Mi amor prohibido

Capítulo 23: Playa.

Dedicado a: Anabell

Stephanie

 

"Te amo, te amo"-sus palabras son como eco en mi cabeza, 

 

 

-Yo...-no puedo continuar porque él se separa de mí y se da la vuelta dándome la espalda, escucho como toma una respiración profunda para seguidamente volver a darse la vuelta quedando frente a mí. El me mira unos segundos esperando a que diga algo, pero aunque quisiera hacerlo no sale nada de mis labios ¿Por qué es tan difícil decirlo?

 

-No, no hace falta que digas algo que no sientas.-dice tratando de sonar sereno, pero sé que le ha dolido mi falta de respuesta.

 

-Pero yo...-me vuelve a interrumpir negando con la cabeza.

 

-No quiero escucharlo, no cuando no lo sientes. Y no te estoy reclamando nada, es solo que no podía seguir ocultándolo.-dice triste.

 

-¡Te amo, David Williams!-exclamo observando como sus preciosos ojos lucen atormentados, el intenta volver a interrumpirme, pero no sé lo permito.-Solo...no creí que tú también lo sintieras, y por eso quedé shockeada ante tu confesión, y además te pones a interrumpirme, y yo...-y el muy imbécil me vuelve a interrumpir, pero esta vez no me quejo ya que lo hace devorando mi boca en un beso apasionado, nuestros labios se mueven en sincronía sellando nuestro declaración de amor.

 

¡Oh, por Dios, lo amo! ¡Me ama!

 

  Sus manos se apoyan en mi cadera para apretarme más a él, e inevitablemente un gemido se escapa de mis labios al estar tan cerca, el cual es silenciado por su boca. Mis manos se prenden de su camisa para no perder el equilibrio, aunque sé que no me dejaría caer.

 

 

-Te amo, mi vida.-susurra separándose unos centímetros para observar mi rostro, supongo buscando algo que le indique que estoy segura, así que le sonrío mostrándole lo enamorada que me tiene.

 

-Te amo mucho, cariño.-susurro emocionada.

 

-Quiero escuchar esas palabras por toda la eternidad.-dice llevando una de sus manos a mi rostro para acariciar mi mejilla.-Mi preciosa flor me ama.-dice sin poder creerlo.

 

-Creo que deberíamos irnos, estamos siendo el centro de atención.-digo con vergüenza al ver varias personas observándonos.

 

-Oh, claro. Debemos hacerlo o no llegaremos nunca.-dice para liberarme de su agarre.-Sube, cariño.-dice ayudándome a subir.

 

-Gracias.-digo cuando está por cerrar la puerta.

 

-Es un placer.-dice sonriente para rápidamente cerrar mi puerta y entrar del lado del conductor.

 

-¿Enserio tengo que esperar?-pregunto refiriéndome de cuál es nuestro destino, el me mira de reojo y suspira.

 

-Te lo diré, porque de lo contrario me insistirás todo el viaje o te enfadaras, y no quiero ninguna de las dos.-dice haciendo que lo mire indignada.-Te conozco, mi amor.-dice dejándome con la boca abierta ¿Acaso he escuchado bien?

 

-¿Tú...has dicho "mi amor?-pregunto cómo tonta.

 

-Sí, eres todo para mí, nos amamos, creo que puedo llamarte con miles de apodos cursis, y por ti sería capaz de aprender a cada uno de ellos y crear otros,...y ni así me alcanzarían para describir lo que ocasionas en mi.-declara y yo solo puedo mirarlo feliz, siento que estoy en las nubes, esto es tan perfecto, él lo es.

 

-Me gusta.-es lo único que logro emitir.-No creas que me olvidado que estabas por decirme a dónde iremos.-digo divertida.

 

-Lo sé, cariño. No te quedarás tranquila hasta que te lo diga,...bueno iremos a la Playa en Rodas ¿Has ido a alguna vez?-pregunta curioso.

 

-No, pero siempre he soñado con ir.-digo ilusionada. Cuando era pequeña siempre les decía a mis padres que viajaría a esa playa y no volvería más.

 

-Pues aunque suene egoísta, me encanta que conozcas por primera vez estos lugares conmigo.-dice al tiempo que estira su mano libre para agarrar la mía y darle un suave apretón.

 

-Opino lo mismo.-digo disfrutando del paseo.

 

-¿Has intentado hablar con Alex?-pregunta en voz baja temiendo mi respuesta, mi cuerpo se tensa e inmediatamente mi sonrisa se esfuma.

 

-Sí, muchas veces, pero no quiere oír razones, ya ha pasado tiempo y aun no lo asimila.-le explico a lo que el asiente analizando la situación.

 

-Está enfadado, pero algún día se le pasará. También, creí que no tardaría mucho en querer hablar con nosotros, pero me equivoqué.-me cuenta.-Hay algunas cosas que no te he dicho, cariño.-dice sin dejar de mirar el camino.

 

-¿Es grave?-pregunto con cautela.

 

-No, bueno depende de cómo lo tomes.-dice y al ver que no diré nada prosigue.-He terminado la sociedad con tus padres, no sería capaz de seguir trabajando con ellos cuando se han metido con la mujer que amo.-me comenta, y por su manera de hablar sé que no ha terminado de hablar.

 

-Continua.-pido.

 

-Cuando Alex nos descubrió inmediatamente me llegó una carta pidiendo que venda el local para repartir el dinero.-concluye dejándome sorprendida ¿Tanto se enojó?

 

-¿Y lo hiciste?-pregunto ya que desde que pasó aquello me he dedicado de lleno al trabajo, y por lo mismo no hemos hablado del bufete.

 

-No, he averiguado cuánto cuesta el local y...he tenido que pedir un préstamo para darle su parte, no pienso venderlo, no justo ahora que puedo empezar a trabajar por mi cuenta.-me informa logrando que me enamora más del hombre que Dios me ha mandado.

 

 

-Me siento orgullosa de ti, y tienes mi apoyo para lo que necesites.-le hago saber.

 

-Gracias, cariño.-dice dándome una repasada para seguidamente estacionar el auto en una esquina.-Hemos llegado.-avisa y mis ojos brillan cuando ven los barcos. Esto será maravilloso, y estoy preparada para disfrutarlo.




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