Mi amor prohibido

Capítulo 12: Cansada.

Stephanie 

 

    Mi sonrisa de oreja a oreja creo que me delata, nunca sonrío tanto, pero mi sexy novio me ha alegrado el día, y no tiene que ver con los regalos en sí, si no con la intención y por sobre todo porque se haya acordado de la fecha. Y bueno yo suelo ser despistada con las fechas, en realidad lo soy en todos los aspectos.

 

   Me sorprendió que no se enojara por estar trabajando en el bar, y eso solo me confirmo que él lo está tomando enserio, y me apoyara en lo que haga como yo lo hare con él. A pesar de los problemas con mis padres, sigo motivada y feliz, y todo gracias a él. Ni en mil años nos hubiese imaginado juntos, creí que solo jugaría conmigo hasta llevarme a la cama, para después dejarme con el corazón roto, pero bendito sea que me haya equivocado.

 

    Ahora mismo me encuentro en el bufete son las siete de la tarde, y no veo la hora de irme a mi casa, no es que no me guste, pero quiero ducharme, comer algo, y ver si puedo dormir un poco antes de ir al bar. Luego de pasar un rato agradable con David, tuvimos que regresar porque si no levantaríamos sospechas.

 

   Él ha estado ocupado con sus clientes, así que durante toda la tarde apenas nos hemos visto, y robado uno que otro beso como es normal en nosotros. 

 

    Cuando recuerdo que en el auto de mi novio se encuentra el gigante oso que me ha regalado, ¿Por qué es tan romántico y perfecto?, lo que me enamora de David es que siempre me está demostrando lo que soy para él con sus acciones, y con simples palabras que pueden ser olvidadas con el tiempo.

 

    Obviamente el oso tendrá que quedar en su departamento, ya que si llego con eso a mi casa empezaran las preguntas, las cuales no estoy preparada para responder. Fred Williams es el nombre que elegí para mí no tan pequeño oso, es gracioso pero es como nuestro hijo peluche, sin poder evitarlo suelto una carcajada ante mis estúpidos pensamientos. 

 

-¿Qué le causa tanta gracia a mi bella novia?- escucho la voz de David haciéndome sobresaltar, inmediatamente mi sonrisa es remplazada por una mirada fulminante.  Me levanto del asiento en donde estaba y me acerco hasta él, golpeo con unas de mis manos su pecho tratando de que le duela, pero este solo se ríe de mi intento fallido. 

 

-Eres un imbécil, ¿Es qué quieres quedar viudo antes de casarte?- digo seria, pero no aguanto la risa ante su cara de susto.

 

-Cariño no juegues con eso, no soportaría perderte.- dice con sinceridad al mismo tiempo en que con sus brazos me atrae a él.- Y con respecto, a lo otro no te conviene darme ideas, porque te secuestrare y te obligare a casarte conmigo.- dice divertido e inconscientemente me sonrojo ante sus palabras. El me mira con tanta ternura que me dan ganas de comerlo, eso sonó raro. David acorta la distancia que nos separa e intenta besarme, pero corro mi rostro haciendo que su beso quede en mi mejilla.- ¿Qué fue eso?- pregunta desconcertado.

 

-Dav, alguien nos puede ver y estaríamos en problemas.- le explico, y el relaja su tenso cuerpo, y me mira comprensivo.

 

-Nadie vendrá hermosa, ya termino su turno. Pero si quieres estar más tranquila vamos a mi oficina.- dice sin soltarme tanto, con uno de sus brazos en mi cintura comenzamos a caminar hacia su oficina.

 

    Él me suelta y me pide que me siente en la silla mientras él queda parado, ¿Qué le sucede? ¿Sucedió algo malo?

 

-Steph necesito que me escuches muy bien.-pide haciendo que frunza mi ceño en confusión.- No podré estar tranquilo al saber que estas en un lugar que no es para nada seguro, por lo que necesito que me permitas ponerte un guardaespaldas.- dice y yo lo miro como si se hubiese vuelto loco, ¿Quiere ponerme un niñero? ¿Es qué no cree que me pueda defender sola?

 

-¿Acaso te has vuelto loco?, no puedes hacer tal estupidez, pensé que me apoyarías, pero me equivoque.-digo levantándome furiosa.- Nadie me cree capaz de hacer las cosas por mi cuenta.- digo agotada de tener la misma discusión con todos.

 

-Conejito te dije que tienes mi apoyo, y eso no cambiara, pero no me pidas que me quede de brazos cruzados cuando se trata de tu seguridad.- dice con seriedad, bueno tal vez tenga razón, ¿Pero un guardaespaldas no es demasiado?-Por favor, acéptalo por mí, o de lo contrario estaré todas las noches en ese lugar cuidando de ti, y sabes que lo haría.- asegura haciendo que abra los ojos como plato, ¿Me está amenazando?, además no sería capaz, bueno pensándolo bien sí que sería capaz.

 

-Tu ganas, pero no quiero sentir que me siguen a todos lados.- digo suspirando. El sonríe como el gato del país de las maravillas, maldito cabrón esta vez ha ganado, pero no siempre lo hará.-Y esta es la última vez que te sales con la tuya.-aclaro.

 

-Lo que digas cariño, ahora que está todo solucionado te llevare a tu casa.- dice no muy seguro y es que ninguno quiere estar lejos del otro. Asiento de acuerdo, deseo dormir un rato.

 

     Ambos agarramos nuestras pertenencias, y el sale primero, espero unos 5 minutos más, y ahora salgo yo. Eso hacemos siempre, para que nadie nos vea juntos.

 

  Camino una cuadra, y ahí veo su auto estacionado y el apoyado en este, está expectante a su celular, de seguro esperando a que llegue, así que camino sonriente hasta su lado, y sin pensarlo me lanzó a sus brazos, el me sujeta con sus brazos sin ningún problema, nos besamos presos de la pasión.

 

-Quiero estar así por siempre conejito, pero nos pueden ver.- dice haciéndome regresar a la realidad, mi rostro se tiñe de carmín al darme cuenta de mi arrebato.

 

-Lo siento Dav, yo soy una impulsiva.- me disculpó avergonzada por mi comportamiento.

 

-Me encantan tus arrebatos, pero por el momento no es bueno hacerlo en la vía pública.- explica.




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