ni seas el Kurt de hace diez años, puedes ser un idiota queriendo seguir sus pasos.
Me toma bruscamente del pelo y su cara se pega a la mía, está furioso, sus manos tiemblan mientras me aprietan.
—Mírame maldita perra, soy yo quién te hizo rogar por tu inservible vida hace diez años y ahora también lo hago. Soy yo a quien vez en tus lindas pesadillas, soy yo por el que tiemblas de miedo. Y si no me crees ¡Ve! ¡Pregúntale a la ramera de tu madre! Ella sabe la verdad, que su querido esposo fue asesinado por el agresor de su hija y que tarde o temprano también me llevaré una de sus vidas. Porque está mierda no termina hasta que yo lo digo.
Tira mi cabeza al suelo y me suelta un puñetazo que me hace morderme la lengua. Alzó la mano lo suficiente para tomar las flores marchitas d ella tumba junto a nosotros y se las arrojo a la cara, no le hacen ni cosquillas, solo las esquiva y se vuelve apartar el cabello mientras de ríe el solo.
—Nunca vas a aprender.
Me tira un golpe más y luego otro, en total me da seis y mi respiración ya empieza a descontrolarse. Me vuelve a tomar del cuello y lo aprieta.
—Lo siento, pero me gusta ver a mis víctimas a los ojos mientras su vida se va de ellos.
No sé si fueron mis ganas de vivir o todas las almas que estaban aquí queriéndome dar una oportunidad más, pero empujó a Kurt con todas mis fuerzas y se estrella la cabeza contra una lápida, me levanto tambaleando y corro por todo el cementerio, esquivando tumbas y cuando estoy fuera del cementerio me detengo a mitad de la calle.
Estúpidamente miro por todo el cementerio, pero ya no había rastro de él, aunque el dolor en el cuello me tire quemando la piel me llevo la mano a esa zona, vuelvo a ver mi palma, está manchada de sangre, no brota de manera brutal, pero sin duda dejaría una marca.
Vuelvo a tocarla, y efectivamente no era un simple corte, tenía más de una línea, me arrodillo para poder tocar el pavimento y a medida que recorro cada línea del corte la trazo de forma invisible en el suelo y al final una K es el resultado.
Ese pedazo de mierda me había marcado, grito con toda la furia que tengo dentro y algunos pájaros salen espantados de entre los árboles, óptimo la manga de mi chaqueta contra la herida para que deje de sanar.
—Yo lo mate
Esas palabras vuelven a mi mente y no puedo creer que son ciertas pero mis emociones me dominan y me encuentro corriendo como loca hacia la biblioteca, mamá podría negarlo cuántas veces quisiera, pero en este miserable pueblo todo quedaba registrado en el periódico.
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Editado: 03.11.2024