Mi Amanecer

Capitulo 1

Lucian

Respiraciones agitadas son lo único que soy capaz de producir. El silencio es roto cada vez menos al tiempo que logro calmarme. Llevo las manos a mi cabello en desesperación; muchos sentimientos me inundan y elijo aquel con el que más cómodo me siento: la rabia.

Siento rabia hacia todos, pero especialmente hacia mi, por permitir que aquello sucediera y por ser incapaz de dejarlo atrás. Entre más lo intento, más continuas se hacen las noches en las que esos recuerdos me atormentan quitándome el sueño.

Un ruido en el primer piso de la casa me saca de mis pensamientos. Se debe tratar de Rose, la mujer que mantiene esta casa en orden desde hace varios años ya, los mismos que decidí vivir aislado de la sociedad, cuando me di cuenta que ahí afuera no había nada que valiera la pena.

Agarro mi celular, me acostumbro a la luz de la pantalla antes de notar varias llamadas perdidas, son de la única persona con la que mantengo contacto además de Rose; decido ignorarlas por el momento.

Hago algo de ejercicio antes de tomar una ducha. Cuando salgo del baño me visto y bajo al primer piso. Un teléfono comienza a sonar sin cesar, lo ignoro unos segundos asumiendo que en cualquier momento Rose contestará, pero el ruido cesa un momento solo para volver a comenzar.

Dejo salir un sonido de frustración antes de dirigirme al origen de mi irritación. ¿En dónde está esa mujer que no escucha el teléfono? El único lugar donde no se escucharía el exasperante pitido es en el sótano, así que deduzco que se encuentra ahí.

Descuelgo con rabia y extrañeza sabiendo que nadie debería llamar a este teléfono, pues es el de la casa y la única persona que se comunica conmigo tiene mi número personal.

-¿Quien es?- espero que mi fastidio sea notorio a través de mi voz a quien sea que esté del otro lado de la línea. Escucho una respiración, pero nadie responde durante unos segundos, justo cuando decido colgar, escucho su voz.

-Hola- un saludo tímido sale a flote, me quedo inmóvil por un momento- lo siento, yo creo que me equivoqué- su voz, es suave, dulce, casi parece susurrada.

Se forma el silencio y pensando que tal vez va a colgar, me obligo a hablar, queriendo oírla una vez más.

-¿A quién buscas?- espero impaciente para volver a escuchar el sonido de su voz.

-Quería comunicarme con mi mamá, es decir, Rose, pensé que ella contestaría, lo siento, no volveré a llamar- antes de poder decir algo más, un pitido suena indicando que la llamada terminó.

Aun así, me quedo durante unos segundos con el teléfono en el oído, intentando pensar si tal vez me imaginé esto, no sería de extrañar que tanto encierro haya acabado con la poca cordura que me queda.

¿Rose tiene una hija? ¿Por qué nunca lo supe durante ocho años?

Su voz era realmente melodiosa, transmitía algo que en una recognita parte de mí reconoce como paz, un sentimiento extraño para mi, pero por el cual me encuentro anhelante al mismo tiempo.

Me pierdo en el recuerdo de su voz por lo que creo que es más de un minuto antes de reprenderme por permitirme afectar de esa manera solo por una insignificante llamada. Me encamino al comedor y tomo asiento en la mesa.

Al pasar unos minutos aparece mi compañera de casa, trae el desayuno con ella y lo coloca frente a mi.

No menciona palabra alguna, me conoce, o al menos sabe lo que hay que saber, es consciente que no me gusta que me hablen, que no debe decirme nada que no tenga un propósito importante.

Por supuesto, ella ha intentado hacerme conversación porque es una parlanchina, pero aunque aún hay veces que lo sigue intentando, parece que después de mucho finalmente entendió que no soy aficionado a las pláticas irrelevantes.

Sin embargo, algo me ocurre hoy y sin darme cuenta las palabras salen de mi boca.

-¿Tienes una hija?- la sorpresa es notoria en su cara, pero al tiempo es reemplazada por una sonrisa.

-Si, Elizabeth, tenemos tiempo sin hablar porque se encuentra en el extranejero terminando su maestría en bellas artes- el orgullo reluce en su rostro, pero la desconfianza florece en mi interior, es mi naturaleza. Se que no tenía razones para compartir ese dato conmigo, pero son muchos años trabajando para mi y nunca oí de ella, Elizabeth, su nombre se graba en mi memoria.

-¿Por que nunca la había mencionado?- dos preguntas por días, es mucho más de mi interacción promedio.

-Oh, bueno, a usted no le gusta hablar, ni le gusta escuchar, tampoco le gusta que lo miren o que…- le dedico una mirada fulminante para que sepa que debe detenerse y así lo hace.

-Así que no pensé que fuera bien recibida como tema de conversación, ya que en realidad ninguno lo es- no hay reproche en su voz, solo expresa la realidad.

No menciono nada más mientras consumo mis alimentos, pero ella en algún punto retoma el intercambio de palabras que yo creía ya terminado.

-¿Cómo supo de ella?- la curiosidad es notoria en su voz y expresión.

-Tuve que contestar el teléfono cuando usted no lo hizo, por cierto, ¿donde estaba?- por alguna razón evito reclamarle por haber dado el número de mi casa para sus asuntos personales.

-Bueno, yo estaba en el jardín- se notan los nervios en sus facciones y la duda en su voz.

-¿Haciendo que? no tengo flores ni nada que merezca tu atención ahí- asevero firmemente

-Yo estaba…-puedo ver los engranajes de su cerebro moviéndose y la detengo antes de que haga algo que detesto.

-No me mientas- mi voz suena acusatoria. Ella suspira antes de volver a hablar.

-Estaba con Lorenzo, yo realmente…- mi respiración se agita al oír sus palabras, me levanto de la silla con la ira dominándome.

-Conoces las reglas, ¿te atreviste a traer a alguien a mi casa?

-¡No! Lorenzo es un gato, estaba solo, yo solo le hice un refugio en el jardín y lo alimento, se que tampoco se permiten los animales aquí, pero él sabe que no debe entrar- se apresura a explicarse y aunque no es lo que esperaba y tampoco me agrada, lo prefiero mil veces a pensar que alguien más vino aquí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.