Mi amiga, la tóxica.

capitulo 14

Ana estaba más que feliz, le quedaban algunos exámenes por rendir para recibirse oficialmente de Profesora de Educación Primaria, llevaba tantos años soñando con esto y estaba tan cerca de lograrlo, Andrés estaba más que feliz con la pronta llegada del bebe, ya tenía un poquito más de siete meses de embarazo, esperaban un niño, había mucha emoción en la pareja, en sus familias y amigos, llevaban tantos años en pareja con Ana que ya habían pensado que nunca serian padres, pero ya casi llego el día, la habitación ya estaba lista, la habían pintado en diferentes tonalidades de verde con detalles blancos, la cuna era funcional de color blanca, así que cuando creciera se desmontaría y se volvería una cama de una grande, habían colocado una cómoda blanca con cajones verde agua y la agarradera blanca, algunos peluches, unos pocos cuadros de Ana y Andrés juntos, de ella embarazada, era una decoración tranquila, suave y minimalista, habían comprado un sillón mecedora, unos juguetes y otras cosas donde ya tenían ropita lista, todo parecía un hermoso sueño.

 

Después de ver a Mariela en el negocio Ana se sentía mal, por un lado, tenía mucho miedo, habían descubierto que ella fue quien se metió en la casa hace tantos meses atrás, que había roto las ventanas y por lo visto no fue la única vez, el vecino de enfrente tenia cámaras y había quedado todo grabado, otros vecinos la había visto rondar la zona de noche, por eso Andrés había decidido hacer la denuncia, no quería que su pequeña familia corriera peligro, por el otro se había alegrado un poco de verla ya que la última vez fue aquel día en la puerta de la escuela, tenía buen semblante, se veía saludable y había seguido con su vida y conseguido trabajo, eso la alegraba mucho por ella, Ana acarició su vientre con ternura mientras pensaba en que a pesar de todo lo que había pasado le hubiese gustado compartir esta alegría con ella, había sido su amiga por tantos años y habían pasado tanto juntas… a pesar de todo la extrañaba, pero Mariela ya no era la persona que había conocido y eso le dolía mucho, el solo recordar aquella promesa de que ambas serían las madrinas de sus futuros hijos hacia dolerle el pecho, sus ojos se humedecieron, se abrazó a si misma diciendo que todo estaría bien. La toxicidad de Mariela se había calado en los huesos de Ana, extrañaba lo mismo que la lastimaba.

 

Andrés había llegado bastante cansado, pero al cruzar la puerta de la casa y ver a Ana con su hermosa pancita, la melena suelta cayendo sobre sus hombros en un vestido color lila de hombros descubiertos, largo y suelto, solo se veían su pies descalzos, ella bailaba suavemente al ritmo de su música favorita mientras tenía una taza en sus manos…era lo más hermoso que había visto en su vida, no importaba cuantos años juntos llevaran cada día se enamoraba más y más de su bella esposa, se acercó a ella rodeándola por detrás con las manos en su vientre y descansando su mentón en su hombro y aspiró el perfume de su cuerpo –estoy en casa –dijo susurrándole y dejando pequeños besos en su cuello.

-te extrañe tanto mi cielo…- susurro Ana ante los besos que dejaba su esposo haciéndole erizar la piel…

-yo también los extrañe muchísimo… pero ahora solo quiero pasar un momento con la mujer más bella del mundo… -susurro en su oído besando el lóbulo de su oreja arrancándole unos gemidos a su esposa mientras con sus manos recorría lentamente su cuerpo.

-ooohh –dijo con tono de tristeza- ¿justo ahora? La estábamos pasando tan bien… -se volteó a verlo con ojos de cachorro, Andrés no pudo más que reír a carcajadas junto con una sonriente Ana, esta se giró y lo abrazo por el cuello.

-te amo tanto Andi, amo hacerte reír… -dijo sonriendo de oreja a oreja.

-lo sé, eras una pequeña loca bromista… -se hundieron en un profundo beso perdiéndose en el amor que se tenían.

 

-No puedo creer que mi Ani este embarazada… -decía Mariela en voz alta aprovechando que estaba sola en el negocio, por suerte Tamara tenía el día libre, así que podía relajarse y despejar su mente con el trabajo, pero era imposible. Habían pasado varios días de que había visto a Ana cargar con su pancita de embarazo, se la veía preciosa, irradiaba una luz única, incluso más de lo que siempre había transmitido.

-necesito estar en su vida, necesito verla… escucharla, esto me está matando, me quema… -presionó su pecho con las manos, su respiración empezó a acelerarse, los nervios y el dolor que sentía empezaban a escaparse por sus ojos como lágrimas.

-la amo tanto…la necesito tanto… -dejó caer su cabeza en el mostrador, tomó su teléfono y buscó el contacto de Ana- eres tan hermosa… si tan solo te hubiese dicho lo que siento ¿me hubieses aceptado…me hubieses dado una oportunidad? –besó la foto en su pantalla. - ¿Qué haré ahora…?

Su día laboral había transcurrido muy lento, casi no hubo ventas, había ordenado el negocio de punta a punta, había limpiado, revisado el stock, preparó los paquetes de conjuntos, había revisado la caja varias veces, todo lo que podía hacer lo había hecho… aburrida era poco. Al caer la noche e ir a su casa no podía evitar pensar en presentarse en la casa de Ana pero era riesgoso, ¿Qué haría si alguien llamaba a la policía? No, no podía arriesgarse a eso.

Entró a un mercado que estaba de pasada, compro varias cosas, todo lo que Ana le gustaba, sus galletas preferidas, las golosinas, bebida, comidas enlatadas, a pesar que solía odiarlas ahora las compraba y las comía con pasión, pero no importa cuántas cosas compre que a su amada le gustaran se seguía sintiendo vacía.

Al llegar a casa luego de todo el ritual de siempre se sentó en la cama a ver la tv mientras comía galletitas y enlatados a la vez, receta ideal para el desastre, pero no le importaba nada ya, si vivía o moría no le interesaba, había empezado a contemplar esa idea con cariño, así dejaría de sufrir por un amor no correspondido, pero ¿y si eso lastimaba a Ana? No podía imaginarla de esa forma, sufriendo de esa forma por ella, no, no sería capaz de algo así.




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