Mi amor prohibido

Capítulo 29: El testamento.

David

 

     En completo silencio observo como duerme mi mujercita, está tan serena, su suave respiración se siente en mi pecho que es donde se encuentra. 

     No puedo dormir, pero me tranquiliza que ella sí. Primero, quería matar a mi padre por haber atentado contra mi novia, pero ahora siento una horrible punzada en el corazón, no le desearía el mal a nadie, y si tenía ganas de ponerlo en su lugar, pero ahí no pasaría. Y ahora resulta que está muerto, tendría que estar feliz, al fin y al cabo es un problema menos, pero por alguna razón que desconozco no logro sentir felicidad, sino todo lo contrario.

   Que Steph me haya permitido perderme en su cuerpo me ha ayudado más de lo que ella cree, necesitaba sentirla después de haberla visto lastimada, después del susto que me he pegado.

  Nunca podré arrepentirme de lo que siento por ella, cada cosa tiene su tiempo y eso lo supe cuando Steph me aceptó sin medir las consecuencias, comprendí que antes no hubiese sido lo mismo, y que incluso no hubiese funcionado.

   Mientras mi conejito, se preparaba para dormir hice un par de llamadas, ya que necesito protegerla de cualquier cosa, y en especial de sus padres...que no sé si se podría llamarlos a si, y también del miserable de Braian, si mi primo no es más que un maldito infeliz que le gusta conseguir lo que tengo, y eso no le permitiría jamás. Cuando tuve una relación con Rebbeca, el intento seducirla, pero como sabemos mi loca ex lo mando a volar.

 

 

-¿Qué tanto piensas?-pregunta esa suave voz que provoca miles de sentimientos en mi ser.

 

-Duerme, cariño.-pido, no quería despertarla, pero tal parece sintió algunos de mis movimientos.

 

-Algo te preocupa... puedes decirlo.-susurra mientras que con su delicada mano reparte caricias a lo largo de mi pecho.

 

-Tengo miedo de que los problemas nos sobrepasen.-confieso mi más grande temor.

 

-Sé que son muchas cosas juntas, pero creo que hemos demostrado que podemos superar lo que venga si estamos juntos.-dice para levantar su rostro y dejar un suave beso en mis labios.

 

-Eres tan única, no sabes las veces que soñé estar así contigo, durante mucho tiempo me avergonzaba de tener sentimientos por la que todos consideraban como mi hermana, pero llegó un punto que me era imposible controlarme, tú tienes el poder de acabar conmigo con una sola palabra, y eso también me causaba inseguridad.-le confieso lo que siento en lo más profundo de mi ser, ella me observa entre incrédula y sorprendida.-Si, tenía miedo a que jugaras o te burlaras de mis sentimientos, y creo que fue una de las razones por la que no intente acercarme hasta ese día en que me besaste.-le digo e inmediatamente esconde su rostro en el hueco de mi cuello.

 

-Eso fue vergonzoso.-dice apenada a lo que niego sonriente aunque no pueda verme.

 

-Eso fue lo mejor que pudiste hacer, con tus arrebatos me hiciste confiar en que funcionaria y me lance sin pensarlo.-digo mientras mi mano acaricia su espalda desnuda.

 

-Te amo, yo también sentía algo por ti desde antes, pero por obvias razones nunca intente nada.-confiesa.

 

-Eso es pasado, ahora es momento de disfrutar de nuestro amor.-digo para seguidamente moverme y así ella deja su escondite.

 

-¿Qué te parece si dormimos? Mañana será un largo día.-digo a lo que ella asiente de inmediato.

 

-Estaba pensando en que... tal vez vuelva a trabajar al bar.-dice después de unos minutos de estar en completo silencio, es más, pensé que estaba dormida.

 

-De ninguna manera, sabes que siempre trato de apoyarte en todo lo que deseas, y que si me pidieras que te bajara la luna, lo haría, pero no pienso permitir que vuelvas a ese lugar. Si lo que quieres es trabajar buscaremos uno que no te ponga en riesgo.-declaro sin darle tregua, y no lo haré, no si se trata de su seguridad.

 

-Pero... no fue por el lugar, es algo que debía pasar.-dice recelo al tiempo que intenta levantarse cosa que impido sosteniéndole de la cintura con ambas manos.

 

-No te enojes por algo que no está a discusión.-dio para volver a acomodarla en mi pecho, en dónde deseo tenerla por siempre.

 

-Tienes razón, pero es que era la primera vez que hacía algo que me hacía sentir orgullosa de mi misma.-dice apenada ¿Lo dice enserio?

 

-¿Cómo puedes decir eso, cariño? Tú eres buena para todo los que se te ocurra, y si no sabes aprendes, me siento completamente orgulloso de la mujer que tengo a mi lado, y no me gusta escuchar que dudas de ti.-digo convencido de mis palabras.

 

-Te amo, Dav.-dice somnolienta, y sé que no tardará en quedarse dormida.

 

-Te amo, Steph.-digo con una sonrisa al ver a la mujer de mis sueños en mis brazos.

 

***

 

     Vuelvo a negar por quinta vez, desde que llegué a la lectura del testamento, sabía que no me gustaría nada, ni siquiera quería venir, pero si no lo hacía no lo leerían, así que mi madre prácticamente me obligó a hacerlo, y lo hizo al aliarse con mi novia, de otra manera no lo hubiese aceptado.

 

-Señor Williams, si no acepta los derechos serán pasados al señor Braian Williams.-informa haciendo que todos los presentes dirijan sus miradas a mí.

 

-¿Qué tiene el que ver en este asunto?-pregunto con incredulidad.

 

-Esperaremos hasta que el llegué para hablar de eso, solo le aconsejo que pienso bien lo que hace.-dice y yo no puedo creer lo que está sucediendo.

 

-Hijo...-dice mi madre, pero niego de inmediato, no lo haré por nada en el mundo.-Ella lo aceptará.-termina diciendo.

 

-No, no le pediré a Steph que se case conmigo por la maldita herencia y menos que tengamos un hijo por esto.-digo furioso.-El día que lo haga será porque estaremos aptos para dar ese paso, no por conveniencia.-declaro alejándome un poco de los presentes.




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