Mi amor prohibido

Capítulo 3: Desorientada.

Stephanie 

 

   Escucho el sonido del maldito despertador, ¿En qué momento lo puse?, ¿Es que no tengo derecho a dormir? Al abrir los ojos los vuelvo a cerrar de inmediato, se me cegaron por la luz que entra de la hermosa terraza.... un momento ¿Desde cuándo tengo una terraza en mi habitación?, ¿Estaré soñando? Dejo de respirar cuando escucho un ronquido, maldita seas Stephanie, no podes ser tan estúpida. Inconscientemente llevo mi mirada hasta mi cuerpo, ya no está lo que traía ayer por el contrario tengo una remera que no es mía, me tocó para comprobar que esté completa, solo llevo mis malditas bragas. Asustada me levanto como un resorte, no pude perder mi virginidad por borracha, no recuerdo nada. 

 

-Pero si la niñita se levantó.- dice irónicamente una voz que me produce escalofrío, sé muy bien de quién se trata, pero esto no puede ser real.- ¿No estás adolorida por la atracada que tuvimos anoche?- pregunta dándome vuelta con sus fuertes manos para quejar a centímetros de él, trago grueso mientras comienzo a negar como desquiciada.

 

-¿Acaso lo hemos hecho? ¿Te aprovechaste de mi borrachera para llevarme a la cama?- digo desesperada caminando de un lado a otro, sosteniendo mi cabeza que parece querer explotar.

 

-Hey, ¿Cómo puedes creer que sería capaz? Era solo una broma, jamás me aprovecharía de ti.- dice al mismo tiempo que toma mi rostro, sus ojos me miran con un poco de tristeza e incredulidad, como si le hubiesen dolido mis palabras, David siempre me desconcierta.-Debes desayunar algo y tomar una pastilla para el dolor que seguro estás sintiendo.- dice mientras me arrastra hasta al baño, aún sigo pensando En cómo acabe en su departamento.

 

-Yo... ¿Qué pasó con mi ropa?- pregunto mirándolo es tan guapo, encima el desgraciado es un exhibicionista, no lleva remera y en cualquier momento se me caerá la baba, vuelvo a la realidad cuando se activa una alarma en mi cabecita.- ¿Quién me cambio?- pregunto nerviosa, este se pasa las manos por su sedoso cabello en señal de nerviosismo.

 

-Pues yo, es que después de besarme, te separaste de mí y me vomitaste, mi traje quedó arruinado, además te manchaste la ropa. Así que te tuve que cambiarte, y traerte aquí sino tus padres te habrían metido a un convento.- explica, yo he perdido el hilo de la conversación cuando dijo que lo bese y padres. Comienzo a tener flashes de lo que sucedió y quiero desaparecer, además de que mis padres de todas formas me matarán.

 

-Oh Dios, que vergüenza yo lo siento tanto David. Estaba borracha y no sabía lo que hacía.- trato de justificarme, mientras tapo mi rostro sonrojado con mis manos.

 

-No es algo que no haya deseado.- dice con voz profunda erizándome la piel. Saca mis manos de mi rostro, para comenzar a acariciar con suavidad mi mejilla, me mira con tantas emociones que me asustan.-No tienes idea de las veces que he querido probar esos labios.- habla como si nada, mientras yo siento que me desmayare.

 

-¿De qué hablas? Eres el mejor amigo de mi hermano, y tienes a todas las mujeres a tus pies, ¿Por qué querrías estar conmigo?- pregunto con recelo. No permitiré que nadie rompa mi corazón.

 

-Simple, tú eres diferente, me encantas apresar de que lo nuestro es prohibido por muchas razones. No lo puedo evitar Steph.- explica y sin darme tiempo a pensar me besa, sus labios tocan los míos con mucha delicadeza, me está mostrando con acciones lo que siente. Me permito aventurarme con él, quiero descubrir lo que me está ofreciendo aunque tengo claro que puede terminar muy mal. Nos besamos como si no hubiera un mañana, con devoción, con cariño, pasión. 

 

     Nos hemos mantenido los últimos minutos sentados en la cama mientras nos besamos. Aún sigo creyendo que es un sueño y que en cualquier momento me despertaré para ver la triste realidad. Él me está tratando con tanto cariño, que me enloquece, me encuentro en su regazo, no toca mi cuerpo simplemente sostiene mis mejillas mientras me besa.

 

 -Eres suave y delicada como los pétalos de una flor.- dice cuando deja su frente apoyada en la mía, ambos sonreímos como dos tontos enamorados, cosa que es imposible, al menos por ahora.- No puedo creer que me perdí de tus deliciosos labios por cobarde.- dice con frustración.

 

-Pero ahora lo estás probando.- le digo regalándole un guiño.- Y supongo que lo harás por un tiempo.- digo, hay que ser realista, cuando se aburra me dejara, pero ahora eso no me importa, disfrutaré cada segundo a su lado como si fuera el último.

 

-Si me lo permites será por un largo tiempo.- dice colocando sus manos en mi cintura para levantarme.- Ahora debemos llenar a esta hermosa chica.- dice señalando mi estómago, suelto una carcajada y el me acompaña.

 

-Bueno, pero debo ir al baño.- digo, el asiente y se encamina hasta la salida de la habitación.

 

    Al llegar al baño, me lavo la cara y comienzo a higienizarme, no puedo creer que corresponda a mis sentimientos, ni en mil años lo hubiese pensado.

 

      Me miró en el espejo, solo puedo admirar mis ojeras, mi nariz pequeña, mis ojos tienen un brillo especial y sé quién es el responsable de eso. No tengo mi ropa por lo que decido bajar como estoy. 

 

   Cuando me encuentro en la planta baja puedo sentir el olor a huevo, y ahí se termina toda la buena onda, ¿Él acaso no sabe que odio los malditos huevos? Me siento enfadada y no trato de ocultarlo, con mi linda cara llegó al comedor. Este me sonríe pero al ver mi cara frunce el ceño en confusión.

 

-¿Qué sucede Steph? ¿Hice algo malo?- pregunta sin entender.- Te he preparado yogurt con avena y frutilla que tanto te gusta.- dice señalando mi recipiente. Le sonrió apenada, es tan tierno hasta se acuerda lo que me gusta.

 




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