Stephanie
Apago la maldita alarma por quinta vez, Dios estoy completamente agotada, durante la madrugada no lograba conciliar el sueño, y sé que mis ojos lucen rojos e hinchados de tanto que he llorado, estoy tan dolida por la actitud de mis padres, y la peor humillación que me podían hacer es golpearme e insultarme adelante de mi peor enemiga.
Si es obvio que no soy la persona más responsable y mucho menos la más tranquila, pero es mi forma de ser y si ellos me aman deberían aceptarme tal como soy. También, soy consciente de que debo cambiar que no todo es como lo pienso, pero sé que a medida que vaya conociendo el mundo, y por sobre todo conociéndome a mí misma, cambiaré para ser mejor persona.
Con la poca fuerza que tengo me levanto de mi suave cama para caminar hasta el baño. A medida que me quitó mis prendas las voy tirando por dónde paso, ser desordenada es otro de mis defectos, me meto a la ducha en dónde me baño en tiempo récord, es tardísimo y aún tengo que desayunar. Al acabar de bañarme me pongo mi conjunto de lencería, si tal vez tenga varios defectos, pero en mi defensa la lencería me hace ver cómo una Diosa, bueno volviendo al tema principal, agarro una pollera roja la cual me queda por debajo de las rodillas, y un top negro que solo muestra un poco de piel ya que la pollera es cintura alta. Me acerco al espejo para peinarme y maquillarme, en cuanto me observo ahogo un grito de sorpresa, cuando veo un pequeño hematoma en mi rostro, y es que la cachetada que me ha dado mi madre fue bastante fuerte. Me pongo base tratando de disimular el golpe, de lejos no creo que se note, pero si se acercan lo verán.
Paso mis dedos por la delicada cadenita que me ha obsequiado David, es lo más hermoso que alguien ha hecho por mí, por un momento creí que mis padres lo notaría y se armaría un lio, pero ni siquiera lo notaron.
Suspiro frustrada cuando recuerdo que me han quitado mi celular, deberé pedirle prestado a Priscila para hablar unos minutos con mi novio.
Dejo de pensar en lo horrible que es mi vida para agarrar mi mochila, y salir de mi habitación, vuelvo a tomar mi postura de me importa una mierda, para comenzar a bajar por las escaleras, cuando llego al final de esta sigo mi camino hacia el comedor. Al entrar, veo a mis tres hermanos junto a mis padres, y para mí mala suerte también está Leticia, todos ya se encuentran en sus respectivos lugares. Siento una punzada en mi corazón producto del enojo pero sobre todo me encuentro dolida, ella está en el lugar que por años me ha pertenecido, y no es por caprichosa. Yo había elegido desde pequeña la silla que se encuentra en medio de mis padres, y nadie podía sentarse allí o se armaría la tercera guerra mundial. Pero al parecer mis padres han olvidado todo lo me incumbe, no les importa el valor sentimental que tiene para mí. Cómo no pienso pelear corro la silla que está a lado de Alex, y mi mochila la dejo en el suelo.
-Buenos días.- digo acomodándome en el asiento.
-Buenos días, Steph.- dicen al unísono mis pequeños hermanos, les sonrío un poco más relajada.
-Buenos días princesa, ¿Cómo estás?- pregunta Alex, sé que no sabe de mi discusión con mis padres, y mucho menos del golpe o habrán más problemas. El día de ayer no se encontraba, está remodelando su casa por lo que estará un tiempo con nosotros.
-Bien.- digo, sin dejar de observar como mis padres mantienen una conversación con ella, y por el contrario a mí ni se dignaron a hablarme.- Un poco agotada por la universidad.- miento ante la mirada de preocupación de mi hermano, al parecer no luzco tan bien.
-Si tú lo dices, sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa.- susurra, asiento con la cabeza mientras veo el plato, y me mentalizo en que debo comer, con todo lo que estoy sintiendo no tengo apetito, pero sé que debo ser fuerte por lo que lo haré.
-Eres una mujer muy guapa, inteligente y por si fuera poco eres muy madura y decidida.- dice mi madre haciendo que Levante mi mirada del plato para verla, está claro de que no me lo ha dicho a mí, puedo ver de reojo como Leticia tiene una sonrisa burlista, Dios quisiera lanzarle una bomba.
-Muchas gracias tía, siempre trato de tomar decisiones maduras y no tomarlo a la ligera.- dice y sí que me está lanzando indirectas para que explote, pero no lo haré, por supuesto que no le daré el gusto a esta arpía.
Cada cucharada que llevo a mi boca es un gran esfuerzo, siento que cualquier momento devolveré lo poco que he logrado comer. Siempre que estoy en estas situaciones se me hace imposible ingerir algo, del enojo o los nervios me agarran fuertes dolores de cabeza acompañados de náuseas.
-Mañana tengo que reunirme con mis compañeros para hacer un trabajo en equipo. Por lo mismo no podré ir al bufete.- les cuento a mis padres.
-No arruines nuestro desayuno.-dice mi madre con enojo, ok ahora tampoco puedo hablar. Siento como se forma un nudo en mi garganta de la impotencia.-Y por si lo olvidabas estás castigada, no irás a ningún lugar que no sea la universidad o el trabajo.-dice mirándome con ¿Decepción?
-Mamá es muy importante, si no lo hago pierdo el semestre.-explico esperanzada.
-He dicho que no y es no. Además que me asegura que estarás estudiando y no que andarás quien sabe dónde de libertina.- concluye dejándome con la boca abierta, ¿Acaso me ha llamado zorra?
-Pero que te sucede madre, ¿Por qué tratas así a mi hermana?- pregunta en tono furioso mi hermano al mismo tiempo que se levanta de la silla.
-Es la verdad hijo, tu hermana no hace más que avergonzarnos con sus acciones, y si sigue así la enviaremos lejos para que no siga dejando mal a nuestro apellido que tanto nos ha costado que sea reconocido, para Stephanie con sus ridiculeces lo estropee todo.- dice mi padre con tanta seguridad que duele.- Ojala Leticia fuera nuestra hija, ella si es un mujer con metas, pero en cambio tu ¿Tienes alguna meta?-pregunta con ironía, me levanto rápidamente para huir de ese lugar.