Mi amor prohibido

Capítulo 22: Celos.

Dedicado a: Niurka A.Perdomo.F. 

Stephanie

 

      Refunfuñando camino hacia el auto que se encuentra en el estacionamiento, hoy estoy de pésimo humor, y todo se debe a que mi sexy novio me ha despertado demasiado temprano por el viaje, al cual creí que ya no iríamos ya que ha pasado un mes desde que me lo propuso. Sí, un bendito mes, y no ha estado nada tranquilo.

 

-Cariño, deja el berrinche.-pide David cuando llega a mi lado para abrirme la puerta ¿Me llamo berrinchuda? Ofendida ante su comentario me subo al vehículo mientras lo ignoro olímpicamente.-Steph ¿Quieres chocolate?-pregunta inocentemente y puedo sentir su mirada penetrante en mí, el muy maldito ya sabe mi debilidad por los dulces y lo está aprovechando, pero no caeré en la trampa por lo que me hago la sorda y dirijo mi mirada a la ventana.-Bien, así estamos.-escucho que dice perdiendo la paciencia.

   Me pierdo en mis pensamientos, las cosas con mis padres están jodidas. Después de enterarme de su decisión sobre Leticia, fui a buscar a Alex para que reclame su derecho, pero como era de esperarse no me permitió el paso a su departamento. Lo entiendo he traicionado su confianza, y es algo que me duele, y a veces me hace dudar si estoy haciendo lo correcto, pero esa duda me pasa de inmediato cuando veo a mi Dav, que a pesar de tener un día pesado me ayuda a preparar la cena y hablamos de nuestro día, y por si eso fuera poco no duerme hasta que no regreso del bar, y cuando lo hago me acurruco en su pecho y caigo rendida hasta el otro día.

 

 

-Steph ¿Quieres que hagamos una parada?-pregunta trayéndome a la realidad, me enderezó de golpe e inmediatamente me arrepiento ya que estoy toda contras turada, y me ha dolido como el infierno.- ¿Estás bien, cariño?-pregunta desconcertado mi novio cuando me escucha quejarme.

 

-Sí, solo que estaba mal recostada y me he levantado de golpe.-explico regalándole una sonrisa.- ¿Podemos comprar golosinas y un jugo?-pregunto imaginado las gomitas o mejor aún los chocolates.

 

 

-No, no te compraré golosinas si no desayunas.-declara haciendo que lo observé de mala manera, y recién ahí me doy cuenta de que estamos estacionados ¿Tan despistada puedo ser?

 

-Pero-me interrumpe mirándome serio.

 

-Siempre te excusas con que comerá más tarde y yo termino cediendo, pero no lo hará más. O comes o tendremos graves problemas.-informa dejándome con la boca abierta.

 

-Ni que fueras mi padre.-digo indignada.

 

-Ni que quisiera serlo.-dice haciendo una mueca, e inevitablemente me carcajeo.-Te he hecho reír.-dice presumido.

 

-Por tus payasadas.-digo indiferente.

 

-Pero te hice reír eso es lo que cuenta.-asegura sonriente.

 

-¿Me dirás a dónde iremos?-pregunto cuando lo veo bajarse del vehículo, para seguidamente abrir mi puerta, acepto su mano y me bajo.

 

-Es sorpresa, mi flor.-dice al tiempo que suelta mi mano para agarrarme de mi cintura y comenzar a caminar hacia la estación de servicio.

 

-¡Puff, ni quería saber!-exclamo dramáticamente a lo que él responde riéndose de mis berrinches.

 

-Ohh, que pena justo te estaba por decir.-susurra cerca de mi oído erizándome la piel.

 

-Pues dilo.-digo haciéndome la desinteresada, pero mentiría si dijera que no estoy ansiosa por saberlo.

 

-No, tú has dicho que no querías saberlo.-dice burlista al mismo tiempo que abre la puerta del local para poder entrar.

 

   Es una locura, pero amo estos lugares, ya que tienen lo que buscas y es inmenso. Por eso cuando era pequeña y teníamos que parar a buscar provisiones me escapaba del auto con Alex, que en ese entonces era un adolescente puberto. Sonrío al recordar como mis padres estaban histéricos buscándonos por todo el lugar, y nosotros estábamos escondidos en uno de los pasillos comiendo gomitas.

 

 

-¿Qué piensa, mi hermosa?-pregunta mi novio haciéndome  regresar a la realidad.

 

-Eh, nada.-digo apenada al tener no solo la mirada de mi novio en mi persona sino que también la de la cajera, espera un segundo ¿Me está mirando a mí o a mi sexy novio?

 

 

-Bueno ¿Qué quieres comer, cariño?- dice con dulzura sin prestarle atención a esa zo...señorita.

 

-Uh, quiero tantas cosas.-le digo pícara al mismo tiempo que agarro la mano de mi dulce Dav para caminar hacia los pasillos, observando todo como una niña feliz, me encanta sentir está libertad. No dire que estoy que salto de alegría, ya que no es tan así, estar separada de mi familia es horrible, pero confío en que podré solucionar los problemas, aunque sea con mis hermanos.

 

-Amo verte sonreír.-dice mientras comenzamos a colocar algunas cosas en el carrito que agarramos minutos atrás.

 

-¿Puedes responder algo?-pregunto curiosa y sé que lo he tomado por sorpresa.

 

-¿De qué se trata?-pregunta atento.

 

-¿Desde cuándo...empezaste a sentir algo por mí?-pregunto con una mezcla de intriga y curiosidad. Me arrepiento de haberle preguntado cuando veo que se tensa por completo, y se queda mudo.-Yo...no tienes que responder.-digo apresuradamente.

 

 

-No me molesta responder, hermosa. Es solo que tú pregunta me ha sorprendido.-dice más relajado.- Y tampoco creo que sea el lugar para hablar de eso.-dice.

 

-Tienes razón, Dav.-digo sonriente mientras pongo unas bolsas de patatas fritas.

 

-No te gusta el huevo, pero te gusta eso que tiene pura grasa.-dice asqueado.

 

 

-Es diferente, esto...bueno tal vez sea absurdo, pero así soy ¿Y qué?-digo divertida.

 

-Nada, eres perfecta tal cual eres.-declara logrando que los latidos de mi corazón se aceleren.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.