Mi amor prohibido

Capítulo 20: Momentos.

Dedicado a: Betty Arthur.

Stephanie

 

-¿Hablas enserio?-pregunta desconcertado ante mí confesión.

 

-Lo hago, nosotros hicimos todo mal desde un principio. Hemos lastimado a mi hermano, a tú amigo, y todo por nuestro noviazgo...yo creo que deberíamos...-me interrumpe antes de que termine la frase.

 

 

-Ni siquiera lo pienses ¿Quieres tú espacio? ¿Deseas ir más lento?-pregunta mirándome con mezcla de tristeza y ¿Seguridad? yo no sé qué responder así que me quedo callada, por lo que continua.-Bien, haremos como tú lo desees, te ayudaré a encontrar un lugar para que vivas cómoda. Y respecto a nuestra relación, tu marcarás el ritmo en que iremos.-asegura al mismo tiempo que se acerca y sin darme tiempo a moverme sus brazos me envuelven en un fuerte abrazo. No puedo creer que en segundos haya encontrado una solución para cada cosa que le he dicho, y esto solo me confirma que soy una estúpida inmadura que no valora todo lo que hace por mí.

 

 

  -Te quiero, Dav.-susurro con un nudo en la garganta, lo único que faltaría es que lo pierda a él por mis estupideces, y mis malditas inseguridades.

 

-Te quiero, conejito.-susurra al tiempo que se separa un poco de mi para agachar su rostro a mi altura, todo esto lo hace sin soltarme por completo. Por primera vez, no me molesta que me llame "conejito", pero no sé lo diré, eso solo le elevaría el ego más de lo que ya lo tiene.-Quiero probar los suaves labios de mi flor.-dice mirándome con intensidad e inmediatamente mi piel se eriza ante sus palabras.

 

 

-¿Por qué no lo haces?-pregunto perdida en el deseo que empieza a crecer en todo mí ser.

 

-¿Tú lo quieres?-pregunta sobre mi boca provocándome. Pero yo no le respondo, ya que uno mis labios a los suyos tomándole por sorpresa, y segundos más tarde siento sus manos en mi nuca para profundizar el beso, el cual es una mezcla de necesidad y amor, mucho amor, me cuelgo de su cuello queriendo experimentar su boca por completo.

 

 

-Cariño, debes cenar....y descansar.-dice entre suspiros cuando me obliga a separarme de sus labios.-No sabes cómo deseo tenerte todo el tiempo a mi lado, pero por el momento no se puede.-dice refiriéndose a la hora.

 

 

-Lo sé, me duchare y luego bajaré a ayudarte con la cena.-le aviso mientras camino escaleras arriba.

 

     Una vez, en la habitación busco algo cómodo entre mis cosas, y solo encuentro una remera ancha y unos shorts, y mi ropa interior. Cuando decido que ponerme, entro a la ducha e inmediatamente el agua que corre relaja mi tenso cuerpo, me mantengo disfrutando durante unos minutos. 

    Después, de unos veinte minutos ya cambiada bajo las escaleras, mientras miro mi celular con la esperanza de encontrar alguno de mi hermano, pero no encuentro nada. Me he cansado de llamarle, pero me manda directo al buzón, también estuve tentada a ir a buscarlo, cosa que descarte ya que mi novio tiene razón, el necesita tiempo para procesar lo que ha sucedido.

 

-Ya está estando, cariño.-me dice sonriente cuando me ve entrar a la cocina.

 

-¿En qué puedo ayudarte?-pregunto queriendo sentirme útil.

 

 

-Ya está todo, pero...podrías poner la mesa.-dice ausente ¿Qué le sucede?

 

-¿Estás bien, Dav?-pregunto preocupada al verlo pensativo y un poco triste.

 

-No es nada, cariño.-dice sonriendo forzadamente, así que enarco mi ceja en señal de que no le he creído.-Es solo...que me he acostumbrado a tu presencia, y ahora no te tendré a mi lado cada mañana para desearte los buenos días.-dice dejándome ver esa faceta que no muestra a nadie más que a mí.

 

 

-Lo sé, yo también extrañaré eso, pero es lo mejor. Si las cosas se dan como queremos, en unos años podremos vivir juntos.-declaro esperanzada, anhelando que sea así, nada me gustaría más que el hombre que tengo a mi lado sea en un futuro mi esposo y el padre de mis hijos... un futuro muy, muy lejano.

 

-Así será, mi vida. Te haré la mujer más dichosa, seré el guardián de ese hermoso corazón que tienes.-susurra al tiempo que se acerca a mí, y yo me quedo estática ante sus palabras, esto es tan irreal, tan hermoso, tan perfecto, que tengo miedo a cómo vaya a terminar.

 

 

-Te quiero...tanto que temo salir lastimada.-confieso cuando me arrincona contra la mesada.

 

 

-Yo ...te quiero demasiado como para lastimarte.-dice al mismo tiempo que lleva una de sus grandes manos a mi rostro para comenzar a acariciar mi mejilla.-Sé que esto parece algo fantástico, pero no lo es, nuestros sentimientos superan todo, somos dos locos enamorados de lo prohibido.-dice y sin darme tiempo a procesar sus palabras me besa con pasión y desesperó.

  El beso va subiendo de intensidad, sus manos bajan a mi trasero con la clara invitación de enredarlas en su torso, y así lo hago. 

 Me sostengo de su cuello mientras el invade mi cavidad bucal, esto es nuevo, y es placentero. 

  Siento como el deseo y la lujuria crecen en mi interior, deseo ir más allá, pero no sé si sea el momento. Me acomoda en la mesada sin dejar de besarme, y sin hacerse esperar sus manos suben la ancha remera que me he puesto, sus grandes manos se cuelan por debajo de la tela e inmediatamente un escalofrío me recorre cuando siento su dedo acariciar la piel de mi abdomen, para segundos más tarde seguir su recorrido hasta llegar a mis pezones que se encuentran libres, sus dedos juguetean con estos provocándome gemidos que son silenciados por su experta boca, al estar tan sumidos en la nube de placer nos sobresaltamos cuando se escucha el microondas, ambos nos separamos con la respiración agitada, nos observamos unos minutos hasta que caemos en cuenta de que la comida ya está lista.




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